Claudia se había mudado a una vieja casa en las afueras del pueblo tras la muerte repentina de su esposo. Solo quería un lugar tranquilo donde criar a su bebé de nombre Marie. Al llegar al lugar vio que la casa era antigua, con paredes que susurraban cuando soplaba el viento, y una cuna de madera que parecía haber estado allí desde siempre.
La primera noche todo fue normal, salvo por un pequeño detalle: Marie se despertaba llorando justamente a las 3:03 a.m., sin razón aparente. Claudia pensó que era solo una etapa. Pero con cada noche, los llantos eran más agudos y más desesperados… hasta que una madrugada, el llanto se detuvo de golpe. Claudia alarmada, corrió al cuarto. Marie dormía plácidamente. Demasiado plácidamente.
Al ver qué no pasaba nada se tranquilizo y fue a su cama. Al día siguiente, mientras limpiaba el desván, Claudia encontró un viejo diario escondido tras unas tablas podridas. Pertenecía a una mujer de edad adulta llamada Lauren, que vivió allí en los años 40s. Quien había perdido a su bebé en esa misma cuna, por lo cual se había suicidado… a las 3:03 a.m. "La cuna se lo llevó" decía una página manchada de lágrimas.
Esa noche, Claudia decidió dormir junto a la cuna. Colocó una cámara apuntando directamente a Marie. A las 3:03, el aire se volvió helado y pesado. Un crujido vino de la cuna. Claudia abrió los ojos justo a tiempo para ver cómo la cuna se mecía sola, lentamente. Luego se detuvo. Y del fondo de la cuna, entre las sábanas, surgió una mano delgada, grisácea, que intentaba alcanzar a Marie.
Claudia gritó y arrancó a su hija del colchón. La mano desapareció al instante. Al revisar la grabación, el video mostraba solo una figura de pie al lado de la cuna, mirándola fijamente. No tenía rostro. Pero en el audio, una voz apenas audible susurraba:
"Ella es mía ahora…"
A la mañana siguiente, Claudia tomo la decisión de quemar la cuna. Y luego se mudó de inmediato. Marie había creído pero cada 12 de mayo, a las 3:03 a.m., Marie aún se despierta… y sonríe a una esquina vacía de su habitación..