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Infierno-en-tierra

"Los logros de tu trabajo son justo merecimiento a tu esfuerzo diario."

¡Muchas felicitaciones a su autor! Esta es una de las creepypastas ganadoras del concurso del mes, se les invita a todos los usuarios a participar.

Sentado en el portal de su casa, el joven Timoteo de 14 años, Tim, como le gusta que le llamen, se encuentra pensativo, mirando fijamente la alcantarilla que está justo a 1 metro de la acera.

No sabe muy bien porqué, pero no puede dejar de pensar en lo que puede haber oculto en las entrañas de las cañerías. Los interminables laberintos del drenaje le provocan una fascinación y un temor que por las noches desembocan en sueños plagados de criaturas extrañas y terroríficos espectros con aspecto semi humano, deformes, como los mutantes de aquellas películas de terror que su madre no le deja ver y que él ha visto a escondidas, en casa de sus compañeros del colegio.

Tim no les llama pesadillas a sus sueños, nunca siente temor de esos seres cuando sueña, es más como si él los conociera perfectamente o tuvieran una relación muy estrecha.

En sus sueños, las criaturas lo llevan a él de la mano,  y le parece que él mismo se ha encogido o que fuera muy pequeño, lo conducen por los túneles del drenaje y le muestran una ciudad subterránea, muy extraña y horripilante, plagada de esos seres deformes. La ciudad es terrorífica pero al mismo tiempo tan familiar para él que podría llamarlo su hogar. Casi siempre el sueño termina con dos de las criaturas gimiendo al parecer presas de un profundo dolor, pero no un dolor físico, pues no están heridas, y llevan al pequeño Tim hacia la superficie, depositándolo muy suavemente en la puerta de su hogar, en el pórtico en el que está sentado mirando fijamente.

Muchas veces ha sentido deseos de abrir la tapa de alcantarilla y ver con sus propios ojos los recovecos de ese misterioso lugar.

Conforme pasa el tiempo, Tim se ha ido obsesionando con bajar al drenaje, está seguro de que al hacerlo, los sueños dejarán de suceder cada noche y podrá concentrarse en cosas propias de un muchacho de su edad. Mientras tanto, todos los días se sienta en el portal y observa, recordando detalladamente cada sueño, tratando de memorizar todos los aspectos.

Tim es un marginado en el colegio, los bravucones lo maltratan y los demás le ignoran. No encaja en ningún lugar pero él sabe que un día será aceptado. Así que espera se día con paciencia. Sin embargo las cosas no pintan muy bien, casi todos los días es maltratado pero prefiere callar ante sus padres. No quiere preocuparles.

Un día en que fue humillado y maltratado nuevamente por los demás, llega a casa, desesperado por la ansiedad y la impotencia, intenta levantar la tapa de la alcantarilla pero todos sus esfuerzos son inútiles, no tiene la suficiente fuerza para hacerlo, sus músculos acalambrados y el cansancio lo hacen maldecir su debilidad. Tiene que bajar a los túneles del drenaje, pero no puede hacerlo. La rabia se apodera de él y se promete a sí mismo dejar de ser una víctima.

El comportamiento de Tim ha cambiado, ya no es el chico que solía ser: se volvió violento.  Sus frecuentes llamados de atención en el colegio y las constantes peleas con sus compañeros han hecho que la situación en casa se ponga tensa. Incluso sus padres le miran de forma extraña y discuten entre ellos sobre “decir la verdad”, Tim, no comprende pero no puede evitar sentir un escalofrío recorriéndole la espalda. Como si su subconsciente le dijera algo.

En un momento de enfado luego de otra discusión de sus padres, Tim los encara y exige saber “la verdad” de la que tanto han hablado a sus espaldas, sus padres, nerviosos, cruzan miradas cómplices entre sí. Tim arremete diciendo que es suficientemente grande para saber y ellos al fin acceden.

Le confiesan que es adoptado, alguien lo abandonó a la puerta de esa casa una noche. Tim palidece y parece derrumbarse por la repentina unión entre la revelación de los hechos con sus constantes sueños.

“No puede ser verdad”, se dice, ya estando a solas en su habitación. ¿Y si sus sueños en realidad son recuerdos de una temprana infancia olvidada? Apretando los puños y tensando la quijada se promete a sí mismo que bajará por la alcantarilla.

Los días y semans pasan y las cosas se normalizan hasta cierto punto. Tim está decidido pero reconoce que aún no está listo para ir en busca de su destino y resuelve prepararse. Se inscribe en el club de luchas del colegio y también en el de atletismo. Los meses transcurren y su cuerpo se ha fortalecido, las chicas le miran con admiración y le buscan, les resulta atractivo pero Tim no está interesado; está enfocado en otra cosa.

Pasados 18 meses decide probar su fuerza física y provoca un pleito con unos de sus compañeros, eligió robarle la novia al matón de la clase. La riña no se hace esperar y una multitud de adolescentes se aglutina fuera de la escuela en torno de los dos contendientes. La pelea no fue difícil y Tim, con un movimiento especial aprendido en sus entrenamientos, domina y somete a su rival dejándole inutilizado temporalmente.

Los compinches del perdedor se lanzan contra Tim en un acto de cobardía e impotencia al ver a su líder caído. Son tres y rodean a Tim, logran sujetarlo de sus brazos entre dos y el tercero golpea su abdomen una y otra vez. Inesperadamente Tim reacciona usando toda la fuerza de sus brazos y pecho y proyecta hacia adelante a los dos rufianes que le sujetaban. En un instante dio un enorme salto para dirigir una auténtica patada voladora al que lo golpeaba. La patada en el plexo solar del muchacho hace estragos en él y cae estrepitosamente ante la multitud enardecida. Los otros dos tratan de huir pero Tim es más rápido e implacable. Logra sujetar a uno de sus agresores y lo usa como banco para impulsarse en el aire y caer con un rodillazo sobre el otro atacante. El impacto es de lleno en la nariz la cual al romperse por tan brutal golpe salpica sangre por todos lados.

El tercer pandillero suplica clemencia a Tim, pero este no responde. Justo antes de recibir un tremendo derechazo y caer noqueado, el pobre muchacho pudo ver la mirada inhumana de la que fuera, unos meses atrás, su víctima. Tim se alza con la victoria y recibe una ovación de los demás estudiantes mirones. Sin embargo la furia de Tim está desatada y no importándole el lamentable estado de sus agresores, comenzó a levantarlos para seguir el castigo. Otros muchachos, al ver esto, intentaron detener y calmar a Tim, sin embargo éste no reaccionaba y comenzó a atacar a todo el que se le pusiera enfrente. Cerca de 10 muchachos inocentes fueron víctimas de una tremenda golpiza.

Fue necesaria la intervención de la policia y Tim fue detenido y enviado a una prisión para menores de edad de la cual logró escapar rápidamente la noche siguiente. Una simple cárcel no le detendría para lograr su principal objetivo. Sabía que ya estaba listo. Al llegar a su casa pudo ver que la tapa de la alcantarilla estaba medio abierta. Este hecho le llamó la atención y luego de entrar sigilosamente a su habitación para obtener una linterna, se dispuso a bajar.

Levantó completamente la tapa de la alcantarilla y al asomarse no pudo percibir más que una negrura absoluta y una tremenda fetidez. Esto no le desanimó en lo absoluto y colocándose la linterna en la boca comenzó a descender.

La emoción de por fin conseguir lo anhelado le hizo imaginar que el descenso era mucho mayor de lo que hubiera pensado. Al llegar hasta abajo, se dio cuenta de que la linterna no alcanzaba a iluminar sino más allá de unos cuantos pares de metros. El calor, la humedad y la pestilencia eran casi insoportables. Sin embargo comenzó a caminar despacio. Ttemiendo tropezar, iba palpando la viscosa pared para poder ubicarse en el camino. Aquel túnel pronto desembocó en una intersección pero ésta era diferente, mucho más grande. Con dos pequeños pasillos a los lados de una caudalosa corriente pestilente. Las aguas negras fluían y separaban los dos pasillos como por 2 metros. Alcanzaba a ver cómo otros drenajes alimentaban al lugar donde se encontraba ahora, el túnel principal, según dedujo.

De pronto unos puntos rojos incandescentes comenzaron a aparecer delante de él. Esto lo asustó mucho pero pudo mantener la compostura. Pensó que seguramente eran ratas y se tranquilizó un momento. La densa oscuridad se hizo más profunda cuando de manera involuntaria y debido a la sudoración, la linterna resbaló de sus manos. El sonido metálico del cuerpo de la linterna resonó en el drenaje como una tormenta eléctrica. La luz se apagó y la mayor oscuridad jamás conocida por él se hizo presente.

El pánico lo invadió de repente, no era sólo la oscuridad la que cubría sus ojos. Sintió cómo sus pensamientos eran cubiertos por un velo indescriptible impidiéndole pensar con claridad. Los vellos de su nuca y de su espalda estaban erizados al máximo y los músculos le comenzaron a doler por la tensión del momento.

Los puntos rojos comenzaron a acercarse, Tim se echó para atrás y tropezó con alguna especie de tubería y cayó de espaldas. La caída le pareció eterna e intentó desesperadamente de asirse a algo. No lo consiguió y su humanidad fue a dar al suelo estrepitosamente al tiempo que ahogaba un grito. La parálisis lo invadía inevitablemente y los puntos rojos se multiplicaron y se acercaban cada vez más. Tim, no podía respirar, estaba seguro de que la oscuridad era la causa y no podía hacer nada. Los puntos rojos, eran ahora incontables y estaban a menos de un metro. Tim sintió que su fin estaba cerca, cuando un horrible sonido, parecido a un gruñido de un animal indescriptible, dispersó inmediatamente a todos aquellos puntos rojos que se le acercaban. Un olor fétido, muy diferente al del drenaje pero al mismo tiempo familiar para él, le tranquilizó los nervios.

La cordura y la confianza volvieron a él y a tientas pudo dar con la linterna. Con la débil luz buscó a la criatura que lanzó aquel gruñido pero no tuvo éxito. Todo rastro de lo que pudo ser aquello desapareció, incluso aquella pestilente esencia. Decidió seguir buscando el camino que había visto tantas veces en sus sueños. Caminó durante un tiempo indeterminado en la red subterránea del drenaje hasta que vio algo familiar en uno de tantos túneles. Sin dudar se percató de que era el mismo que aparecía en sus sueños y su corazón se aceleró, no había sido sólo un sueño después de todo. Tim se apuró y se introdujo por un camino que inexplicablemente conocía bien.

Anduvo por horas, y cansado, llegó hasta un muro de concreto sólido empantanado con aguas residuales. No había más camino. Se llenó de desesperación, no era posible que habiendo llegado tan lejos las cosas terminaran de forma tan abrupta. Descansó un poco y se quedó quieto en la oscuridad ya que había apagado la linterna para ahorrar energía. Se fijó en el agua estancada junto al muro de concreto se vislumbraba una tenue luz verdosa. Al acercarse a observar se dio cuenta de que la luz parecía provenir del fondo del encharcamiento por lo que decidió meter la mano para intentar tocar el fondo y dar con el origen de la luz.

Sin mucho asco metió la mano en las nauseabundas aguas residuales y repentinamente sintió que le sujetaban la mano y le jalaban. El forcejeo no duró mucho al estar Tim en una posición desventajosa, prácticamente acostado con una mano dentro del charco, fue obligado a entrar en aquellas aguas asquerosas cuya profundidad nunca sospechó que pudiera ser tan grande. La desesperación hizo de Tim su presa y a medida que se iba sumergiendo la adrenalina hizo que una nueva fuerza desconocida para él brotara de su interior. Pudo asirse una de las orillas que sobresalían del muro de concreto y reuniendo esa nueva fuerza fue capaz de salir del agua de una sola vez y terminar en cuclillas en aquella saliente.

Tim estaba aterrado, su respiración agitada y todo su cuerpo parecía haber cambiado. Su músculos estaban más grandes todo él se sintió más alto y fuerte que nunca e incluso se dio cuenta de que podía ver perfectamente en la oscuridad, aquella que minutos antes no podía traspasar ni con la luz de la linterna. Un sonido ronco salió de su garganta al querer articular palabras. Su voz había cambiado, era como un gruñido parecido al que había escuchado cuando las ratas lo atacaban. Tim no entendía nada pero de pronto supo que las respuestas estaban al otro lado del muro y que debía cruzarlo.

Reunió todo su valor y confianza y se sumergió nuevamente en aquellas aguas nauseabundas. Esta vez, fue muy diferente, al entrar no sintió la desesperación de antes, sino una gran convicción de seguir adelante. A tientas, bajo aquellas aguas pudo encontrar una grieta bastante grande como para atravesarla. Tim volvió a la superficie y tomó más aire. No tenía la más mínima idea de cuál sería la distancia y si podría quedarse sin aire, pero no le importó. Tenía la certeza de que podría lograrlo.

Se zambulló una vez más, pasó por aquella grieta y habiéndola cruzado, una corriente con una enorme fuerza lo arrastró hacia lo profundo. Tim luchó como nunca pero no pudo hacer más que dejarse arrastrar durante  muchos segundos que le parecieron horas. La presión cada vez mayor hacía que los tímpanos le dolieran terriblemente. Habiendo recorrido una distancia larga y desconocida hacia lo profundo de aquella charca, la corriente lo arrojó a un lugar con más calma  y alcanzó a ver que una luz muy tenue traspasaba el sucio líquido donde estaba sumergido. Libre de aquella violenta corriente nado hacia la luz y alcanzó la superficie. Pero no salió intempestivamente sino que fue asomando muy lentamente, para no alertar a lo que sea que fuera que le había jalado hacía allá.

Al salir, el panorama era muy diferente, ya no estaba en el drenaje, estaba en una especie de cueva reducida iluminada tenuemente por unas antorchas de luz verdosa, las cuales chisporroteaban  de tanto en tanto.  Tim, al salir del agua putrefacta y subir a una de las salientes de aquella mini caverna, sintió que no estaba solo. Con el rabillo del ojo pudo ver una sombra diferente a la suya, más grande y deforme. Volteó asustado pero no vio nada peligroso, las llamas danzarinas de las antorchas producía sombras con formas extrañas y caprichosas. Tim tomó una de las antorchas y se echó a andar por el único camino que había en aquella cueva. Vio rastros de lo que parecía ser piel pero no pudo identificar de qué clase de animal. Pensó  que se trataría de algún reptil. Un lagarto, quizá.

Avanzó varios metros por el angosto túnel, se movía con facilidad, todo aquello le resultaba tremendamente familiar. Tim se detuvo al llegar a una encrucijada. Tres túneles se encontraban ante él tratando de confundirlo. Él cerró los ojos y recordó los sueños. Con certeza se dirigió al de la izquierda y luego de varios minutos pudo ver el final de aquel camino subterráneo. Una luminiscencia verdosa se alcanzaba a vislumbrar. Cautelosamente, Tim se fue acercando al final y al asomarse sus ojos vieron algo que lo dejó atónito. La antorcha cayó de sus manos y las piernas no le respondieron. De rodillas, ahí mismo, contempló cómo las visiones de sus sueños estaban materializadas en una realidad extraña y horripilante.

Estaba hincado, mirando hacia abajo, a varias decenas de metros de su posición, a la ciudad que había visto en sus sueños. Las construcciones o casas, si se les podía llamar de esa forma, eran más bien túmulos de roca labrada. Le recordó a los hormigueros de termitas que vio en la clase de biología. Pero estos eran enormes y mucho más elaborados. Eran edificaciones creadas por criaturas misteriosas y que seguramente eran cientos o tal vez miles. La ciudad se extendía por todo un valle subterráneo tan grande que los límites se perdían de la vista. La luz verdosa tenía un origen desconocido, pero parecía emanar de la ciudad misma.

Cráneos humanos grandes y pequeños decoraban las aberturas de muchas edificaciones y un hedor a muerte reinaba en el lugar. Tim, cuando al fin pudo salir de su asombro. Comenzó a descender de la empinada cuesta donde se encontraba. Fue sorprendentemente fácil para él.

La ciudad aparentemente estaba desierta. Tim escudriñó en una de los montículos-casa tratando de encontrar algo que le aclarara ese misterio tan grande. No sabía qué encontraría pero buscaba con ahínco cualquier cosa. En una de las edificaciones encontró un cadáver humanos, roído hasta los huesos. Era un cadáver pequeño, como el de un niño. Tim se horrorizó. ¿Qué clase de criaturas podrían hacer semejante abominación?

Un ruido cercano lo puso en alerta. Tim trato de ocultarse pero en aquel lugar no era posible. La desesperación lo hizo su presa. Su corazón se aceleró cuando una criatura de aspecto terrorífico lo encontró ahí, en lo que parecía ser su hogar. Era del tamaño de un humano normal, tal vez un poco más alto que el promedio, la piel verdosa y escamosa era repugnante, tenía unos puntos como verrugas enormes  en lo que parecía ser su cara y no tenía cuencas. Tim se dio cuenta de que aquellas verrugas eran sus ojos. Las fauces de aquel ser eran descomunales, con una hilera de colmillos amarillentos y babeantes. Tenía dos brazos y dos piernas que terminaban en una especie de garras de desagradable aspecto. Un chillido espeluznante salió de aquella bestia infernal y se abalanzó sobre Tim.

Una feroz lucha comenzó, la bestia sujetó a Tim por el cuello y le lanzaba dentelladas mortales al cuello. Tim, con toda su fuerza empujaba al monstruo al tiempo que le buscaba a tientas algo con qué defenderse. Súbitamente el extraño ser detuvo sus acometidas y se quedó observando a Tim detenidamente. Aprovechando el titubeo, Tim se aferró a uno de los huesos del cadáver que  le quedaba al alcance y lo hundió una y otra vez en el cuello de aquella aberración. Sangre negra con una fetidez terrible comenzó a chorrear sobre Tim que a punto estuvo de perder el conocimiento.

La cosa aquella cayó desvanecida. Tim la había matado. Se incorporó con el cuerpo adolorido y cuando comenzó a reponerse del shock nervioso en el que estaba, la rabia ciega se apoderó de él. Tim perdió la conciencia unos minutos y, al recobrar  la cordura, el cadáver de aquel engendro estaba completamente destrozado. Tim miró sus manos cubiertas de la apestosa sangre de su enemigo y espantado, se dio cuenta de que su piel tenía laceraciones profundas.

Las heridas sin embargo no sangraban. Estaban libres de cualquier secreción. Tim no entendía qué le estaba pasando. Su piel se veía y sentía acartonada, como si estuviera reseca. El pánico de nuevo se apoderó de él. Intentó hurgar en las heridas abiertas pero no sintió dolor y frenéticamente se comenzó a rasgar la piel. Podía meter los dedos completamente en la piel levantada, la angustiosa necesidad de saber qué demonios le estaba sucediendo hacía que Tim se despellejara desesperadamente. Mientras más tiraba de su propia piel más se iba levantando por todo su cuerpo incluso en su propio rostro.

Jirones de piel iban cayendo al suelo acumulándose como las hojas secas de un árbol en un otoño gris y ventoso. Tim se arrancó incluso las ropas en un frenesí maniático imparable. Junto a los restos de su piel iban cayendo igualmente cabellos y el incipiente vello corporal propio de una adolescencia en plena efervescencia. Se arrancó la piel de la cabeza, de la cara, y, en una dantesca escena, propia de una infernal pesadilla, se arrancó la quijada completa con ambas manos, las cuales también habían perdido su aspecto humano

Los maxilares inferiores y superiores apenas hicieron eco al caer al suelo. Tim, lanzó un aullido terrible e inhumano. Su visión era diferente, su cuerpo, su nuevo cuerpo era igual a aquella monstruosidad que acababa de asesinar. Compulsivamente salto hacia afuera de aquella “casa-hormiguero” y corrió por aquellos senderos que simulaban ser calles.

Quería huir de la realidad, quería huir de sí mismo, traumatizado y espantado ante lo que acababa de sucederle. Corrió y corrió ante lo que le parecía una eternidad en un laberinto de dimensiones colosales. El tiempo se había detenido para él o él así lo sentía. El cansancio no llegaba, no sentía el dolor en los músculos producto del incremento del ácido láctico en ellos cuando se produce un gran esfuerzo. Su respiración seguía sin estar muy agitada. Esperaba que por lo menos el cansancio finalmente lo liberara de aquellos tortuosos recuerdos. Pero no sucedía nada.

Se dio cuenta de que iba a una velocidad muy superior a la que alcanzaba en sus entrenamientos de atletismo. Pudo escuchar un murmullo el cual rápidamente se iba convirtiendo en un bullicio. Se iba acercando al lugar de origen de ese sonido. Le resultaba familiar, era algo que había olvidado. No era un sonido al azar, eran voces que recordaba poder entender.

Sin miedo alguno, ingresó en una enorme plaza llena de aquellas criaturas, no eran cientos ni miles, eran muchos más, el tamaño de aquella caverna era inconmensurablemente más grande de lo que hubiera pensado. Tal vez eran millones. Todos aullaban y gritaban en las mismas horribles tonalidades. Él apareció detrás de aquella enorme plaza donde al final y en lo alto, en una especie de palco, se erigía uno de esos seres azuzando a los demás con esos terribles y desaforados gritos.

El que parecía el líder pronto se dio cuenta del recién llegado. Y con un ademán, aquel mar de monstruosidades, se separó dejando un camino para que el nuevo miembro de sus huestes pasara y llegase al palco. Tim, asombrado, decidió cruzar. Un silencio sepulcral invadió todo el gigantesco recinto mientras iba pasando. Habiendo llegado al palco, una especie de trono se reveló ante sus ojos.

Un feroz aullido del líder, secundado por todos los presentes, retumbó en todos los recovecos de aquella caverna. Tim, al fin pudo entender lo que querían decir esos gritos: “Ha llegado el Rey, El libertador” “Muerte a los Humanos”.

Un fuerte estremecimiento lo recorrió. En un instante recordó que él no encajaba en la superficie, nunca lo hizo; recordó las palizas recibidas, las mentiras de sus padres, la inmensa ira que sentía y el poder que obtuvo al dejar fluir el odio, y que de esta forma pudo imponerse a muchos rivales en aquella pelea desigual. Las ideas se aclararon y entonces supo exactamente lo que tenía qué hacer: levantó aquella que fue su mano, y que ahora era una enorme garra descarnada y nauseabunda y aulló: “¡Muerte a los Humanos!”

Created By: Y R V O Z +++Thanks for Reading!

16:24 22 nov 2014 (UTC)

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