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Hola, mi nombre es Evan Steingrad.

Soy un biólogo altamente experimentado que trabaja en una instalación subterránea en [redactado].

BioHazard

Era un día de tormenta; recordé que tenía que ir a trabajar rápidamente para completar la limpieza de la Sección de Autopsia Animal, una zona de investigación de nuestra empresa de 2011.

Me puse a trabajar alrededor de las 7:30 AM. No había nadie allí, lo cual era extraño porque mi amigo, Martín, siempre se encontraba dos pasos delante de mí.

Supuse que había llegado tarde, por lo que no le di mucha importancia.

Estaba llegando a mi estación cuando vi que uno de los tubos de transporte químico se había roto. Me encontraba molesto y nervioso en ese momento porque no tenía ni idea de lo que había sucedido, así que inmediatamente me dirigí hacia allí para tratar de buscar algún tipo de sellado.

Encontré algo de sellador impermeable en los armarios. Lo saqué inmediatamente, y entonces recordé que debía usar protección; molesto, me coloqué el traje y la máscara.

Olvidando la punción del tubo (ese tipo de cosas que nos pasa todo el tiempo), me metí en la sala de autopsias, revisé los horarios e instrucciones en la mesa de laboratorio y cirugía principal.

Las órdenes eran:

  1. Aplicar formula de prueba #[Redactado] en el sujeto #4
  2. En caso de una situación tipo F-2 y niveles mayores, suspender la prueba inmediatamente y solicitar ayuda de el [Redactado]
  3. Bajo ninguna circunstancia, trate de lidiar con la situación.

Nada de lo anterior me extrañó, estaba acostumbrado a ese tipo de órdenes, pero lo único que no entendía eran los protocolos de las situaciones tipo F-2 y mayores.

Después de buscar en la base de datos, encontré que las situaciones F-2 son [Redactado] y que el [Redactado] no se encontraba disponible en esos momentos, por lo que enfrenté a un dilema. Tenía mi traje de materiales peligrosos, por lo que estaba seguro de cualquier amenaza bacteriológica, pero aún tenia serias dudas al respecto. Luego de mucho pensarlo, decidí hacer la prueba; de todas maneras, ¿qué podía salir mal?

Entonces comencé a caminar hacia la sala de autopsias. Abrí la puerta y empecé a organizar los materiales, de acuerdo a las instrucciones, la fórmula debía estar en [Redactado].

Justo como lo indicaban las instrucciones, la formula se encontraba en el estante, la etiqueta rezaba:  "Jì shēngwù".

En el centro de la sala, justo encima de la mesa de pruebas, yacía un enorme cerdo muerto; el sujeto de prueba #4, pude leer en la etiqueta al lado suyo.

Fuera el que fuera el propósito de la prueba, no me importaba en lo absoluto; lo que me tenía nervioso eran las estrictas últimas órdenes: si el resultado pasaba a una fase peligrosa, me veía obligado a consultar a un servicio selecto cuyo horario no se encontraba disponible por culpa del mal clima.

Sin pensar en las posibles consecuencias, inyecté la jeringa en el cuerpo del cerdo; no hubo ningún efecto anormal, por lo que supuse que tomaría algo de tiempo. Lo que en efecto pasó.

Los efectos que vi fueron cosas mas allá de todo lo que había visto en mi experiencia; vi como el cuerpo del animal muerto se movía, abultándose desde su interior. Se escucharon unos cuantos gruñidos sordos, indudablemente procedentes del interior del cadáver. Entonces, empezó la expansión.

El vientre comenzó a expandirse como si de un macabro globo de carne y grasa se tratara, en contraste con las zonas corporales alrededor de este. Solo escuché un asqueroso ruido y vi como el cuerpo explotó, dejando un reguero de sangre y tejidos tras de sí.

Caí al suelo pero logré quedar ileso, solo para poder ver como la habitación entera había quedado tapizada con sangre y...

Estaba muy desconcertado, una especia de sustancia de consistencia líquida con un parecido sospechoso a la masa mucosa abundaba en el lugar.

Mirando hacia delante, en dirección hacia los restos del cuerpo, empecé a ver cosas pequeñas en movimiento. De los tejidos sobrantes empezaron a brotar hilillos de carne huidizos que comenzaron a retorcerse.

Gusanos. Con el tiempo fueron brotando más y más, uniéndose entre ellos para alcanzar tamaños considerables. Sus pieles, del mismo color de la masa carnosa que había brotado del cadáver. Sus bocas abiertas, rodeadas de hileras de pequeños colmillos, ansiosos de clavarse en la carne de cualquier ser vivo.

Larvas, parásitos.

"Jì shēngwù"'

Vomité varias veces de nuevo mientras los gusanos, producto de aquel experimento nefasto, comenzaron a trepar por mi cuerpo. Apenas consciente, traté de arrancar varios de ellos. Uno logró llegar hasta mi cara y parecía tratar de ponerse en mi boca. Antes de que pudiera hacerlo, la tiré con un manotazo y me levante lo más rápido posible.

Logré salir por la puerta, no sin antes cerrarla con seguro. Al mirar por la ventanilla, pude ver como toda una multitud de larvas estaban cubriendo algunas otras muestras, entre ellas, un cuerpo humano.

Frenéticamente corrí por el pasillo para advertir al administrador. Abrí la puerta y lo vi sentado en una silla frente a un ordenador portátil.

"Gracias a Dios" -Pensé mientras le daba vuelta para advertirle de la situación. Me fui imposible reprimir un grito al ver su propio rostro violentamente masticado y mutilado al centro de tal manera que se podía apreciar la mandíbula expuesta.

Escuché un ruido metálico a mi izquierda, y vi como una multitud de pequeños gusanos se arrastraba por la rejilla de ventilación.

Me sobresalté y caí de espaldas, solo para ver que lo que ya había visto, era un reflejo, en realidad; los gusanos se filtraban por la rejilla de ventilación que se encontraba justo arriba mio.

Cayo el primero, luego el segundo y el tercero.

No sé cuantos cayeron, solo se que bastó con uno que mordiera mi piel y excavara en ella para condenarme, pues los Jì shēngwù, nunca, nunca comen rápido.

Yo no iba a ser la excepción.

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