Me arrastro por encima del suelo, el cual está cubierto de hilos blancos pegajosos. Mi cuerpo se debilita por las miles de picaduras venenosas de
las que me cubren. Al final del pasillo hay una puerta abierta, si llego hasta allí se habrá acabado.
De repente, se oye un golpeteo ligero, que crece más y más. Trato de correr, pero el cuerpo no me responde. Las telarañas se cubren de una, no, miles de pequeñas formas. Aún puedo llegar, pero las piernas no me responden. Siento que algo sube por mis piernas y se extiende por mi cuerpo, llenándome de heridas. Una araña se me pone sobre mi ojo y siento cómo mi retina se rompe, antes de soltar todo de líquido y sangre. Los demoníacos insectos me envuelven con sus telarañas, mientras su veneno me hace cerrar los ojos.
No quiero dormir, no tengo sueño y me dan miedo las arañ...