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Una pesadilla hecha realidad: Half-Man

Uno nunca sabe de lo que puede encontrarse en esta vida, la cual está llena de sorpresas y de misterios sin resolver, el mundo del internet intenta poder darle una razón lógica a todos estos hechos, pero créeme que cuando digo que esto no tiene solución, tan solo es un acertijo que, por lo menos yo, no pude resolver y quizás ustedes tampoco.

Todo comenzó cuando llegué una tarde de lluvia del colegio hasta mi casa, eran alrededor de las seis y media, a esa hora ya estaba más que cansado por los estudios que tanta dificultad me traían. Me tire en el sillón más cercano a la televisión sin siquiera haberme cambiado la vestimenta escolar de encima y mucho menos quitarme la mochila sobrecargada de materiales escolares.

La lluvia cambiaba a tormenta, y de la tormenta a tornado, todo fue muy repentino. Ese pequeño pero potente tornado había ya arrasado con la gran cantidad de postes donde están los transformadores de energía eléctrica, vivo en un barrio bajo y por ello estos transformadores están sobre la tierra.

Inminentemente se cortó la electricidad, todo se volvió oscuro y tenebroso en la sala donde yo estaba, mi madre se había ido a hablar con alguna vecina por como la lluvia era cada vez más fuerte, pero no volvió.

Yo me asuste completamente cuando la luz había desaparecido, mi hogar tenía varias habitaciones y todas eran tenebrosas. Se sentía como si en mi cuello alguien estuviese respirando, los vellos de mis brazos comenzaron a levantarse fríamente y mis ojos jugaban con mi imaginación creando rostros psicópatas en las paredes por donde yo miraba.

Asustado me propuse a buscar mi teléfono celular en mi habitación, el cual no tenía batería. Por suerte encontré el de mi madre por encima de la mesa del living, lo tome y lo encendí, pero el inicio era diferente, la no había tenía el logo de Movistar y no hacía el ruido típico de encendido, una música bastante fuerte solía salir.

Ignore esto y me tire en el mismo sillón, abrí las aplicaciones que tenía el teléfono celular, pero tan solo había juegos aburridos, me puse a buscar por el menú de ajustes donde solían haber aplicaciones para mejorar el rendimiento del teléfono.

Me puse en la opción accesorios donde siempre estaban las mejoras de Auricular y de Cargador, en este caso solo encontré el del cargador y por debajo una cadena de números y símbolos raros, era más que lógico, el celular ya se había cagado con algún virus. Curioso presione para ejecutar esa aplicación, allí comenzó todo el caos.

Era un virus del WhatsApp que mi madre utilizaba frecuentemente para comunicarse conmigo y ella solía presionar descargar a cualquier cosa que se le apareciese, de ese virus se libraron varios Screamers por toda la pantalla, no dude en soltar una risa porque todo eran bastante absurdos y aburridos, el que más me llamó la atención era el de Shaye Saint John, una modelo que perdió su rostro en un accidente automovilístico, ella no me daba miedo pero no usaba la máscara que frecuentaba utilizar, su rostro era horrible, sus ojos parecían los de un gato y estaba desfigurada y quemada gran parte de su cara.

Me asombre porque tan solo una vez esa mujer se quitó la máscara y nunca jamás se la vio volver. Luego de verla caí en un sueño profundo y repentino, no sé cuándo pasó pero fue horrible, mi corazón latía con mayor fuerza y a pesar que estaba en un estado “inconsciente” podía escucharlo.

Un sueño no se hizo esperar y aparecí en el mismo sillón pero con la puerta trasera abierta, me levanté y comencé a caminar, era todo tan normal. No sé veía el típico recuadro negro alrededor de los sueños, este era perfecto, todo se sentía real, pero no me deje confiar por los sentidos y pase por la puerta hasta el exterior, mi madre estaba allí detrás de una tabla de madera sobre una mesa, me preguntó dónde estaba su teléfono celular y camine hacia ella para dárselo.

Antes de dárselo mientras caminaba lo mire, la pantalla se encendió y los screamers comenzaban a sobresalir de la pantalla, tenía pánico y podría decirse que hasta fobia. Lo tire al suelo y de ningún lado que yo conozca salieron unos perros de una raza parecía a los labradores negros para devorarse el teléfono.

Mi madre me gritó que comenzásemos a bailar, por dios, ella había enloquecido. El baile que ella comenzó era simple, tenías que doblar tu rodilla hacia un lado, poner el pie en el suelo y doblar la otra rodilla, así mientras ella gritaba “AYUDA, AYUDA, AYUDA”. Me contagié de su baile, perdí toda mi cordura por un minuto y también grité.

Luego de varios segundos del baile psicópata, mire por la puerta por donde había salido yo donde en la ventana a unos metros había un chico con una camisa blanca un poco sucia con una corbata verde que empezó a golpear la ventana y sonreír.

Cuando lo estaba por mirar a la cara este salió corriendo, me arme de valor, el cual no tenía y comencé a correr hacía la puerta, me choche en esta y no me desperté por más dolor que sufriera, repetí el proceso pellizcándome y lastimándome, pero no despertaba. Corrí de nuevo hacia el patio trasero y mi madre había desaparecido.

En una esquina del patio trasero había siempre una casita casi destruida de madera con musgos, la puerta estaba semi-abierta y dentro de esta solían reunirse ratas y sapos. Cerca de esta yo ponía mi silla reposera para descansar, y efectivamente esta estaba en mi sueño real.

Se tire encima de esta amedrentado, desde la silla se veía la puerta que estaba abierta, y detrás de ella estaba una mano absolutamente negra, seguí mirándola y me encontré con su brazos muy delgado, después un cuello y la mitad de un torso, parecía un maniquí mal hecho, este asomo su cabeza y todo se entristeció, mi vida se amargó y ya nada tenía sentido, cerré los ojos esperando que aquel maniquí hiciera algo, pero tan solo desperté.

Cuando desperté el sol había renacido, estaba yo en esa misma silla y con el celular de mi madre en mi mano con la aplicación que se había cerrado, o quizás yo no la había abierto nunca. Miro a mi izquierda y el maniquí seguía allí pero con las partes que había visto yo antes, me juré no volver a ver su cabeza que está siempre ahí, en la espera de asomarse y convertir la vida en alguien una miseria...

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