Wiki Creepypasta
Advertisement

¿Para ti qué es el cielo y el infierno?

Todo el mundo se hace esa pregunta algún día de su vida, y no me puedes decir que no es así porque te mentirías a ti mismo.

Normalmente todos creen que el Infierno es aquel lugar en donde las sombras gobiernan y todo mal nacido que corta todo bien o crea el mal en la tierra se va a este lugar y en el cielo... todo aquel querubín que no es capaz ni de matar a una mosca.

No, amigo... Vas por un muy mal camino con tus ideas.

Te diré que yo morí de pequeña por una enfermad. No tenia ni diez años para mi muerte y todos dijeron que era bueno que yo muriera... Todos pensaban que me iba a ir al cielo ya que no había echo ningún mal a nadie o al menos no había alcanzado a hacer ninguno mal. Que iba a pasar a mejor vida.

Que no iba a volver a sufrir...

Quizás escribir esto no tenga ningún sentido. ¿Pero yo qué voy a perder? Nada... ya que acá no hay nada más que puedan quitarte. Ya que ya al llegar te quitan todo.

Cuando llegué era pequeña. Pero ahora no soy para nada pequeña. El tiempo acá no se detiene, sigue y sigue. Es una tortura.

Somos almas en cáscaras de humanos.

A algunos los huesos no los resisten y caen para no volverse a levantar y están condenados a estar en el suelo arrastrándose para la eternidad. Por suerte, yo aún me puedo mantener en pie y no caigo como los demás.

El cielo no es diferente al infierno, y tampoco está esa chorrada de Jesús y el Diablo.

Eso no existe.

Y nunca ha existido. Solo son mitos y leyendas que los usan para su diversión

Todos juntos viven acá, o mejor dicho, deambulan acá, otros son castigados por el Creador y los obligan caminar con pesas en sus pies con los cuales les rompen los tobillos provocando que antes de tiempo tengan que estar arrastrándose por el suelo. Es una lástima, y próximamente yo también estaré castigada. Todo por desobedecer sus reglas.

Hay rumores que corren que dicen que el creador vive debajo de las piedras vigilándonos. A él no le interesa vigilar a los de la tierra, no a los mortales, si no a los que están muertos y el corazón no les late pero sí pueden sentir dolor para la eternidad. A ellos sí les interesa verlos y castigarles. Siempre atento a que alguno de nosotros rompamos sus reglas de mierda.

El hambre acá todos los poseen, es un dolor constante que nunca acaba, pero créeme, no es mucho mejor que el dolor a comerte una mano, ya que estas están podridas por la humedad de este fétido lugar. De hecho no hay tierra seca... Todo es agua salada. Por la cual tampoco podemos tomar. Las gargantas se sienten como si estuviesen echas de cartón o de arena. Una contradicción total ¿no? Estar en un lugar húmedo y sentirse terrible por estar seco por dentro.

Miedo...

El miedo es uno de los mejores amigos que puedes conseguir. O de que por sí estará a tu lado susurrándote cosas en tus oídos, que estarán podridos de gusanos. Todo un bullicio, déjame decirte. Entre escuchar cómo se arrastran gusanos en tus tímpanos y comen, a escuchar cómo el miedo dice barbaridades de que es mejor estar muerto.

Muerte,  un juego de niños.

Cualquiera se puede morir, incluyendo por la obra de un niño al descubrir un arma de fuego en el cajón de ropa del padre y jugar con él a los vaqueros hasta darse un tiro en las sienes. Sí. Hay más de uno de esos que están acá.  Al menos en la división 504 hay más de 124 tipos que han llegado.

¿Y cómo lo sé?

Es fácil.  Ellos no paran de hablar y de no entender cómo llegaron de la nada acá. Repiten una y otra vez cómo el de las ropas ajustadas azules los trajo aquí de la manita. Y de cómo estaban jugando con sus amigos.

Ah, sí... Perdonen mi idiotez por no nombrar a el de ropas azules ajustadas. Nadie sabe su nombre. Nunca habla y si quisiera tampoco podría. Ya que su lengua está dañada por lo seca que está su boca.

Él es el encargado, o mejor dicho, el castigado de desenterrarnos y arrastrarnos hacia acá. Y se me olvida mencionar que lágrimas espesas y similares al petróleo o barro se escurren por sus ojos verdes. Tan verdes como la mierda de bebé en sus primeros meses de vida. Toda una exquisitez.

Algunos llegan acá sin torsos o brazos. Porque que sus muertes fueron por asesinos que los descuartizaron o por una noche de borracheras en la cual cruzaron la calle y un camión los atropelló. Pobres de ellos ya que sus cuerpos están podridos bajo el agua. Y es todo un problema ya que uno al caminar tropieza con ellos, son todos unos estorbos.

Las campanas suenan y los ayudantes del creador que se hacen llamar ángeles están ya gritando. Ya descubrieron que con mis manos podridas estoy escribiendo en un papel que se habían enredado con el chaleco de un recién llegado. El lápiz en este momento es un palo manchado con mi sangre. Y estoy apoyada en un una de mis piernas para no mojar el papel. Es una suerte total que aún me acuerde de cómo escribir.

Descubrí hace poco que un pequeño orificio en estas aguas para poder tirar este trozo de papel. Quizás dije en el principio que no sabía con qué fin escribía esto pero... es solo para advertir. No se ilusionen. Sientan miedo de morir. Acá no es una maravilla.

Ojalá haya alguien que lo encuentre..., solo sacrifico mis brazos para esto. Ya sé que me castigarán, lo sé... me castigarán y cortarán mis brazos, y si tengo suerte tal vez me dejen conservar mi ojos.

Solo si tengo suerte.

Ya siento detrás mío las alas azules de los Ángeles.

Ángeles

Los Ángeles son malos, ellos son nuestros verdugos, los que nos castigan...

Ya me despido. Debo llegar a esa imperfección de agua y tierra húmeda para tirar esto... Antes que me atrapen.

Advertisement