En cualquier ciudad, de cualquier país, ve a una institución mental o centro de reinserción social que esté cerca de tu casa. Allí, ve a la recepción y pregunta por alguien llamado el Holder de la Violencia. El que está detrás del mostrador empezará a llamar a guardias, dos te tomarán de los brazos y un tercero te golpeará en la cabeza.
Cuando despiertes, notarás que estás en una celda de la institución. No trates de moverte aún. Espera a oír pasos lejanos, de personas que rondan por los pasillos; cuando sientas que están lo suficientemente cerca, arrójate a la puerta y mira por la rendija, gritando y agitándote violentamente. No pares hasta que te vuelvan a dar con una porra en la cara. Sólo entonces, frena y ve al fondo de la celda; pronto el tipo de seguridad que te golpeó entrará a donde estás, y no parará de golpearte con la porra hasta que no te puedas mover.
Cuando termine, y apenas puedas hablar de dolor, pregunta:
¿Y el Holder?
Repentinamente, dejará relajada la expresión de furia de su cara. Se tranquilizará, te quitará la camisa de fuerza que te mantiene sujeto y te conducirá por los pasillos. No hagas caso a los miles de locos que verás a tus costados. Si lo haces, de una manera violenta te quitará la cabeza y podrás verlo en tus últimos segundos de vida mirar tu cabeza decapitada fijamente.
Al final del pasillo, que será casi infinito, habrá una sala enorme, cuyas paredes no te será posible ver de lo lejos que están. En el centro está el de la recepción que llamó a los guardias.
Asegúrate de observarlo con una mueca de ira, y tratar de librarte de las manos de los guardias que nuevamente te habrán agarrado, muy violentamente. Tu cara de demencia y locura debe ser creíble, o simplemente te inyectarán en el cuello y volverás a la celda... pero esa vez nunca saldrás de nuevo.
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