Este era un joven, no mayor a 18 años, que le encantaba estar solo en casa. No por el hecho de que no estuvieran sus padres o su hermana, sino porque él pensaba que hacía mejor las cosas si no es visto. A su parecer, quedarse solo significaba hacer mucho mejor sus deberes, tanto escolares como del hogar; planchar su ropa, poner la música de su agrado en la radio y, también, muy contadas veces, escuchar historias de terror en el canal del youtuber que más le gustaba, dicho así por la manera de narrar dichas historias.
El muchacho vivía en la cuna de la civilización, en uno de esos edificios post-modernistas que parecieran de lujo e incluso exótico por fuera, gracias a las ventanas relucientes que día con día mostraba, pero por dentro no era más elegante que las demás casas que ya hubiera visitado, poniendo de ejemplo las de sus amigos, de apenas un sencillo piso. Pero él no podía quejarse, o pedir algo mejor que eso, puede que nada sea mejor que lo que tiene apenas, así que, de igual forma, lo disfrutaba. Su departamento es algo reducido pero bonito, donde apenas cabían mamá, papá, hermana y él, situado en un cuarto piso. Y a Danny, el chico de nuestra historia, le gustaba la vista que tenía desde ahí, ya que podía ver los edificios cercanos y las montañas a lo lejos, un espectáculo digno de admirarse por las personas correctas.
Eran aproximadamente las 3 de la tarde, Danny volvía de la escuela, cansado pero igualmente feliz. Por un lado, el día estuvo pesado porque ya eran las últimas semanas de evaluación dentro de su colegio, pero estaba contento porque su novia siempre se mostraba comprensiva con él y dispuesto a ayudarlo en lo que sea que necesitara. Apenas 1 año juntos y él ya la quería muchísimo, porque, de cierto modo, “encajaban” perfectamente el uno con el otro en casi todo; incluso, una vez, Danny le mencionó una esas muchas veces que salieron a pasear a algún lugar que se imaginaban como dos piezas de rompecabezas, hechas única y especialmente para estar juntas, comentario que, claramente, le encantó a la chica.
El chico dejó su mochila en su cuarto, tomó el auxiliar para conectarlo a la radio y, antes de poder presionar el botón de encendido, escuchó sonar el teléfono propio del departamento. Levantó la bocina y después de unos segundos identificó la voz de su madre, una mujer dulce pero que no tiene mucha paciencia, era profesora de una secundaria algo lejana a casa, donde apenas pudo encontrar el trabajo estable. El motivo de su llamada era para avisarle al joven que tenía que quedarse a calificar exámenes hasta tarde, no sabe exactamente cuánto se demorará en hacerlo, pero que, de igual forma, pasaría por el trabajo de su padre para que regresen a casa juntos, ya que él, de igual manera, tenía que quedarse tarde, como era costumbre. Danny se hubiera molestado un poco porque casi no ve a su padre desde que se consiguió ese empleo de funcionario público que, de ninguna manera, seguiría el chico, pero esta vez se sintió un poco más feliz; que Mamá se quedara hasta tarde al igual que su padre, significaba solo una cosa: quedarse otro rato más solo en casa, así que, sin vacilar, le dijo a su madre que no se preocupara, que él estaría bien, pero que tal vez no los espere despierto, palabras que Mamá tomó de la mejor manera posible, se despidió de su hijo y, con su dedo índice deslizándolo sobre la pantalla táctil de su móvil, terminó la llamada.
A las pocas horas después, Danny seguía haciendo sus tareas pendientes. Se sentía inspirado de alguna forma, por la música que escuchaba en ese momento, principalmente, cuando recibió otra llamada directamente en su celular que el identificador marcó como “Hermana”, y el muchacho con un poco de fastidio, por el hecho de haberlo interrumpido, le contesta de mala gana:
-Bueno, ¿Qué quieres?
-Danny, necesito que le avises a mi mami que estaré en casa de Jennifer hasta tarde haciendo tarea
-Si ¿Qué más necesitas?
-Nada, supongo que es todo.
-¿Qué? –le respondió, esta vez un poco más molesto- ¿No pudiste haberle marcado directo a su celular y no al mío? Sabes que no me gusta que me interrumpan, y menos por motivos así de estúpidos.
-Limítate a avisarle tú, y no me vuelvas a hablar así.
En ese momento acabó la conversación.
Su hermana era un poco mayor que Danny, pero por la manera en que lo trata, pareciera que de alguna forma se cree superior. A este punto ya estaba enojado
-Solo porque es mayor de edad supone que tiene derecho a dirigirse de esa forma a mí. Idiota.
El chico se limitó a mandarle un mensaje con lo siguiente:
“Tu hija me dijo que se va a quedar en casa de Jennifer, pero si fuera tú, la iría a buscar a casa del tarado de su novio.”
Él no supo si en verdad leyó el mensaje su madre. Pero no le tomó importancia.Después de haber hecho su tarea, su quehacer en la casa, e incluso jugar con su consola un rato, se dio cuenta que tenía más tiempo libre del pensado; apenas eran las 8:17 de la noche.
Danny no sabía qué hacer, cuando de pronto sintió un escalofrío que le recorrió toda la espalda, y eso le dio la clara idea de apagar todas las luces de su casa, sacar su laptop de su escondite (el cual existía porque su hermana la tomaba sin autorización ni en presencia de él, algo que no iba a tolerar), y se disponía a ver videos que lo atemorizaran, que lo perturbaran de cierta forma, porque de alguna forma, le excitaba sentir como su sangre se vuelve fría y su corazón explota del miedo. Así que, ni corto ni perezoso, se sentó en la mesa del comedor, apoyó su celular a un costado del aparato, abrió la ventana del navegador, y estaba a punto de teclear cualquier cosa, cuando de pronto, algo cegado por la luz que emanaba la pantalla, alcanzó a distinguir algo a lo lejos, como una sombra, ocultarse rápidamente en una de las habitaciones, como si no quisiera que fuera vista, suceso que le bajó en cierto modo los ánimos del joven; pero reafirmando su escepticismo y su necedad por creer en cosas paranormales, a pesar de las innumerables historias que ya había escuchado, lo pasó por alto, y pensó en algo más lógico: un ladrón.
Esta idea ganó más créditos de realidad por el hecho de que Danny no recuerda haber cerrado bien las ventanas, así que lentamente se levantó de la silla cuando de pronto escuchó su móvil sonar, y saltó incluso por el volumen que tenía en ese momento, cosa que nunca le había molestado desde que lo programó así, pero que en ese momento se arrepintió de no haberlo puesto en modo vibrador o incluso en silencio. El identificador esta vez rezó “Lisa”, la novia del chico.
Lisa también tuvo cosas que hacer después de que regresó de la escuela, pero no contaba con el hecho de que, casualmente, estaría sola en casa ese día. Ese maldito día. Dios, ¿Por qué los abandonaste?
El muchacho volvió a su silla y atendió la llamada; teniendo una conversación que pudo haber sido “normal” en alguna otra parte de la realidad, la cual duró alrededor de 20 minutos. De pronto, en el cuarto donde había visto la silueta anteriormente, escuchó caerse algo, que lo hizo estremecerse y casi caerse de donde estaba sentado.
-¿Qué te pasa? –preguntó Lisa al escuchar el desliz difícil de ignorar de la silla- ¿Qué tienes? Has estado hablando raro. Contesta ¿Qué te sucede?-A lo que Danny respondió:
-Escuché algo caerse. El ruido provino de mi cuarto.
Su novia rió, y le dijo:
-Pensé que no creías en esas cosas. -A este el punto el chico cambió parte de su miedo por enojo, y le reclamó:
-No estoy creyendo nada. Podría ser un ladrón, estúpida.
Fue a partir de ese momento que empezaron a discutir, y casi se olvida del asunto de aquella presencia, cuando las luces de toda la ciudad se fueron, pero, de alguna forma, la línea telefónica que lo conectaban a él y a la chica seguía en pie.
-Mierda, se ha ido la luz –exclamó el chico.
-Tal vez el ladrón apagó las luces para darte un buen susto –bromeó Lisa, y acto seguido rió ligeramente de su propio comentario.
Danny estaba a punto de colgar cuando sintió, muy dentro de él, que algo lo observaba. Y escuchó una voz, como un susurro, proveniente de la habitación, de aquella habitación. No pudo entender lo que había pronunciado esa cosa, pero de ninguna forma podía ser bueno. Fue entonces cuando, vio sus ojos de aquello, gracias a que se asomó de nueva cuenta. Unos ojos blanquecinos con gris muy horribles, chorreaban sangre; y la sangre parecía que se le corría hasta el mentón de esa cosa. Ojos que, si pudiera haber descrito él, solo podía ver en sus más mórbidas pesadillas. El muchacho ya estaba aterrorizado. Sabía que eso no se marcharía, sabía que aquello lo buscaba a él.
-Lisa, escúchame, por favor –advirtió el joven- Hay alguien aquí, no sé qué sea, pero no se irá.
-Aquí ¿Dónde? –preguntó estúpidamente la chica, quien se calmó de súbito al escuchar la voz de su novio.
-Hay alguien aquí –repitió Danny- Aquí en la casa, y me observa, Lisa.
La joven no sabía qué hacer ni que decir. Sin más que poder suplicar por ayuda, el chico, aún más nervioso y con la voz temblorosa, le dijo:
-Ay-yúdame, Lisa, p-por favor, hay alguien… o algo aquí, y me está vigilando, o no sé qué quiera. Rayos, tienes que ayudarme.
Danny se apartó del micrófono de su celular un momento, y exclamó con un tono de voz lleno de miedo puro:
-¡Si eres un ladrón, llévate todo lo que quieras, pero no me hagas daño, te lo suplico!- Lisa no pudo resistir más y empezó a llorar, algo que a Danny no ayudó absolutamente en nada, y los dos estaban rodeados de dos cosas; desesperación y miedo.
En ese momento Danny notó que aquella cosa, en alguna clase de respuesta a su comentario, sonrió. El chico deseó con toda su alma haberse arrancado los ojos antes de poder ver su “respuesta” de aquello. Su sonrisa iba de oreja a oreja, casi como si estuviera siendo forzada por ganchos adheridos a los extremos de sus labios. Sus dientes tenían un color amarillo rojizo. Algo realmente asqueroso. El joven tuvo unas náuseas muy grandes en cuanto miró eso, pero, al mismo tiempo, lo hacían sentir un profundo y muy inmenso terror.
Fue segundos después cuando hizo lo que creyó más prudente; corrió hacia la puerta, pero un pequeño tropiezo causó que tuviera que abandonar su celular, el cual seguía conectado al teléfono de Lisa. Llegó hasta la perilla de su puerta principal e intentó abrirla lo más rápido que pudo. Y contempló como todas las cerraduras se activaban de pronto. Aquello no lo iba a dejar ir. Danny no podía creerlo, y en toda la desesperación que lo inundaba, empezó a patearla. Y a patearla. Y a patearla. Como si su “increíble fuerza anti-cerraduras”, o quizá por obra divina, la puerta fuera a romperse y así conseguir escapar. Un golpe no bien calculado hizo que se lastimara más su pierna derecha que la misma madera de la puerta.
Ya no había a donde ir. Ya no había escape. Incluso el chico llegó a pensar que nunca hubo escape alguno.
Reaccionó pensando que a aquello le había dado la espalda. Fatal error. De alguna forma mantenía a esa extraña presencia alejado mirándola, pero ahora estaba a un metro de él. Y Danny sintió que aquello estaba enojado, furioso, por el intento de escape del muchacho.
Lisa aún seguía escuchando todo del otro lado de la línea cuando de pronto, oyó un grito sobrenatural, un golpe muy fuerte y un cristal romperse y caerse. “Llamada terminada” le indicaba su celular. La línea se había cortado. La chica solo pudo admirar el vacío, con la mirada fija en la nada, ella sabía exactamente qué había pasado.
Momentos antes, un chico se sentó en la acera, la cual daba en frente de un edificio algo grande, con ventanas relucientes. Se imaginó que se sentiría vivir allí, y tener una vista hacia los demás edificios y a las montañas. Debía ser algo hermoso. Lo único que los separaban a aquel edificio y a él, era el hecho de su situación económica y una avenida.
Entonces un señor llegó en un auto elegante y le indicó a la persona que acomodaba los vehículos que tuviera cuidado con el coche, con una voz amable. Y antes de darle las llaves escucharon una ventana romperse y a algún desdichado caer desde un cuarto piso. Su cabeza rebotó en el automóvil del pobre hombre y cayó violentamente al pavimento. Se oyeron gritos ajenos de señoras que presenciaron tan atroz aterrizaje. El chico, bastante impactado, llamó a una ambulancia. Se acercó al chico y pudo notar que el pecho de esa pobre alma estaba atravesado con algo circular casi perfecto, justo en medio de su torso. Llegaron los paramédicos y recogieron al chico en una camilla, y el joven subió de igual forma a la ambulancia. Uno de aquellos sujetos que recogieron al joven lo miró a los ojos y le hizo un movimiento negativo con la cabeza. El chico intentó contener las lágrimas, aunque ya lo sabía, lo supo en cuanto lo vio. Danny no sobreviviría, pero su mejor amigo se quedaría hasta el final con él.
Hasta la fecha, Lisa no ha podido recuperarse de aquel suceso, y aun así, cuenta su versión de la historia con valentía, pero acompañada de soledad y lágrimas en los ojos, agregando también que, una vez al año, recibe una llamada de un número desconocido, siempre diferente, pero quien le habla es su novio, con simples pero perturbadoras palabras:
Lisa, ayúdame, algo me observa desde el cuarto…
Haytham-931 (discusión) 14:58 23 nov 2016 (UTC)Haytham