Capitulo 1: "Mareas Cambiantes"[]
Los faros halógenos del vehículo alumbraban el camino en penumbra delante de mí, abriendo paso a través de aquel interminable cementerio de automóviles que se extendía por toda la autopista. "Cementerio" no es ninguna alegoría, muchos de estos vehículos en verdad eran ahora el lugar de descanso final de sus malaventurados conductores quienes, atrapados en el tráfico, eventualmente "fueron alcanzados" por la tempestad.
Por el retrovisor la cadavérica silueta de lo que alguna vez fue el Skyline de Los Ángeles aún era visible entre la niebla al color de la oliva, y sobre esta, las relampagueantes nubes amarillas de una nueva tormenta radiactiva que se cernían implacables en esta dirección y aunque nada me gustaría más que pisar a fondo para alejarnos lo antes posible, con la cantidad de vehículos regados por el camino, solo rodaríamos algunos cuantos metros antes de estrellarnos.
Había un poco de todo abandonado en el camino, desde coches de ciudad que nunca antes había abandonado el área metropolitana y vans de ama de casa con algunas maletas aun atadas encima, hasta enormes camionetas y vehículos todoterreno cargados de provisiones ahora contaminadas, algunos incluso arrastrando remolques consigo. Autobuses, no solo de pasajeros sino también rutas urbanas del centro que sobrecargadas de pasaje intentaron evacuar de la ciudad a tantos como les fuese posible, pero ahora solo quedaban como cascarones vacíos junto a las maletas regadas por encima del asfalto, crujiendo bajo los neumáticos cuando pasábamos por encima de estas.
Recuerdo haber visto uno de esos autos Tesla detenido en mitad de la nada. Literalmente, solo detenido, sin embotellamientos alrededor ni accidentes, con los neumáticos intactos, dejado ahi como si simplemente se hubiera quedado sin batería a medio camino y no hubieran tenido mas remedio que abandonarlo.
Vi también varios Muscle, papá tuvo uno alguna vez, lo recuerdo. Notorio un Challenger negro con franjas de carreras, pero no tan notorio cómo ese Nissan GT-R atascado en el tráfico o ese Corvette estrellado contra un Humvee en un retén de la guardia nacional abandonado, a juzgar por el agujero en el parabrisas, el conductor salió proyectado fuera del vehículo antes de que el motor de este comenzará a incendiarse.
Y luego estaba el nuestro, "Mercedez Benz G63 AMG" o algo así. Creo que les suelen decir "G-Wagon" un vehículo 4x4 de la familia Mercedes en forma de SUV, el cual pese a lo que pudiera parecer a simple vista, se hizo valer prácticamente desde que arranqué el motor por primera vez. El cómo nos hicimos con este modelo 2020 es toda una historia.
En cuanto a nosotras, sobre mí no hay mucho que decir, solo diré que legalmente ya tengo edad para conducir una de estas cosas. Una chica de tez blanca y largo cabello rubio cenizo pero sujeto con una liga, botas de senderismo y una chamarra verde militar como yo parece el resultado de mi contexto actual, pero en realidad es de las pocas cosas que no cambiaron tanto desde antes ¿Oh sí?
Lo que de verdad importa aquí es "ella". Soltando el acelerador, me tomo la libertad de dirigir la mirada al asiento del copiloto para echarle un vistazo. Aquella chica con rasgos de oriente que contemplaba el desolador arremedo de paisaje a través de la ventana del pasajero, dejándome ver el reflejo de melancolía en su rostro sobre el cristal.
Vistiendo la chamarra de piel de mi padre la cual honestamente se le veía bastante bien e iba a juego con su cabello largo y negro totalmente suelto, así como ese peculiar "uniforme" debajo de la chamarra y un par de botas de senderismo "prestadas", esa chica hacia un par de meses que se había vuelto mi acompañante. Su nombre era "Meiko" y como se podía intuir a simple vista, "no era de por aquí".
Me gustaría poder decir quién es ella, como llego hasta aquí, o por que a estas alturas sigue decidiendo confiar en mí. Pero la realidad es tan desafortunada cómo mundana. La barrera del lenguaje. Una barrera que, a pesar de los meses, simplemente no se ha superado. Ella solo puede comunicarse en Japonés y yo no soy capaz de entender una sola palabra de lo que dice cuando lo hace, así como ella tampoco me entiende a mí y poco ortodoxo inglés Americano.
Hasta ahora hemos sobrevivido los sin ser capaz de entendernos en lo más mínimo.... Apenas se su nombre porque no paraba de repetirlo una y otra vez mientras se llevaba la mano al pecho y yo eventualmente lo entendí: "Meiko", y entonces yo hice lo mismo: "Lisa". Recuerdo que sonrió al escucharlo, no sé si yo hice lo mismo....
Desde entonces nos hemos apoyado más en gesticulaciones y lenguaje corporal, que en palabras para seguir adelante con nuestro viaje, y vale, con el tiempo he aprendido a identificar algunas palabras y en determinados contextos, así como ella igualmente parece entenderme de cierto modo, pero una simple charla aún sigue totalmente fuera de nuestras posibilidades.
Juro que no hay día en que no me pregunte cosas sobre ella. ¿Quién es? ¿Cómo llego aquí?,¿Por qué?, es tan enigmática y ni siquiera parece intentarlo. Simplemente me come un poco la cabeza, quiero saberlo y sé que ella estaría gustosa de decírmelo, pero cruzar palabras entre nosotras, eventualmente solo lleva a aquella "sonrisa confusa" que me regala cuando definitivamente, ya entendió que fue lo que le dije.
Esa misma sonrisita que me está dirigiendo ahora mismo al notar que la estaba mirando de reojo, me observa unos momentos con esos ojos cafés como avellanas, solo para volver a dirigir su atención a la ventana en cuanto me concentro en el camino. Podría jurar que la escuché reír un momento.
Aún con aquellas nubes verdes y relámpagos por el retrovisor, ver una estación de servicio extrañamente vacía a un lado de la autopista es razón más que suficiente para doblar en esa dirección y aparcar junto a las bombas de gasolina. Nunca se tenía suficiente de nada y eso era un hecho. Perder una oportunidad como esta era algo de lo que nos arrepentiremos.
Tras apagar el motor, tomó de encima del tablero el contador Geiger y un par de guantes de cuero sintético con la palabra "Mechanix" grabada una y otra vez en la parte superior. Meiko me mira atentamente mientras los ajusto y ambas echamos un vistazo alrededor antes de abrir la puerta de mi lado para extiendo el contador Geiger hacia afuera, este comienza a chasquear de inmediato al registrar los niveles de radiación en el exterior. Dudo que estos puedan ser considerados como "normales", pero a estas alturas, al menos eran lo suficientemente aceptables como para salir al exterior.
Sobre el tablero yacía también uno de esos respiradores 3M con sus filtros. Ni siquiera sé si estas cosas de verdad servían contra la radiación, pues entiendo que estás cosas más bien se usan para filtrar pintura en aerosol o algo así, no partículas radioactivas, pero quizá era más la falsa sensación de seguridad que me provoca el usarla que el verdadero efecto que pudiera tener ahí afuera. Una suerte de ilusión que me hago a mí misma cada vez que ponía un pie en el exterior... Tal vez solo quiero sentirme un poco más a salvo...
Fuera del auto, Meiko me alcanza la mochila, y de la parte de atrás de mi asiento me afianzo a un compañero inseparable, de armazón negro azabache, culata de kevlar y en calibre 7.62x51mm, se trataba de un rifle semiautomático Springfield Armory M1A. "Socom 16". Alguna vez fue el arma de mi padre ahora era estaba en mis manos.
Me lo llevo al hombro colgándolo por la correa y asiento en señal de despedida para Meiko quien solo me devuelve un "Ok" con los dedos de la mano antes de que cierre la puerta. Ella me esperaría dentro del auto, me cubriría la retaguardia y vigilaría desde ahí mientras yo estaba de espaldas. No estaba dejándola atrás, solo prefería que permaneciera a salvo.
El contador Geiger chasqueaba en mi bolsillo, mientras dirigía la mirada a la lejanía para ver esas nubes acercándose cada vez mas, les llevábamos como media hora de ventaja, estiramos bien, pero prefería darme prisa antes que ver cómo se acercaban aún más.
Cubiertos con una lona sobre el techo de la camioneta teníamos algunos suministros de eso que no importaba si se contaminaban un poco. Entre ellos un par de bidones de gasolina. Ninguno estaba completamente vacío pero tampoco estaban totalmente llenos, uno por uno los pongo en el suelo y tras comprobar si quedaba algo en las bombas, comienzo a llenarlos. Siendo sincera, el lento goteo no tarda mucho en desesperarme....
De a momentos compruebo las nubes a la distancia, de a momentos compruebo a Meiko con la mirada, quien solo me la regresa sin decir nada y de a momentos, compruebo los restos de la fachada de esa tienda 24/7 al otro extremo de la estación de servicio, evidentemente abandonada y totalmente a oscuras, con las puertas aún intactas pero un gran agujero en el cristal de uno de los ventanales.
Mi sentido común me dice que es una idea terrible, es casi imposible que quede mucho en un lugar así, al menos lo suficiente como para que el riesgo mereciera la pena. Ni siquiera seria la primera vez que un lugar como estos acaba siendo un callejón sin salida, la anterior ocasión tuve suerte, pero ¿y si se me había acabado esta vez? No valía la pena correr el riesgo, ¿Oh tal vez si...?
Este tipo de lugares son un escondite perfecto. Asechando entre las sombras o desde un rincón, sé que aguardarían a que algún incauto se adentre más allá de donde llega la luz en busca de algo que merezca la pena y entonces... sería demasiado tarde... el lugar se convierte en la tumba de un mal aventurado más.
A mi nada me garantiza que no habría una de esas cosas esperándome ahí dentro para terminar conmigo y después con Meiko.
Puede que incluso ya me estuviese viendome a través de ese enorme agujero en el cristal, cruzando miradas conmigo o algo así, sin que yo siquiera sea a consciente de que estoy siendo acechada. La sola idea helaba mi piel más que las fuertes corrientes de aire que no paraba de soplar. Más aún pensando en hasta donde yo sabía, no tenían ojos.
Pero para cuando el primer bidón esta lleno, esa insaciable curiosidad que creía ya haber aplacado, vuelve a manifestarse tratando de negociar conmigo para que cambiara de opinión. Podía solo echar un vistazo por fuera, podía solo acercar el Geiger y si las lecturas eran bajas, seria poco probable la presencia de una de esas cosas dentro...
De la nada había todo un mar de opciones en mi cabeza, todas con el objetivo común de hacerme a mí misma preguntarme: "¿Por qué no simplemente ir a echar un vistazo dentro?", pensamientos intrusivos que solo me impacientaban más y más, poniéndome visiblemente inquieta hasta que para cuando el segundo bidón estuvo lleno, mi decisión estaba tomada....
Cargué ambos bidones en la camioneta, pero en lugar de volver adentro, mi atención regresó a las puertas del establecimiento. Ya tenía la mochila afuera de todos modos, podría acercarme y ver si encontraba algo, "solo sería un vistazo" pensé. Después de todo, "Nunca se tenía suficiente de nada" Me había dicho en primera lugar al parar ahi. Hice una seña a Meiko indicándole que me dirigiría al interior de la tienda y cautelosamente comencé a acercarme.
Avancé con el arma apuntada al frente, ya podía ver los stickers de "VISA" y "American Express" aún pegados en las puertas frontales e intentaba comprobar el interior a través de sus cristales pero estaba demasiado oscuro, apenas podía ver el interior aún desde el gran agujero en la ventana de al lado.
Bajando el arma, extendí el contador Geiger desde mi bolsillo y lo coloque sobre la puerta, las lecturas se dispararon, pero no por encima de los parámetros por los que debía preocuparme. De la mochila tomé una linterna envuelta en cinta de aislar, ni siquiera sé si eso de verdad protegía sus componentes de la radiación pero no perdía nada con hacerlo, y entonces accione el interruptor.
Traté de alumbrar a través del cristal de las puertas pero la suciedad en este apenas dejaba pasar la luz, no había de otra, tenía que entrar. Empujé la puerta con el cañón del arma y entré sin dejar de apuntar al frente, lista para lo que fuera que estuviste esperándome en el silencioso y oscuro interior.
Alumbrando dentro, solo me encontré con un esperable desastre, estanterías volcadas, productos regados por el suelo, estropeados y ya contaminados, neveras a medio abrir o cuarteadas, incluso algunos cables colgando del desde los huecos de lámparas caídas. No quedaba mucho, pero no me iría de ahí con las manos vacías.
Entre todo aquel desastre, eventualmente encontré algunas botellas de agua e incluso una lata de CocaCola intacta dentro de una nevera cerrada, paquetes de carne seca, baterías y hasta una lata de sopa de arroz con pollo perfectamente conservada esperándome sobre un estante aún en pie.
Solo por es último ya toda mi improvisada incursión a este sitio había valido la pena. Todas estas cosas fueron a parar dentro de la mochila, mientras seguía buscando por algún otro tesoro oculto aun restante en aquel sitio y no pasó mucho hasta que consideré llevar mi expedición hasta la bodega de atrás.
"Igual tenemos lo de un mes entero ahí", me dije a mi misma, mientras comenzaba a acercarme al fondo de la tienda, descuidando inconscientemente cómo el contador Geiger había de hecho comenzado a chasquear con mayor intensidad entre más me adentraba en el sitio
Podía sentir como la basura en el piso crujía bajo mis pies a medida que pasaba por encima de esta, pero segura de lo que estaba haciendo, seguí de frente con más ansias que cautela para ver qué botín me deparaba ahí atrás. Pero la suerte tenía otros planes...
Si hubiera prestado atención al Geiger me habría dado cuenta que no estaba completamente sola en este lugar. Tras una puerta para empleados a un par de metros de mí, se manifestó un sonido que me atravesó el pecho como una lanza y heló mi espina hasta lo más profundo de la médula.
Un sonido carrasposo, cómo una respiración plástica y frenética que resonaba de forma arrítmica pero constante, un ruido de pesadilla que sumado al chasquido del Geiger, fueron presagio de la peor situación imaginable. No estaba sola en este lugar....
"Durmiendo" del otro lado de esa puerta había una de esas cosas, estaba aquí, solo que aún no me había visto y por eso aún seguía con vida, pero era evidente que pronto despertaría. Quizá antes de que pudiera siquiera empezar a correr de vuelta al auto. Sellé mi propia tumba al momento de poner un pie aquí dentro.
Solo vi la luz de mi linterna comenzar a sacudirse cada vez más fuerte a medida que mi mano comenzaba a temblar involuntariamente, hasta que la solté del miedo y se apagó al golpear contra el suelo. Estaba demasiado asustada como para siquiera pensar en volver recogerla, el horror me había paralizado por completo.
Las piernas me habían fallado. No sé movían, quería salir corriendo lo antes posible pero aunque lo intentaba con todas mis fuerzas estaba completamente helada. Solo podía sentirlas temblar y nada más. Aunque mi mente seguía aquí, o eso creía yo, mi cuerpo había sucumbido ante el miedo...
Si correr era imposible, mucho menos podía pensar en el rifle aún colgando en mi hombro. El tiempo parecía detenerse, mientras el miedo dominaba hasta la última de mis cutículas y de verdad llegó un momento donde parecía que romper a llorar era la única opción que me quedaba, si no es que lo estaba haciendo ya sin darme cuenta, literalmente había cavado mi propia tumba por una lata de sopa.
Lo que me hizo volver a mis casillas, fue irónicamente otro sonido. Uno bastante familiar y hacía unos meses aún cotidiano. El sonido del motor de un auto grande que evidentemente no era nuestro, deteniéndose fuera de la tienda, sus puertas abriendo y cerrando e incluso la breve charla de sus ocupantes.
En ese momento, la seguridad de Meiko fue lo único que pasó por mi cabeza y de alguna forma, quizá por la subida de adrenalina, mi cuerpo volvió a responder, girando para regresar a toda prisa al frente de la tienda. Cómo anticipando lo peor, apague el Geiger en mi bolsillo para que el ruido no me delatara, y al llegar al frente de inmediato pude ver por el agujero de la ventana de que se trataba...
Afuera, detenida horizontalmente en la salida de la estación de servicio había una Silverado del 87 roja, junto a esta, al lado contrario de la cabina estaba uno de sus ocupantes haciendo guardia. Un hombre afroamericano adulto vistiendo suspensores de combate con cartuchos de escopeta y desde luego con una Remington 870 en mano. Acercándose a nuestro auto el segundo individuo, está vez caucásico, de piel grasosas, barba poblada y ropas como de cazador, así como un AR-15 en su poder, el cual balanceaba descuidadamente mientras caminaba de frente al capot del G-Wagon, ya se había percatado de la presencia de Meiko.
Podía verla a través del parabrisas, conmocionada y tratando de levantar ambas manos despacio a donde el sujeto pudiera verlas. Meiko iba armada, pero aun sin palabras. ambas sabíamos que pese a guardar esa Glock 17 entre su ropa para defenderse a si misma, ella en realidad no sabría como utilizarla una vez se diera el momento, mucho menos tendría el valor para accionarla contra otro ser humano...
El sujeto alzó la voz para preguntarle si había alguien mas en el vehículo, desconociendo por completo la barrera del idioma que había con Meiko y ante su nula respuesta, inmediatamente se puso a la defensiva volviendo a exclamar su pregunta, esta vez en un intimidante grito a la vez que dejó de balancear su rifle y lo alistó, sujetándolo con ambas manos. Yo solo pude entrar en pánico y de inmediato ponerme a cubierto tras uno de esos viejos congeladores para paletas y helados, colocado justo delante de la ventana con el agujero en el cristal.
Con mi propio rifle en mano, el confiable M1A de mi padre, lo hice tal y como lo escuche de el, comprobé que hubiese una bala en la recamara, quite el seguro y tomé tanto aire como es respirador me dejó levantándome para apoyar el arma encima del congelador y apuntar a través del agujero en el cristal, el tembloroso puntero láser de aquella mira electrónica con la palabra "Vortex" escrita se posicionó sobre la cabeza del sujeto. Me tomaba mi tiempo, trataba de hacerme con la mayor bocanada de aire posible entre mas acercaba mi dedo al gatillo, calmarme, pero cuando la paciencia del sujeto volvió a dar un vuelco, gritando de nuevo sus ordenes a Meiko y esta vez ordenándole bajar, mientras apuntaba su arma al parabrisas me invadió un sobresaltó y fue mi adrenalina la que tiró del gatillo.
Pese a que la mira estaba puesta sobre su cabeza, la bala fue a dar a su costado, pero la potencia fue suficiente para enviarlo al suelo sobre un charco de su propia sangre. Su compañero inmediatamente entró en alerta y se puso a cubierto tras la camioneta, aun si saber exactamente de donde había venido el disparo. Sabia que desde el interior de la tienda, pero no exactamente de donde.
Le apuntó a las puertas y disparó a ambas destruyendo el cristal, yo le apunte sobre la cabeza y sabiendo que tenia el tiempo encima, tire del gatillo, pero mi bala fue a dar contra su camioneta. Solo sirvió para delatar mi posición, ahora sabia donde estaba, apuntó a la ventana y tiró del gatillo, pero el disparo fue muy arriba y solo terminó de destruir el cristal, trocitos de este llovieron sobre mi, los podía sentir cayendo sobre mi cabello, metiéndose en el cuello de mi ropa y aun crujiendo sobre el suelo al rededor mío. Volví a asomarme para disparar un par de ocasiones, pero ambos disparos fallaron y le pasaron de largo, me puse a cubierto otra vez antes de que el ajustara el disparo y volviera a accionar.
Pude sentir como la mitad de los perdigones pasó por encima de mi cabeza, mientras que los demás se golpearon contra el congelador, rebotando en su interior. Tiró de la corredera y volvió a disparar con similares resultados, mientras yo, hiperventilando, me armaba de valor para volver a asomarme y contraatacar. Mi disparo acabo dando contra uno de los focos traseros de su camioneta, mientras que el sujeto, posiblemente sabiendo que se encontraba en una posición desventajosa se disponía a moverse, con la infame suerte de que al momento de enderezarse para correr, tiré del gatillo y mas por casualidad que literalmente cualquier otra cosa, mi bala impacto de llenó contra su su cabeza, la cual estalló al instante como una lata de pintura y su cuerpo cayó inmóvil al otro lado del vehículo. Había terminado.
Aun conmocionada, me quede sentada en el suelo un momento tras la cobertura, aun aferrando mis manos al arma intentando recuperar el aliento, solo para a los pocos segundos escuchar un sonido gutural venir desde el fondo de la tienda. Esa cosa había despertado. Levante el rifle y apunte en esa dirección, pero al solo ver aquel interior vacío, me apresure a ponerme de pie y salir de ahi lo antes posible.
Afuera, de inmediato comprobé a Meiko a través del parabrisas, ella seguía ahi, estaba bien, solo tan muerta de miedo como yo. Dirigí mi mirada al auto de los sujetos, llegando incluso a pensar en acercarme a inspeccionar, pero todo eso se esfumó al alcanzar a distinguir su cadaver del al otro lado ya formando un charco de sangre. Y entonces lo escuche....
Escuché les suplicas, el primero al que le dispare, el de la ropa de cazador, con voz temblorosa me rogaba que le ayudará distando por completo de aquel tono autoritario que me hizo tirar del gatillo en primer lugar. Bajé la mirada solo para verlo tirado bajo un charco de su propia sangre, presionando su herida con ambas manos para evitar desangrarse, me miraba de forma desesperada, mientras suplicaba cada vez mas en pánico que por favor lo ayudara, que por favor no lo fuera a dejar ahi y que el y su compañero solo habían salido a buscar suministros...
Me dijo que tenía familia esperándole en su refugio cercas de Quartz Hill, que tenia a un hijo de apenas un par de años y habían salido a buscar formula para el, que si no le creía podía revisar el asiento del pasajero de la camioneta y ahi vería las latas. Por algún motivo, yo solo podía pensar en como su arma aun estaba a un lado suyo y en que quizá debía alejársela de una patada, pero la sola idea de mi pie pisando su charco de sangre, salpicándome, me helaba la piel...
Me dijo también que su compañero tenia un hijo como de nuestra edad, que si no regresábamos el querría salir a buscarnos y posiblemente también moriría en el camino. Que podía al menos ayudarlo a llegar a la camioneta y que entonces el conducirá de regreso...
Entonces ambos escuchamos el ajetreo que comenzó a volcarse dentro de la tienda, un alboroto armado por algo aterrador abriéndose camino palpitante hasta el exterior. La cara del sujeto paso a ser de completo horror, mientras tratando de reincorporarse me suplicaba que no lo dejara ahi, que le ayudara, que tuviera piedad de el. Pero aterrada y conmocionada, solo apreté los dientes y corrí de regreso a nuestro auto, sintiendo una de mis botas pasar por sobre el charco de sangre y con los desesperados gritos de suplicas del sujeto detrás de mi.
Apenas estuve dentro, encendí el motor y pise a fondo fuera del lugar, dejando atras al tipo quien aun gritaba que no le abandonara, y en ultimas, que al menos le dijera a su familia lo que había pasado y que no vinieran a buscarlos... Al pasar junto a su vehículo, no tuve el valor de mirar a través del cristal para ver esas supuestas latas de formula dentro de su cabina.... Lo ultimo que recuerdo haber visto a través del retrovisor fue a una "forma" monstruosa y completamente diferente abrirse paso a través de las puertas destruidas, emergiendo de dentro del edificio y entonces los aun audibles gritos del sujeto, se volvieron diferentes.
El camino estaba lo suficientemente despejado como para poder avanzar rápido, los faros solo alumbraban las líneas en la carretera y los ocasionales vehículos detenidos a los lados, eventualmente estábamos lo suficiente lejos como para que el sonido del motor fuera lo único que quedara a nuestro al rededor y cuando finalmente nos sentí a salvo, bajé un poco la velocidad y me deshice del respirador para voltear a ver a Meiko, saber que estaba bien.
Ella solo me dirigió una sonrisa y yo le respondí de la misma manera, sin palabras, solo gestos, ella estaba bien y supongo que yo también, y de la nada extendió su mano hacia mis mejillas para limpiar mis lagrimas. Ni siquiera me había dado cuenta de en que momento me había roto a llorar, pero por lo visto, lo estuve haciendo todo este tiempo, diría que fue desde el primer disparo, pero siendo sincera, creo que fue desde que puse un pie en esa tienda...
Seguimos adelante con nuestro camino, mientras aquella letal tormenta de nubes radioactivas devoraba todo en su camino. Poco quedaría después de eso, pero no era el fin, aún así de de todos modos quedaba claro que pasara lo que pasara, nosotras ya no regresaríamos nunca mas. El único camino que quedaba era el que teníamos por delante.