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Soy un geólogo que trabaja en el Parque Nacional del Valle de la Muerte de Nevada. En el transcurso de los últimos meses, hemos estado

Realistic Demon Eye

estudiando la formación geológica apodada «El Agujero del Diablo». Para quienes estén interesados, así es como se ve: https://youtu.be/a6h82PIi_-0

En fin, ese lugar siempre me pareció un tanto desconcertante. Tenemos una idea imprecisa de cómo llegó a surgir y de qué causa que haga lo que hace, pero hay algo más. Algo… que está mal.

El otro día, enviamos al agua un dron submarino pequeño para ver si podía trazar el laberinto de sistemas de cuevas que sabemos que está ahí, pero que ha sido completamente inaccesible por décadas. Además, queríamos descubrir qué tan profundo llegaba. El hecho de que un terremoto en China pudiera provocar que el nivel del agua aumentara sustancialmente en este lugar de Nevada nos hacía pensar que era mucho más profundo de lo que estimamos preliminarmente.

El submarino comenzó a trazar los primeros 15 metros. Fue difícil agarrar una buena señal; el contenido mineral del agua era realmente inhóspito para los sistemas que utilizamos y la manera en que se comunican entre sí, sin mencionar que, una vez que llegas hasta ahí abajo, el agua supercalentada cerca de los conductos geotermales es suficiente para inutilizar el dron por completo.

Alrededor de los 23 metros, la señal se puso bastante delicada. Teníamos unos cuantos minutos de comunicación decente, pero luego se cortaba en su totalidad y nos dejaba preguntándonos si el submarino había chocado o si se había dañado irreparablemente. Durante los momentos cuando podíamos mover el dron, explorábamos de cueva en cueva e íbamos más y más profundo. El agua estaba bien por encima de su punto de ebullición, y a medida que la presión se incrementaba, la temperatura también. El submarino podía soportar hasta los 200 grados Celsius por un corto período de tiempo, y ciertas bolsas de agua se estaban acercando a ese máximo.

Llegamos a un punto relativamente cálido (alrededor de 107 grados Celsius) y se nos dijo que esperáramos. Greg, el sujeto que estaba operando el equipo óptico del dron, seguía insistiendo con que veía destellos de luz muy por debajo de nuestra posición. Yo insistía con que el equipo estaba funcionando mal y causando los destellos, pero Greg no se callaba sobre otro sensor que estaba registrando explosiones de calor al mismo tiempo en que aparecían los destellos.

Discutimos por un momento breve y el dron se mantuvo en su sitio. El nivel del agua en el agujero comenzó a elevarse. Eso no era inesperado, pues una cantidad increíblemente pequeña de actividad sísmica en cualquier parte del mundo era suficiente para mover el agua de aquí. Seguimos peleando y no notamos que hubo más destellos en la pantalla hasta mucho después, cuando analizamos el video.

Pero lo que finalmente nos sacó de nuestros respectivos berrinches fue la manera en que el agua había comenzado a cambiar de color. Pasó de su tono normal a un rojo apagado. Greg le echó un vistazo a la pantalla y notó que la profundidad del agua en la caverna —originalmente de 11 metros— había cambiado a 107,600 metros. Sabíamos que tenía que ser un error.

Aparecieron más destellos en la pantalla a medida que el agua espumeaba y burbujeaba en la superficie, y luego la trasmisión se cortó. Y se quedó cortada.

Greg y yo analizamos el video por la noche. Todo lo que habíamos visto estaba ahí y aún era igual de confuso; pero entonces Greg vio un pico ligero en la pista de audio (cuando la profundidad de la cueva pareció desplomarse hasta el fondo). Lo pasó por algunos filtros para amplificar la señal y aclararla, y luego lo reprodujo. Lo escuchamos unas veinte veces consecutivas, a pesar de haberlo oído perfectamente la primera vez.


                                          «Déjenme dormir. Déjenme soñar. Pronto, ascenderé».

Correspondiente con el incremento masivo en profundidad y con la última palabra del mensaje, hubo un destello más en el último fotograma antes de que el dron se perdiera. Después de que Greg lo aclarara, vimos lo que era. Un único y brillante ojo rojo que parecía tener el tamaño de una casa.

El tamaño de una casa desde 107,600 metros de distancia.


Fuente: http://unsettlingstories.com/  

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