Para conocer el Annwn primero hay que sacudirse las creencias típicas sobre el infierno y sus castigos, ya que dentro de la mitología celta y gaélica el infierno importa menos como lugar que como estado mental. El Annwn puede ser un infierno, sí, pero también un paraíso, todo depende de lo que el peregrino lleve en su corazón.
El Annwn está gobernado por Arawn, Señor del Submundo, y capitaneado por Gwyn ap Nudd, que en ocasiones se hace cargo del gobierno infernal. Nadie conoce a ciencia cierta el significado de su nombre. Algunos sostienen que Annwn significa "muy profundo"; otros que deriva de las palabras Ande Dubnos, literalmente, "inframundo".
El Annwn acaso se encuentra debajo de Irlanda, aunque el Mabinogion la ubica en Dyfed, tierra más accesible para el alma anodina. Por otro lado, el ciclo artúrico identifica a Annwn con la isla de Avalon, la isla de los manzanos donde reposa el cadáver de Arturo hasta que las circunstancias lo reclamen para salvar Camelot.
Las primeras menciones del Annwn describen un pacto entre el rey Pwyll y Arawn, rey de aquella tierra tenebrosa. Según se dice, los sabuesos del infierno (Cwn Annwn), creados con las almas de los réprobos, fueron prestados al rey a causa de su valor y compromiso con la fidelidad conyugal, no de él mismo, sino de la esposa de Arawn, con quien habría dormido sin tocarle un pelo.
Otro conflicto interesante es mencionado en el poema épico Cad Goddeu, donde se narra la batalla entre Gwynedd y las huestes de Annwn comandadas por Arawn. Se cuenta que los ejércitos infernales están conformados por criaturas abominables, bestias multiformes llamadas Widemawed, lenguas que se arrastran sin bocas como larvas alucinantes, y toda clase de prodigios concebidos en las profundidades.
Quizás el visitante más ilustre del infierno irlandés sea el Rey Arturo. En el poema medieval Preiddeu Annwfn, Arturo realiza una serie de viajes por los distintos reinos subterráneos, de cuyos regentes recibe toda clase de regalos, como el don de componer poemas majestuosos y hablar la lengua incierta de las aves. Al final del viaje se nos informa que Arturo es invitado a pasar una temporada en las estancias de Arawn, la Fortaleza de cristal, sede de los vientos y cuyas bóvedas están conformadas por las raíces de las montañas.
Lamentablemente para nosotros, admiradores de la mitología subterránea, los irlandeses y galeses siempre fueron prudentes a la hora de mencionar su infierno, y el Annwn a menudo aparece mediante omisiones, silencios, guiños temerosos al lector, acaso porque se pensaba que Arawn poseía un oído formidable, capaz de detectar a cualquiera que se atreviese a pronunciar su reino hecho de cristales y almas sombrías.
No obstante -señala el ciclo artúrico- el Annwn puede ser un lugar de dicha para el espíritu noble, y sus demonios pueden transformarse en doncellas y el hambre en festines y bailes de inconmensurable belleza. Una recapitulación superficial indica que este mito es menos abundante que el primero, acaso un inciso posterior pensado para que la muerte no sea lo que realmente es: un umbral hacia el vacío.