Pasó cuando me trasladé a mi nueva casa, estaba realmente feliz por haber conseguido, finalmente, un lugar tan bonito en un vecindario muy acogedor.
Después de sacar todas las cajas del camión, y meterlas en el garaje, me percaté de algo: Donald, mi perro, no estaba por ninguna parte, o por lo menos, no lo encontraba, lo cual era raro ya que recuerdo haberlo visto justo al llegar a la casa saliendo del vehículo. No le tomé importancia, a veces se escapaba.
Me la pasé el resto del día ordenando los muebles como los quería y limpiando un poco antes de colocar y decorar la casa con todo lo que estaba en las cajas. Todo esto a la par de salir un par de veces a buscar a Donald, sin encontrarlo.
Ya en la noche, en el garaje, es que comencé a desempacar, pero... algo no andaba bien. Había una caja en el fondo alejada de las demás que yo no recordaba haber colocado. Esto se hizo especialmente raro, cuando contaba las cajas, me daba cuenta que había 17, lo cual era imposible. Yo recordaba haber traído 16.
Al acercarme rápidamente a la caja, extrañado, terminé por confirmar que no era de las mías en lo absoluto.
Esa noche, horrorizado y asqueado, me fui para siempre de esa maldita casa. Al destapar la caja y ver adentro, el cuerpo totalmente rebanado, desollado de mi querido perro Donald y junto con él, una carta mojada en sangre que decía:
-"ESTA ES UNA BIENVENIDA PARA TI, EL NUEVO DUEÑO DE ESTE PLÁCIDO HOGAR. ESPERO QUE TE GUSTE TANTO COMO ME GUSTÓ A MÍ"-
