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Revisión del 23:48 9 ago 2014

Esto es un relato, de lo que me paso hace ya unos meses, cuando tenía tan solo 13 años:

El día había estado soleado, una suave brisa de viento recorría el lugar. Bandadas de aves recorrían un precioso cielo celeste, con pocas nubes de color blanco puro. Yo estaba en un pequeño pueblo, en medio del campo. Los rayos de sol inundaban las llanuras y bosques que se podían ver a lo lejos. Sí, todo era perfecto, todo. Claro, sin mencionar que estaba en ese pueblo, vestido con un traje negro de vestir, con una iglesia por delante, y en el funeral de mi hermano. Toda la familia está aquí. Mi hermano había muerto hace ya 2 días nadie sabe cómo. La autopsia no supo revelar quien lo había matado, ni con que lo habían hecho. Es curioso, el, de 24 años, había salido a bailar, y suponen, que a la salida, en medio de la noche, quien sea que lo haya asesinado, lo había matado en un callejón. Su cuerpo había sido encontrado por una mujer y su hija. Su cuerpo quedo mutilado. Tenía puñaladas y cortes por todas sus extremidades, y los más curioso era que, tenía una cortada muy profunda en su torso, que iba de hombro a hombro, y otra cortada igual de profunda en su cara, que iba desde su frente, atravesando su ojo derecho, y terminaba en su mejilla derecha. Al terminal el funeral, mi familia y yo fuimos a la casa de mi abuela, que estaba hecha de madera, y con una espectacular vista hacia los verdes montes. Nada había pasado hasta que cayó la noche, y llegaba la hora de dormir. Me recosté en mi cama, mientras mi madre apagaba las luces y se iba a su cuarto, justo al lado de mi habitación. No tarde mucho en dormirme. No había ruidos, y todos estaban durmiendo.

No recuerdo bien, pero había tenido un sueño. Un sueño que nunca, nunca voy a olvidar. Estaba en medio de un bosque, en una noche oscura, rodeado de árboles. La enorme luna, en medio del cielo estrellado, iluminaba casi todo el bosque, me detuve y mira hacia arriba para contemplarla. Pero la iluminación de aquel sueño, fue algo que maldeciría por el resto de mi vida, al volver mi vista hacia los árboles, vi una cara, una horrible cara, iluminada por la luz de la luna. Era una cara horrorosa, atemorizante. Un rostro pálido, de piel grisácea en su cara, tenía la misma marca que tenía mi hermano cuando lo encontraron: una cortada profunda que iniciaba en su frente, atravesaba su ojo derecho y terminaba en su mejilla derecha. Me quede paralizado, sin moverme, su ojo derecho, no estaba, su cortada sangraba, y luego, me sonrió me dijo: "TU ERES EL SIGUIENTE".

Me desperté, sudando, y con una respiración acelerada, todo había sido una simple pesadilla... o eso creía, cuando vi en la pared, una frase que parecía haber sido escrita con una navaja, forcé mi vista para leerla decía algo que paralizo mi corazón: "TU ERES EL SIGUIENTE”. Lo mismo que me había dicho aquel espectro en mi pesadilla. Tal fue el susto, que me caí de la cama. Aquello... No podía ser real, ¡Debía estar soñando! Me golpee la cabeza varias veces con la intención de despertar, aun creyendo que todo era un sueño, hasta que finalmente caí en que no lo era. Durante varios segundos, contemplé la frase, casi sin parpadear, y fue ahí, cuando un sonido-fuerte- me quito la mirada de la pared. Fue un ruido fuerte, como si se hubieran golpeado fuertemente la puerta. Me levanté, temblando, recorrí el pasillo que separaba las habitaciones del salón principal, y cuando llegué, vi la ventana abierta.

Trate de mantener la calma y no alarmarme tanto, y, aún con miedo, cerré la ventana, en medio del viento que entraba. Quizás, había sido solamente una fuerte ráfaga de viento. Una vez cerrada, me disponía a volver a mi cama, cubrirme con mis sabanas, y no volver a salir de ahí. Estuve varios minutos, pensando, que quizás me estaba volviendo paranoico por la muerte de mi hermano. Si, seguramente, eso era. Aquel pensamiento me tranquilizo un poco, quizás, todo esto era tan solo un producto de mi imaginación. Me mantuvo tranquilo, hasta que nuevamente, un sonido profundo y molesto, comenzó a sonar. Sonaba como unas cadenas arrastrándose. Se escuchaban cada vez más cerca, y la oscuridad, me impedía ver de dónde venían. El miedo se hacía más presente.

-¡Quien anda ahí!-Dije, con una voz temblorosa, sin saber hacia dónde miraba--¡Vamos, no estoy de humor hoy! ¡Por favor, deja de molestar!

Luego de que dijera aquello, los sonidos dejaron de molestar, y solamente hubo silencio. Me quede nuevamente inmovilizado, preso de punciono sabía qué hacer. Escuche varios sonidos provenientes de la habitación de mis padres, quizás se habían despertado por mis gritos. Me sentía a salvo al pensar que mis padres estaban despiertos, creía que ya todo había terminado. Y, sin embargo, la luz, del pasillo, se encendió pude ver, algo que me erizo todos los pelos, y sin duda, mi peor pesadilla hasta el día de hoy.

Era aquel hombre, delgado, de piel grisácea llevando solamente una pantalón azul, con las cortadas de hombro a hombro, y en la cara. El hombre que había visto en mi sueño, ante mí. Su ojo derecho, no estaba, solamente su cuenca vacía, atravesada por la cortada, y su ojo izquierdo, completamente blanco, sin alma. Descalzo, y con lo que más llamo la atención: poseía largas cadenas, amarradas a sus muñecas, cadenas tan largas, que llegaban hasta la oscuridad, por lo que no pude ver que tenían al final

Aquel espectro me sonrió, una sonrisa atemorizante y maléfica luego, se abalanzo hacia mi.

Desperté en un hospital. Me dolía la cabeza, y me sentía mareado, tenía puesta una bata blanca, y no tenía ningún signo de haber sido atacado. Un doctor entro a la habitación, con una libreta en la mano, se detuvo delante de la cama en la que yo estaba, me miro con una cara un tanto extraña, para luego decirme lo siguiente: "Hijo, tengo buenas y malas noticias. Las buenas son que no estas herido, estas bien. La mala, es que toda tu familia, fue encontrada asesinada".

La noticia me había impactado mucho. Me había dejado sin palabras. No hablé más que para hacerle 2 preguntas: Como habían muerto y quien los había matado. Adivinen que me respondió, ni la policía ni los doctores pudieron adivinar quién los había matado, pero tenían, cada uno de ellos, una cortada de hombro a hombro, y otra cortada en la cara. Yo sabía perfectamente quien había sido. No tiene nombre, pero por las cadenas que llevaba, yo lo llamo EL CONDENADO.

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