Día 1.
Entonces del cielo, un destello blanco dejó ciegas a las personas que andaban por las calles. ¿Qué era? Nadie lo sabía, y todos aquellos que vieron directamente al destello nunca más pudieron volver a ver.
De las nubes descendieron más de cien figuras humanoides negras, con alas de cuervo, máscaras que parecían cráneos de humanos, lanzas largas y garras en sus manos. Cuando cayeron, empezaron a acabar con todo aquel que se cruzará en su camino y con aquel que no.
Trabajaban en grupos, y cada vez que uno de ellos moría otro descendía desde el cielo.
Día 5.
Ya algunos edificios estaban en llamas o carbonizados por los ahora llamados “Ángeles”.
Los supervivientes intentaban matarlos, junto con las autoridades de lo que quedaba del país. Pero cada vez la raza humana se extinguía más rápidamente. Los Ángeles desarrollaron fuego, y lo pueden disparar con sus lanzas, parece que se divierten con eso.
Ya he escuchado sus risas. Parecen puercos gritando de dolor, o algún otro animal pequeño. La única forma de ocultarse es nunca hacer ruidos, y permanecer en la oscuridad, o junto a los cadáveres.
Día 18.
Ya no son ciento ochenta y nueve, son al menos unos seiscientos, los cuales ahora se expandieron fuera del país. No lo sé, ni siquiera puedo sintonizar una radio sin que me ataquen.
Creo que soy el único superviviente del apocalipsis.
Día 54.
No soporto estar más aquí. Encontraré alguna forma de salir del apocalipsis, ya no tengo comida o agua. Te quiero, Samantha. Adiós.
-Diario de Scott H. Henderson.
Encontré esto en el sótano de mi casa, manchado de sangre. No sé qué es, ¿una broma? ¿Una novela? No lo sé. Espera... ¿De dónde viene ese destello?