Eva Prideux era una chica proveniente de una familia adinerada del sur de Francia, introvertida, no muy sociable y un poco extraña, retraída y misteriosa, motivo por el cual sus compañeros y pares no tomaban en cuenta siquiera su existencia y cuando lo hacían solo era para burlarse de sus modos y costumbres, molestándola e incluso agrediéndola.
Más allá de esto, ella tenía un don y una pasión muy especial, el arte. Pasaba sus horas pintando cuadros, retratos, paisajes y sus obras eran realmente excelentes. Debido a que su familia había fallecido recientemente, ella era una adolescente completamente independiente que vivía sola en la gran casona que había heredado junto con la fortuna de sus padres.
Este también era un motivo de burla para los desalmados compañeros que se dedicaban a hacerle la vida imposible cada día más, debido a que, por su particular carácter, ella simplemente no se defendía de ningún tipo de broma o acto que sus padres pudieran llegar a cometer contra ella.
En un día como cualquier otro en el instituto, uno de los alumnos en particular, Juan, un joven atlético, con un futuro más que prometedor en el mundo de los deportes, que contaba con el apoyo de la mayoría de sus pares e incluso admirado por muchos, pero particularmente el cual dedicaba su tiempo más que ninguno en molestar a Eva, apareció muerto.
La noticia conmocionó a toda la ciudad, el joven yacía en el suelo de los baños del segundo piso con un trozo de vidrio de una de las ventanas clavado en su cuello. ¿Qué clase de persona haría eso? Incluso a una persona tan querida por los demás como Juan. Un joven respetuoso, cordial y con un carisma excepcional.
Solo Eva lo haría, la chica marginada, misteriosa, retraída, traumada por la reciente pérdida de toda su familia, que en una explosión de furia perdió sus cabales y terminó con la vida de su agresor. Esto por lo menos era lo que las personas del pueblo opinaban y creían acerca de su chivo expiatorio, Eva.
La furia de la gran masa no tardó en llegar, Eva era la ciudadana más despreciada por todo el pueblo. Pero a falta de pruebas nadie podía condenarla ni acusarla de nada, o por lo menos así fue hasta que la gente, ciega por el dolor de la pérdida de uno de los ciudadanos y jóvenes más admirados, optó por la justicia por mano propia.
Cientos de personas, alumnos e incluso profesores clamando sangre ingresaron por la fuerza a la gran casa de la familia Prideux, destrozando todo a su paso en búsqueda de su víctima. Al romper una de las grandes puertas del caserón, se encontraron con Eva, llorando desconsolada, abrazada a cada una de sus obras, lastimando sus brazos con el vidrio que cubría cada uno de sus cuadros y la presión que ella ejercía en ellos.
Unas suaves y temblorosas palabras salieron de su boca:
“Hagan lo que quieran conmigo, pero no destruyan mis trabajos, no a ellos, por favor.”
La gente se abalanzó contra Eva como una furiosa jauría de perros rabiosos, se apoderaron de sus obras y una por una comenzaron a quemarlas mientras los gritos y alaridos de sufrimiento de Eva parecían salidos del mismo infierno. En un brote de adrenalina, Eva logró empujar a los dos grandes hombres que la sostenían y desesperadamente comenzó a tomar y a abrazar sus obras mientras estas ardían en llamas. Las lágrimas del rostro de Eva se secaban con el calor del fuego en sus brazos y vestiduras mientras la gente miraba completamente en shock la situación que tomaba lugar en esa habitación de un tenue color gris.
Nuevamente unas palabras, las últimas en realidad, salieron de esa voz temblorosa y tímida que ardía junto a sus pinturas:
“Cada reflejo en cada cuadro seré yo, cada miedo, cada pesadilla, cada imagen, seré yo. Cada infierno, en cada reflejo, verán y será en mí.”
Se dice que Eva viaja en cada cuadro del mundo, viviendo a través de las obras de arte en cada museo y casa, reflejándose en cada vidrio, cada marco y cada color, y que, si la suerte no te acompaña y en un reflejo te encontrarás con ella, la horripilante imagen de los vacíos ojos negros de Eva y lo que queda de su carne ennegrecida y destrozada por el fuego va a ser lo último que veas en esta vida.