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En el cumpleaños de un joven, sus amigos y él se divierten en la noche, hasta tal punto de pasarse de copas. Para matar el aburrimiento, caminaron hasta encontrarse con un cementerio misterioso, y los amigos hicieron barbaridades en ese lugar y provocó que Daniel esté decepcionado y se fuera de allí, salvándose de un horrible desenlace.

En el cumpleaños de un joven, sus amigos y él se divierten en la noche, hasta tal punto de pasarse de copas. Para matar el aburrimiento, caminaron hasta encontrarse con un cementerio misterioso, y los amigos hicieron barbaridades en ese lugar y provocó que Daniel esté decepcionado y se fuera de allí, salvándose de un horrible desenlace.

Este suceso dio lugar en la ciudad de Santiago, en el país de Chile, en un día 5 de agosto del año 2019.

Daniel, un chico que acababa de cumplir los 18 años de edad, celebraba en una cancha junto con sus amigos, compañeros de colegio y, obviamente sus padres. En el sector en donde vivían, es muy común que celebren los cumpleaños o cualquier fiesta en la plaza, más especialmente en la cancha ubicada en el medio de ésta. Aquel día fue el de los mejores de su vida; lo celebraron con snacks, con música a todo volumen, con juegos y competencias muy divertidas. Prácticamente era como un evento o discoteca al aire libre.

La fiesta duró hasta las 17:40 p.m. Cuando ya casi la mayoría de la gente que estaba ahí se había marchado, se quedaron algunos amigos de él y sus padres. Sus padres le dijeron a su hijo Daniel que se iban a ir a la casa debido a que estaban cansados y con sueño, pero que se quedara aquí haciendo lo que quiera, total es su día. Daniel dijo que vayan tranquilos, que no hay ningún problema, y se quedó con sus amigos. Ahí estuvieron conversando y bromeando, hasta que 4 de sus amigos sacaron de sus bolsos vasos de plástico y unas botellas de alcohol, y bebieron mientras hacían bromas y chistes, y así estuvieron hasta la noche.

Eran las 22:20 p.m. y Daniel junto con sus amigos estaban pasados de copas; hablaban arrastrando las palabras y se tambaleaban cuando caminan o están de pie. Ellos reían tontamente a carcajadas con sus bromas y chistes pueriles y sin sentido alguno. Ellos, aburridos de estar en la plaza, se pararon y empezaron a caminar por los pasajes desolados. Los focos de los postes de luz estaban rodeados de polillas que revoloteaban en círculo alrededor, posándose encima de la luz.

Lugar en donde estuvieron el joven y sus amigos.

Lugar en donde estuvieron el joven y sus amigos.

Siguieron caminando, caminando, y caminando, hasta que llegaron a un cementerio el cual estaba casi apartado de las casas. Daniel y sus amigos, ebrios, se extrañaron, ya que en donde viven, no había un cementerio cerca. Aquel lugar era lúgubre, sombrío, pesado, y fríamente tétrico. Los jóvenes no le dieron importancia y, para matar el aburrimiento, decidieron adentrarse al lugar, subiendo y traspasando la reja de madera que cercaba el sitio. Cuando entraron, sintieron un frío anormal e intenso, como si hubieran entrado a la Antártida. En el lugar había tumbas, lápidas, cruces, animitas, y excavaciones abandonadas, y por el aspecto de éstas, parecía ser un cementerio muy antiguo. Sus amigos empezaron a hacer bromas y chistes bastante pesados y crueles contra las tumbas que estaban ahí, tirándoles las botellas vacías y orinándolas. Daniel estaba disgustado y molesto por lo que estaban haciendo, y les pidió que no lo hicieran porque se iban a meter en grandes problemas, pero sus amigos no le hicieron caso. Entonces, Daniel se enfadó más y decidió irse de ahí, dejando botado a sus amigos. Saltó la cerca de madera y se fue, dejando a sus amigos en ese frío lugar.

Llegó a su casa sin ningún problema. Sus padres estaban durmiendo, y él se fue lentamente a su cuarto. Miró el reloj que estaba colgado en la pared y eran las 0:00 p.m. Él, con sueño, se puso el pijama, abrió su cama, se acostó, y empezó a dormir.

Esa noche, Daniel vive una experiencia muy confusa, y a la vez, la más espeluznante que ha tenido en su vida.

Despertó en medio de la oscuridad, en su cama. Un silencio sepulcral invadió su cuarto. Miró el reloj y eran las 3:15 a.m. Sintió como si estuviera con la garganta seca, e iba a pararse a tomar agua, pero su cuerpo no respondía, como si fuera un maniquí. Empezó a asustarse y a respirar como si hubiera corrido por mucho tiempo, y sintió como si varias personas lo observaban desde distintos lugares; se podría decir que él estaba en una especie de parálisis de sueño. De pronto sintió como abrían la puerta de su cuarto, y vio como unas extrañas y decrépitas personas entraban y lo rodeaban. Él sentía un escalofrío que le corría por todo su cuerpo. Aquellas personas tenían el aspecto de un cadáver; ropa desgastada, piel grisácea, y ojos que no parecen tener pupilas, solo dos canicas oculares blancas como el bloc de dibujo. Esos individuos se le quedaron mirando fijamente con una expresión fría, él estaba petrificado y perturbado, no sabía que hacer, hasta que una de esas personas se le acercó a él, y mirándolo fijamente, le dijo esta frase con una voz que rebota en una cueva:

“MUCHAS GRACIAS POR NO FALTARNOS EL RESPETO”.

Fantasmas

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Esa gente le dedicó una sonrisa amigable que se les dibujó en el rostro, y se desvanecieron en una nube de vapor. Cuando se fueron, Daniel, por fin, reaccionó, se levantó de la cama exaltado y con la piel de gallina, y pensaba que era un mal sueño, pero se asustó más al ver que la puerta de su cuarto estaba abierta de par en par, y él juraba que la había cerrado. Rápidamente fue al baño a lavarse la cara y a tomar agua, y cuando lo hizo, se sintió extrañamente aliviado. Suspiró, se secó el rostro, y se fue a la cama a dormir ya mucho más relajado.

Al día siguiente, el 6 de agosto del año 2019, Daniel despertó sin problemas. Se vistió y se alistó para ir al colegio. Tomó desayuno, se arregló, se despidió de sus padres y se fue rumbo al colegio, pero sin antes ir a buscar a sus amigos. Cuando fue a la casa de ellos, se encontró con varias patrullas de carabineros estacionadas al frente de éstas. Un carabinero estaba afuera como guardia, y Daniel fue hacia él a preguntarle qué fue lo que ocurrió con sus amigos, y el carabinero le dio una noticia que lo entristeció y lo apenó muchísimo. Le dijo a Daniel que sus amigos fueron encontrados muertos en sus habitaciones, y la causa de su muerte es atribuible a un ataque epiléptico, y a continuación, el carabinero le informó algo que hizo que a Daniel le helara la sangre. Le dijo que a la hora en que murieron fue a las 3:15 a.m., misma hora en donde le ocurrió esa macabra experiencia. Después, el carabinero le dijo que habían encontrado las ventanas empañadas junto con un mensaje escrito en él, el cual decía esto:

“TE PASA POR BURLARTE DE NOSOTROS”.

El pobre Daniel estaba muy aterrado, no sabía que decir, y decidió no contar nada de lo que le pasó y experimentó esa noche que tuvo esa parálisis, porque obviamente no le iban a creer y lo tacharían de loco.

Él lloraba mucho por sus ex amigos.

Entonces se le ocurrió una idea. Fue al lugar exacto en donde estaba ese misterioso cementerio. Cuando llegó, se llevó una gran sorpresa. El cementerio no estaba en el sitio, solo había un peladero con pasto seco.

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