Wiki Creepypasta
Advertisement

Un niño..., dos niños..., 3 niños..., cuatro niños..., cinco niños..., todos eran niños normales, todos...menos uno, ese era yo, un niño de 11 años que por fuera se veía como cualquier otro, pero por dentro tenía una mentalidad e imaginación que estaba más allá que el de un niño común y corriente, mi nombre era Ken Mitchell, un pequeño niño que gracias a su gran imaginación se volvió un artista para sí mismo, obsesionado con el dibujo a tal cosa de no dormir durante horas, solo por seguir dibujando, era alguien muy solitario, mi madre Elizabeth Ponce de León era la mujer más hermosa y dulce que un hombre podría haber conocido, ella siempre tenía como ayudar a los demás, pero nadie estaba para ella cuando lo necesitaba, yo vivía con mis 3 hermanas, Constanza Mitchell de 10 años, junto a ella éramos de un padre diferente del cual nunca supimos, Francisca Ponce de León de 6 años.

Aún recuerdo que en ese tiempo éramos muy felices, sólo nosotros, lejos de los problemas, hasta que un día apareció un hombre, de tez morena, ojos de un marrón oscuro que ocultaba nuestro futuro, su cabello era muy corto y de un color negro intenso, dicho hombre tenía una personalidad fuerte, le gustaba hablar de cosas que él quisiera  tener, una de ellas inconscientemente era mi mamá, juraría que en su mirada no había ni una pisca de amabilidad y dulzura, si pudiera ver bien el aura diría que esta aura era tenebrosa y reflejaba solo maldad y peligro, y desde el día en que mama conoció a ese hombre mi vida fue consumida por un agujero al que no pude salir nunca más, golpes y más golpes, llanto, sangre, objetos rotos, separaciones que duraban unos minutos, felicidad limitada, dinero robado, manos temblorosas, gritos desgarradores, era una verdadera tortura, una tortura que se repetiría todos los días, a cualquier hora, nadie podía escapar, yo lo supe por las malas, recuerdo esos días en donde comencé  a robar dinero, bastante dinero, tanto de mi madre como de aquel hombre que decía llamarse nuestro padre. Duré casi un mes así, hasta que me pillaron, recuerdo como ese hombre tiraba de mi ropa y me llevaba casi a rastras hacia el patio trasero de mi casa, su cara no era la misma, estaba deforme, su ceño se fruncía a mas no poder, sus venas se hinchaban a tal punto de que explotarían, y sus manos, una sujetando una manguera para regar y la otra formada en un puño, el tono blanco de sus nudillos se veían con facilidad mientras apretaba con más fuerza, yo no podría estar más asustado en ese momento, mis piernas me temblaban, quería orinarme y darme por vencido de este maldito trato, quería esconderme para nunca más volver a salir, de mi boca solo salían suplicas y arrepentimientos, nada de eso sirvió para que el hombre me dejara ir, así que con toda la maldad del mundo abrió la llave y el chorro de agua salió disparado hacia mí, mis ojos quemaban por la presión que había chocado, no podía hablar, no podía moverme, el agua entraba por mi nariz y por mi boca, la garganta me quemaba como nunca, me estaba ahogando, no tenía escapatoria y ese hombre lo sabía perfectamente. Así paso el tiempo, el hombre me interrogaba y si no hablaba volvía a ahogarme, si me movía del lugar en donde estaba me golpeaba, ya no podía más, me sentía cansado, quería dormirme y no despertar nunca más, los días siguientes eran igual, mama había comenzado a desconfiar de mí, cada cosa o dinero que se perdía me culpaban

Mi corazón empezaba a comprimirse, el dolor comenzaba a hacerse presente al igual que la tristeza, mis hermanas eran obligadas a decir cualquier cosa que yo hiciera, mi vida comenzaba a ser horrible, tan horrible hasta que una vez algo apareció, que cosa te preguntaras, en ese momento ni yo lo sabía, pero recuerdo muy bien como era su apariencia, un ser de textura humanoide, cabello desordenado y de un color rubio muy peculiar, llevaba una sudadera roja algo desgastada y rota, pantalones negros anchos que estaban rotos y sucios y no traía zapatos, sus pies eran negros al igual que sus manos, tenía cortes por donde uno mirara, daba mucho terror, pero lo que más me había dado miedo era su rostro, sus ojos eran negros solo podía ver un gran vacío en ellos, su estaba nariz estaba arrugada pero casi ni se veía, por ultimo sus dientes, eran grandes y afilados que remplazaban los labios y hacían una espeluznante sonrisa, esa cosa estaba dentro de mi cuarto cuando me desperté por causa del frio al haber dormido con la ventana abierta, escuchaba lamentos y sollozos de aquella criatura, como si quisiera llorar, el ambiente de mi habitación se sentía tensa, tenía mucho miedo, estaba paralizado y por miedo no quise hablar, pero esta si lo hizo. “Kenny” escuché al fondo de mi cuarto, mi cabeza se sentía pesada, quería llorar, otra vez escuché el nombre de Kenny, no sabía quién era, quién es Kenny, no lo conozco, pensaba tanto en ello que no me había dado cuenta que la criatura se había acercado, él se acercó aún más a mí y me miro, en segundos comenzó a desfigurar su rostro a tal punto de ser muy aterrador, el sonido era desagradable, muy asqueroso, estaba paralizado, mi vida no podría ponerse peor, el nombre Kenny retumbaba en mi cabeza, pensaba que iba a explotar, un dolor punzante aparecía en mi pecho como si quisieran arrancar mi corazón, se sentía horrible, muy doloroso, quería a mama, donde estaba ella, quería gritar, es como si quisieran arrancarme todo lo de adentro y dejarme como un cascaron vacío, todo esto afortunadamente termino cuando desperté de un salto de mi cama, así es..., un maldito sueño, se sentía tan real, solo tenía que calmarme en el momento, pero cuando lo hice el dolor en mi pecho volvió así que me revise y justo ahí decía el nombre que la criatura había repetido tantas veces, en mi pecho estaba el nombre Kenny echo con rasguños, temeroso comencé a pensar y desde ahí me di cuenta que ese era el nombre de esa criatura y que me había marcado como una de sus comidas.

Advertisement