Había muerto. Había muerto en la camilla del hospital después de que rescataran mi cuerpo de un enfrentamiento militar. Al momento de morir sentí que mi conciencia estaba elevándose literalmente de mi cuerpo, hasta sentir que estaba aproximadamente a 2m por encima del suelo, lo supe cuando abrí mis ojos y me vi a mi mismo desde el aire recostado en la camilla. Reaccioné y revisé todas las partes de mi cuerpo, todo en mi se veía traslucido. Oficialmente sabia que había muerto y que ahora era un alma flotando en medio de la desgracia.
Lo mismo ocurrió cuando vi el alma de mi compañero salir de su cuerpo poco después. El había sufrido un destino similar al mío, un disparo directo en la frente por parte de tropas enemigas, al igual que yo.
Nuestras familias calleron en desgracia y tristeza cuando les llegó la noticia de nuestro fallecimiento, y aunque ambos estábamos muertos, no podíamos evitar sentir un gran dolor emocional por todo lo que pasaba.
En fin, llamé a mi compañero muerto para salir del cuarto y hablar un poco.
Salimos del cuarto, y como se esperaba nadie notó nuestra salida, pues eramos simples almas flotando alrededor. Le pregunté si en realidad había un cielo o infierno después de la muerte, y me dijo que sí, que tanto él como yo eramos la mayor prueba de ello, ya que si no estuviéramos en esta situación entonces lo que habría después de la muerte solo seria oscuridad eterna, pero que ahora que sabemos que ambos somos almas, eso significa que si hay algo después de la muerte.
Eso me convenció, pero de un chispazo se me vino otra pregunta: ¿Entonces porqué ambos no trascendimos directamente al cielo o al infierno al momento de morir?
Le consulté a mi compañero y me dijo, que tal vez, tenga un objetivo que cumplir para poder descansar en paz.
Eso me dejó pensativo, hasta que me acordé que años atrás, me convencí a mi mismo que si moría, no me iría de este mundo sin haber estado en mi propio entierro, para así poder decirle el ultimo adiós a mis familiares antes de que ellos lo hicieran.
Entonces le mencioné a mi compañero sobre mi objetivo, cosa que le sorprendió porque era exactamente lo mismo que el quería hacer.
Pasaron los días en donde junto con él nos conocimos mejor, paseando por la ciudad como almas en pena, pero sin ningún remordimiento, sin miedo a que nos asaltaran o nos robaran, ya estábamos muertos al fin y al cabo.
Llegó el día de nuestros entierros. No pudimos evitar de nuevo una gran presión y dolor emocional que nos generaba ver a nuestras familias dando el último adiós, pero ya no se podía hacer mas. Tanto yo como mi amigo dimos nuestra última despedida a nuestros familiares antes de ascender al cielo.
-Amigo, ya es hora.
+Si.....
-¿Sucede algo?
+No, Em nada...
-Ok. -Empiezo a sentir como mi cuerpo poco a poco se eleva por si solo-
-Amigo, ya es hora, vamos los 2 juntos.
+Jaja, ok, ¿yo salto y te alcanzo vale?
-¡Dale dale!
+1... 2... 3!!
Me elevo mas de lo habitual y veo hacia abajo, pero veo que mi amigo se queda parado en el suelo.
-¡¿Qué estas haciendo?¡ ¿Por qué no estas flotando?
+Lo siento.... Esto no te conté antes. En varias de mis misiones cometí varios crímenes de guerra, cosas muy atroces por el placer de ver torturar a mis enemigos, cosa que antes pensaba que no iba a afectar mi ascención al cielo, pero ahora veo que sí... Tendré que pagar por mis pecados.
-Pero....
+Lo siento amigo.... No podré acompañarte al cielo...
De nuevo empezaba a sentir un gran dolor emocional, hasta que vi que un par de cadenas negras salían del suelo, enredándose en los pies traslucidos de mi amigo.
-Casi sollozando- ¡¿Qué es eso?!....
Lo último que escuché de él fue:
Adiós amigo....
Y ví como la tierra se lo tragaba, con una velocidad vertiginosa, mientras se oía un grito desgarrador de el sumado con una risa aterradoramente estridente.
Mientras ascendía al cielo, no pude evitar gritar:
-¡¡¡NOOOOOOOO!!!