"La carretera está embrujada", le dijeron, "nunca la transites de noche". Son cientos, tal vez miles, los relatos que se cuentan de ella.
Él estaba al tanto de esas historias. Las creía. Y de no ser porque la necesidad laboral lo obligaba, jamás hubiera accedido a manejar por ahí durante la madrugada.
–Hace apenas un año, una familia murió a unos cuantos kilómetros de aquí–le dijo el camionero que conoció hace un par de horas en un restaurante de mala muerte–. Eran una pareja joven y tres pequeñitos. Fue una tragedia.
Se dice que el hombre se quedó dormido al volante, pero por aquí todos sabemos la verdad. Fue la mujer de blanco. Aparece de pronto en medio del camino y los que no saben de ella, intentan esquivarla y pierden el control de sus vehículos.
La historia lo puso más nervioso de lo que ya estaba. Pero no cabe duda de que fue muy afortunado de escucharla; lo alertó del peligro. Tal vez le debe la vida a ese camionero, pues de no haberle prevenido, quién sabe cómo hubiera reaccionado cuando la mujer de blanco apareció en su camino. Seguramente habría intentado evadirla y ahora mismo estaría muerto.
Del susto, sin embargo, nada podía salvarlo. Su corazón latía a mil por hora y sus manos temblaban una barbaridad, por lo que decidió encender la radio para ayudar a relajarse.
Fue una buena idea, sonaba una famosa canción de AC/DC que le gustaba mucho y ya comenzaba a sentirse mejor. Solo se preguntaba cuánto tiempo tomaría a la fantasmagórica sangre desaparecer del parabrisas.
Autor: Carlos Cantu