Papúa Nueva Guinea, hermoso país, tiene una extensa selva tropical, hermosa y peligrosa, pero gracias a los guías
de turistas los peligros son mínimos. En mi grupo éramos 15 personas, la mayoría visitantes estadounidenses, yo tenía todo estudiado por si sucediese algún accidente o un encuentro no deseado con un animal salvaje. Durante la primera hora vimos animales hermosos, y pasamos sobre el río con nuestro camión anfibio.
Al cruzar al otro lado del río me estremecí un poco al ver un letrero al costado del camino que indicaba un cruce de casuarios, según lo que investigue el casuario es el ave más peligrosa del mundo y mi preocupación se incrementó al ver un ejemplar del ave en cuestión observando fijamente al camión desde el bosque.
De repente se escuchó que ese animal empezó a emitir su extraño canto (reproducir vídeo) para luego abalanzarse
Audio del Casuarius .HD
sobre el camión, sus enormes garras penetraron el metal del vehículo, todos los pasajeros gritamos, es decir, un ave penetrando la cubierta de un camión no es cosa del día a día.
El conductor se desvió del camino haciendo que el camión volcara, cobrando la vida del mismo y de cuatro pasajeros, los otros diez y yo emprendimos la huida pero uno de ellos se volteo y nos dijo.
-Nos persiguen, nos persiguen 5 de esas cosas-
Sin darnos cuenta de nuestros costados saltaron dos más, según mis investigaciones los casuarios son de los animales que menos han cambiado desde el mesozoico, haciéndolos prácticamente dinosaurios, lo que nos estaban haciendo, lo que estábamos experimentando, era la forma de caza de los dinosaurios, más específicamente los Oviraptores.
oviraptor
Me dispuse a correr más rápido adelantando a los demás, gire mi cabeza y vi como de las 11 personas que éramos ya solo somos tres. Continuamos con nuestra maratón y caímos en un barranco, uno siguió corriendo, el otro se rompió la pierna al caer y yo me quede a socorrerlo, ocupé el pequeño botiquín de emergencia que llevaba en mi mochila, tome las gasas, un poco de algodón y cinta de papel cuando escuche un crujido, un escalofrió recorrió mi columna cuando mis sospechas fueron confirmadas al oír un pitido, estábamos en donde anidaban. No me tome la molestia de seguir curándolo, lo abandone y seguí corriendo, pero mi pie chocó contra uno de los huevos, haciéndome tropezar, para empeorar mi situación caí sobre un polluelo recién nacido, obviamente no soporto mi peso y murió.
Mi destino estaba asegurado cuando escuche el canto de no uno, ni de dos, sino de siete casuarios que se acercaban, paso tras paso para terminar con lo que empezaron a cazar.
