Wiki Creepypasta
Advertisement

La historia que estás apunto de leer me cambió la vida, no he sido el mismo desde entonces. No pretendo hacerme el "niño bueno", porque no lo soy, lo que hice estuvo mal... lo sé.

Elisabeth quería visitar a sus abuelos, hacía años que no los veía, y claro, los echaba de menos. Me preguntó avergonzada si podía llevarla, ya que yo tengo vehículo y ella no. Accedí con sumo gusto. Ella y yo quedamos como amigos y, la verdad, nos llevábamos genial. Nuestra relación estaba acabada. Los celos son un veneno para las relaciones...

Para cuando llegamos se había hecho de noche. La ayudé a sacar sus cosas del maletero y zanjé la despedida dándole dos besos en las mejillas. Elisabeth sugirió que me quedara, era demasiado tarde como para conducir. Sólo había tratado una vez con sus abuelos y la verdad me parecieron bastante simpáticos. Cerré el maletero y puse el seguro. Qué suerte que tomé un estacionamiento frente a la puerta de la casa.

A continuación, mi amiga golpeó a la puerta tres veces, pero no contestó nadie. Hacía un frío que pelaba. Estuvimos esperando como un cuarto de hora y nadie salió a recibirnos, algo no andaba bien. Todo era muy extraño, ¿qué problema había? Elisabeth quedó con sus abuelos para verlos, puedo corroborarlo porque los llamó estando yo delante. Ella me pidió que forzara la puerta, me pareció perfecto, no podía retener la orina por mucho más tiempo.

Ella se hizo a un lado, no quería hacerlo, pero debía. Hice uso de la fuerza bruta y conseguí abrir la puerta. Mi amiga me miró preocupada, se temía lo peor. Primero entró ella y poco después la seguí yo. Había un silencio sepulcral. No quiero ser "tiquismiquis" como dicen por aquí, pero... dentro de la casa hacía más frío que afuera. Busqué el baño desesperadamente, si me aguantaba un minuto más posiblemente me lo hubiera hecho encima.

Salí del baño aliviado y busqué a Elisabeth. La casa era enorme, por si esto fuera poco, estábamos completamente a oscuras. Saqué el móvil e iluminé el pasillo con la linterna, estaba mucho mejor. Traté de llamarla, pero no me oía. Salí del baño con una sonrisa que me duró hasta que un gato negro se cruzó en mi camino, qué susto me dio. Continué llamando a Elisabeth, pero no me oía, ¿dónde se había metido?, ¿¡acaso se la tragó la tierra o qué?! 

Mi instinto me decía que mirara en la heladera así que, por primera vez, le hice caso. Abrí el refrigerador y vi una cabeza cortada, juraría que era el abuelo de Elisabeth. Incliné la cabeza hacia adelante y vomité. Elizabeth salió de la nada y acudió en mi ayuda. Me reincorporé y me limpié con un pañuelo que tenía en el bolsillo. Ella miró lo que había dentro y no dijo ni una sola palabra. Supongo que debió quedar en estado de shock, lo único que podía hacer por ella era abrazarla con fuerza...

A los 10 segundos me dice:

-¿Quieres morir...?

Pasado un momento me separé de ella y la miré, estaba confundido. Ella, sin embargo, sonreía de oreja a oreja. De repente tomó un cuchillo de la mesada y se abalanzó sobre mí, me apuñaló el hombro. Me defendí lo mejor que pude pero, aún así, recibí varias puñaladas en el costado izquierdo. La miré directamente a los ojos y le pregunté:

-¿Has asesinado a tus propios abuelos?- Ella me contestó con una sonrisa.

Justo en ése momento dejó de ser mi amiga. No sabía si iba a sobrevivir o no, pero de una cosa estaba seguro, ella iba a pagar por sus crímenes. Le propiné un fuerte golpe en la cara y le rompí la nariz. Forcejeamos y le quité el arma. Ella rogó por su vida, pero igualmente la maté. Me declaro culpable aquí y ahora, sí, he asesinado a una persona y no me arrepiento de nada...

Advertisement