
Hace ya varios años atrás, cuando cumplía mi servicio militar, me tocó realizar la guardia en un lugar que cariñosamente llamábamos "el campo de los lamentos", muchos cabos y militares antiguos nos contaban historias sobre los lugares donde debíamos realizar las guardias, historias como el soldado que se volvió loco y mató a sus compañeros de patrulla (soldado que algunos conocimos ya que estaba en un calabozo del regimiento), o de cómo muchos soldados con depresión que se suicidaban.
Bueno, la noche que debía realizar la primera guardia en ese lugar, que estaba alrededor de cinco Km. de distancia del regimiento, en medio del bosque de la XI región, cuando íbamos caminando con el cabo de guardia quien debía dejarme y retirar al soldado que estuvo durante el día, me empezó a hacer comentarios, que en ese momento tomé como bromas, sobre que nunca mirara el sendero cuando la luna llena se ponía encima de él, o que siempre tuviera un cigarrillo sin fumar en el tronco frente a la garita, me decía:
-"Después sabrás por qué"- Mientras se reía.
Cuando llegamos a sacar al soldado de la guardia anterior, este me tocó la espalda y en un tono serio me dijo:
- Supongo que trajiste cigarros
A lo que respondí:
- Yo no fumo
Me miró y me entregó 3 cigarrillos, mientras me decía en un tono sarcástico que era mi salvador, cuando ya eran las 12 de la noche, o 1 de la madrugada, y el frío y el sueño empezaban a ganarme, sentí unos pasos cerca de la garita, pensé que podía ser algún animal y no le di importancia, pero seguían y seguían y eran pisadas de botas, así que salí con mi fusil y empecé a preguntar quién estaba allí, no contestó nadie así que empecé a mirar y no, no había nadie, razón por la cual volví a la garita.
Cuando de pronto algo la golpea muy fuerte, y cuando salgo a mirar, frente a mí había una pequeña luz roja, como de un cigarrillo, que subía y bajaba y se prendía, como cuando alguien aspira un cigarro, del miedo no pude reaccionar y así estuvo el cigarrillo, yo lo miraba pero en ningún momento se apagó.
Estuvo alrededor de 3 o 4 horas haciendo lo mismo, siempre el mismo cigarro, nunca se apagaba, cuando llegó el otro día y el relevo nuevo me di cuenta que los cigarrillos que me había pasado el otro compañero y que yo había dejado dentro de la garita, no estaban. Da para pensar ¿no creen?