Wiki Creepypasta
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El miedo aumentaba cada vez que se acercaban. Podíamos oír los latidos de nuestros corazones. De repente, una luz comenzó a titilar a lo lejos, cerca de las montañas empinadas. La gente ya no nos observaba. Ponían su atención en esa luz que apenas se veía desde donde nos encontrábamos.

Finalmente se marcharon a paso lento, y nos dieron la oportunidad de escapar. Había un camino que iba en otra dirección a la que tomaron.

Nos subimos al coche y mientras yo conducía, mis amigos charlaban:

- ¡Esto es una locura! -dijo Juan.

- ¡Mis anteojos están rotos!- gruñó Matías mostrándomelos.

Luego de media hora, llegamos a lo que parecía un humilde pueblo. No había nadie en las calles, pero se sentía un aroma a café proveniente de una de las casas. Entramos pues pensábamos que era un bar, pero nos equivocamos. Había estanterías repletas de muñecos, algunos rotos y otros nuevos. Sobre una mesa había una taza de café recién preparado. Lentamente, un viejo de anteojos asomó la nariz de detrás de una puerta.

-Ni se les ocurra tomar mi café - dijo enojado y a la vez sorprendido.

- ¿Usted fabricó todos estos muñecos?- pregunté.

El hombre asintió con la cabeza y se rascó el pecho. Luego dio unos sorbos a su café. Juan se sorprendió al ver que uno de los muñecos no dejaba de mirarlo.

-¿Qué le sucede a este? - preguntó asustado. El viejo se le acercó lentamente.

- Estos son los más viejos, ¿Por qué no ven los nuevos? -dijo, y nos llevó a una habitación.

Antes de irse nos advirtió: "No tomen nada de ellos, pues no dejarán de buscarlo". Ninguno de los tres habíamos entendido esa frase.

Los muñecos eran nuevos, porque estaban muy limpios. Noté que a uno se le había caído un sombrero, así que lo tomé y lo observé. Uno de los muñecos giró la cabeza. Pensé que sería una broma del viejo, pero noté que otros también hicieron un leve movimiento. Matías, tocó a un muñeco y éste lo mordió. Asustado, vi como todos se fijaban en el sombrero que sujetaba. "No tomen nada de ellos, pues no dejarán de buscarlo". Eso era lo que había dicho el viejo, y tenía razón. Antes de salir tiré al suelo el sombrero.

El viejo nos miró serio e hizo un gesto de desaprobación. Salimos de la tienda y nos subimos al auto. No nos dimos cuenta de que el baúl no estaba del todo cerrado. Alguien o algo nos acompañaría...

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