Wiki Creepypasta
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En cualquier cuidad, en cualquier país, ve a algún parque abierto. Asegúrate de llevar contigo alguna clase de confite contigo: pueden ser caramelos, papas fritas o galletas, no importa. Busca en el parque hasta que encuentres a una niña, y susúrrale dulcemente:

“Pequeña niña, te he traído dulces”.

Si está en presencia de sus padres, quizás la alejarán de ti, catalogándote de cosas desagradables, pero si todo sale bien, sentirás un tirón desde atrás.

Date la vuelta, y verás a la niña más gorda y redondeada que hayas visto antes. Sus rechonchas y gruesas mejillas se hincharán en su cara en tonalidades rosadas y su vestido lavanda con volantes parecerá como si se hubiera extendido sobre una pelota de playa. Fruncirá el ceño y cruzará los brazos en señal de enfado mientras estampa sus pies en el suelo frustrada. Te gritará:

“¡Pero merezco dulces!”

“¡No ella!”

“¡Yo soy mejor niña!”

Habrás visto esto antes. Estará soltando una rabieta. Es crucial que cedas a sus caprichos. Sin importar la abrumante sensación de querer darle una bofetada, deberás cederle tu comida. Incluso la menor señal de hostilidad, y la niña llamará a sus padres, y no querrás ver a las cosas que criaron a esta mocosa. Para nada.

Una vez le des tu comida, la engullirá y limpiará su boca. Lo que venga ahora dependerá si ha considerado satisfactoria tu comida; si sonríe y acaricia su estómago, corre por tu vida. Empújala al suelo y corre tan rápido como tus piernas te lo permitan, pues la niña siente hambre por algo distinto hoy… algo humano.

Si muestra una expresión agria y pone mala cara, estás a salvo por ahora.

“¡Todavía tengo hambre!”, se quejará mientras te agarra la mano, “¡Vamos a ir a mi casa para una fiesta de té!”.

Ella te llevará más allá del parque y hacia el bosque. Con el tiempo perderás de vista todo el parque, y en su lugar aparecerá una casa con mucha luz en el claro. Es de dos pisos, y está pintada de agradables colores; puedes oír risas y el sonido de una televisión dentro. Es una casa familiar. Ella te llevará dentro, hacia la cocina. Soltando tu mano, estampará sus pies y dirá:

“Haré té y galletas. No te muevas de aquí”.

Cuando ella se de vuelta y se vaya, silenciosamente vete de ahí. Si ella te oye salir y desobedecerla, el castigo que te brindará será terrible, más allá de la comprensión humana.

Explora la casa y sube las escaleras al segundo piso. Mientras caminas por los pasillos, echa un vistazo a los dormitorios mientras los pasas. El primero más cercano a las escaleras es de un niño pequeño; él yace sobre su estómago, con la espalda en la puerta mientras quema hormigas con una lupa. Si se da la vuelta para verte, acepta tu destino con dignidad. No será divertido si otra de sus víctimas ruega por su vida.

El segundo será de un adolescente. Estará sentado en su cama, sonriendo y hablando con una chica por el teléfono. Los muros de su dormitorio están cubiertos con fotografías de mujeres, sin embargo, serán todo lo opuesto a lo que pensarías: siluetas humanas horrendas y pesadillescas. Cuando él te vea espiando, te mirará y cerrará la puerta de golpe.

El último tendrá la puerta cerrada. Puedes escuchar un llanto desde dentro. Hay un espejo colgando en el pasillo, en medio de ti y la puerta. Sin embargo, antes que puedas alcanzar la puerta, escucharás un horrible grito desde abajo. La niña ha regresado con sus dulces para encontrar que no estás en el lugar donde te ordenó esperar. Haz palanca en el espejo fuera de la pared con toda la fuerza que puedas aunar, el Holder no quiere que la salves, ella quiere revolcarse en su miseria. Pero haz todo lo que puedas para arrancar el espejo de la pared, pues si no lo logras, sufrirás horrendas consecuencias las cuales involucran dientes afilados y puntiagudos y digestión consciente. Cuando logres quitar el espejo, esprinta hasta las escaleras tan rápido como puedas y arrójalo sobre la barandilla. Será un destrozo atronador, pues se romperá en millones de astillas. Mira abajo, pero no des un sólo paso atrás.

La niña estará debajo, pero esta vez será una creación de gula y carne, es difícil descifrar que aún mantiene aspecto humano más allá de su gran boca de dientes retorcidos y espinados, mientras te escupe maldiciones ensangrentadas en un idioma nunca antes oído por ningún ser en el mundo. El espejo sobresale de ella en numerosas piezas de aspecto doloroso.

Corre hasta el último dormitorio, mientras la oyes regenerando sus heridas. Mientras corres, notarás lo que ocurre ahora dentro de las habitaciones: el pequeño niño ya no está quemando hormigas. Ahora está desollando carne de cráneos humanos con un cuchillo para mantequilla, mientras ordena pedazos de cuerpos desmembrados en el suelo. Aunque la puerta del segundo dormitorio está cerrada, oirás gritos de agonía y placer, dentro se está llevando a cabo una violación más repugnante que cualquier cosa hecha en el mundo. No te detengas; ve a la última puerta. Si ella te considera digno de su carga, la abrirá con fuerza inesperada. Si permanece cerrada, no importa qué tanto intentes abrirla, podrás escoger tu tortura: el niño pequeño, el adolescente o la niña. Ninguna es mejor que otra, serán tres formas variadas de eterna tortura.

Corre a la puerta y ciérrala fuertemente detrás tuyo, cerrando cada bloqueo que posea y empujando cada objeto pesado en buena medida. En el centro del dormitorio, fregando irremediablemente las tablas del piso con un cepillo, estará una mujer joven. Difícilmente parece tener algo de juventud; es raquítica, y su pelo negro asomando por la redecilla en la parte superior de su cabeza está envejeciendo por el estrés. Un par de guantes amarillos están tirando de sus codos mientras ella friega febrilmente el piso, un balde de agua mugrienta está a su lado.

Hay un delantal alrededor de su cintura. Mientras ella friega de ida y vuelta, puedes oírla murmurar en voz baja sibilancias obsesivas, “No se sale, no se sale, no se sale”.

Todas sus palabras se mezclan en un canto mientras friega más y más duro. Ella es la hija mayor, hermana de una consumidora compulsiva, un asesino y un violador compulsivo. Aproxímate sonoramente, consciente de que no atraes suciedad o mugre para que no frote tu piel con su cepillo de alambre, y arrodíllate ante ella, mientras te ignora en favor de su limpieza.

Verás, desde el rabillo del ojo, la puerta resquebrajarse, como si una fuerza desconocida la golpeara, pero no grites o te alarmes. Habrán gritos y chillidos del otro lado mientras es forzada, pero mantente en calma. Susurra a la mujer:

¿Es realmente así de duro sólo ignorar nuestras compulsiones?

Ante el sonido de tu voz, ella romperá su trance y dejará de limpiar. Sus ojos estarán dilatados por el miedo y la culpa. Mientras ella te da la respuesta en una voz silenciosa, estará a punto de llorar. Su respuesta es larga y sin aliento, y no te ayudará que se tome su tiempo para sollozar en medio de sus oraciones. Cada minuto que pase, verás la puerta hacerse cada vez más débil, hasta que una grotesca mano sin forma finalmente atraviese una grieta. Verás horrorizado cómo está alcanzando los bloqueos.

Sin importar qué tan ansioso y atemorizado estés, vuelve tu atención a la mujer. Ella notará que tu atención está en la puerta, y no estará contenta por ello.

“¡Eres igual que los otros!”

Gritará y llorará en auto-compasión mientras toma el balde de agua del otro lado. No importa nada ahora, ella ya no puede darte más. Vaciará el balde de agua sobre ti. Asegúrate de cerrar tus ojos y tapar tu rostro cuando haga eso. El líquido, lleno de suciedad acumulada por milenios, será increíblemente corrosivo. Deshará tu piel, tus músculos y tus huesos, en un dolor incomparable a cualquier pena del Infierno. Perderás la consciencia, mientras oyes la puerta abrirse.

Cuando abras los ojos, estarás intacto, sentado en una banca del parque. En tus manos habrá un viejo paño de limpieza. Es el Objeto 438 de 538. Te librará de cualquier suciedad concreta o abstracta al frotarlo sobre tu cuerpo, ya sea culpa, sangre o cualquier malestar existente. Sin embargo, no podrá limpiarte de la carga que tienes que llevar.

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