Simón era un joven adolescente que se había mudado recientemente a la ciudad de Nueva York junto a su familia, debido al cambio de puesto repentino que había conseguido su padre en la empresa donde trabajaba, a Simón le gustaban solo dos cosas en esta vida, salir a caminar por las noches acompañado siempre de su confiable linterna y hablar consigo mismo con tranquilidad y en soledad, desde ya un chico bastante extraño, incluso para su edad pues ni siquiera sus compañeros de su nueva escuela se atrevían a acercársele, pues este además de no dirigirles la palabra los solía observar con una mirada de odio y repulsión cosa que evidentemente hacia que los demás estudiantes decidieran mejor no acercársele, pero claro que esto a Simón tampoco le importaba pues le gustaba estar solo con sus pensamientos, según su opinión los demás solo estaban para molestarlo en sus momentos de paz y no lo dejaban pensar con claridad cuando quería, así que debido a este comportamiento los padres de Simón decidieron llevarlo con un profesional, un psicólogo concretamente uno de los más reconocidos por la zona recomendado personalmente por una de las profesoras de la escuela, Al llegar al lugar por primera vez Simón acompañado de sus padres seria recibido con amabilidad por el psicólogo, transcurriendo así la sesión con normalidad hasta despedirse, quedando como último tema de conversación el horario en el que Simón debería asistir al lugar y claro el respectivo pago por las secciones que tendría en el mes, aunque esto no era nada de lo que Simón tendría que preocuparse pues él sabía que sus padres se encargarían de todo en ese preciso momento, pagando por adelantado incluso todo con total de que su hijo pudiera estar mejor, pero había un solo problema en todo esto y era el trayecto hasta el lugar, pues para llegar al consultorio del psicólogo Simón debería pasar por una de las calles consideradas más peligrosas de la ciudad debido a su ya gran y creciente número de desapariciones, sobre todo en el ámbito de la noche, esto preocupaba en demasiado a los padres Simón, los cuales no podían llevarlo en su auto hasta el lugar pues quedaba bastante lejos para llegar a tiempo y además su horario laboral no se los permitiría, así que con una mano en el corazón y muy preocupados dieron a elegir a su hijo si quería realmente caminar o no por esas calles hasta el consultorio, pero Simón sabiendo que esa era su oportunidad perfecta para caminar a solas a la noche acompañado solamente por su linterna y claro aún más importante para él sus pensamientos, exaltado y casi soltando una sonrisa diría rápidamente que si no dándole más opción a sus padres que dejarlo ir, Dos días después de la primera reunión Simón se dirigía al consultorio del psicólogo, el cual quedaba a unos 20 minutos de caminata desde su casa, era sin duda un camino un poco largo pero para Simón no pues estaba dispuesto a caminar los minutos que hicieran falta con total de estar solo en sus pensamientos, además de que pensaba que sus padres eran bastante exagerados, después de todo no quedaba tan lejos aparte de que estaría a salvo y más a esa hora justo a las siete de la tarde donde todavía había sol , sin embargo ya había llegado el invierno a la ciudad provocando que anocheciera mucho más temprano de lo normal y en consecuencia vaciando aún más las calles de la ciudad
Todo empezó después de varios minutos de caminata, Simón se encontraba perdido en sus pensamientos tranquilo y en soledad mientras caminaba por las calles a oscuras iluminado solamente por las luces tenues de la noche, que emanaban los antiguos postes de luz del vecindario, solo después de pasar bastante tiempo caminando Simón pudo darse cuenta de algo extraño, pues al llegar a el vecindario donde se encontraba el psicólogo se dio cuenta de que el consultorio el cual había visitado con sus padres el otro día se encontraba completamente destruido, como si de la nada una tormenta lo hubiera despedazado, al ver esto Simón no supo que pensar ¿Qué haría?, tal vez, ¿volvería a casa y les contaría a sus padres sobre lo sucedido?, esa parecía la opción más lógica y debido al ahora nerviosismo del muchacho por la extraña situación no quiso ni siquiera pensar más en lo que pasaba frente a sus ojos y solo regreso caminando por donde vino sin mirar hacia atrás, pero en cuestión de minutos al retomar la solitaria caminata de regreso a su hogar empezó a escuchar sonidos extraños, los cuales parecían provenir muy cerca del vecindario no muy lejos de donde se encontraba el de hecho, así que ahora más asustado y apurado con miedo incluso a ser asaltado, por primera vez empezó a correr, mientras escuchaba otra vez esos sonidos que de la nada se convirtieron en silbidos, para después convertirse en un extraño canto de una voz muy grave la cual incluso parecía entonar una canción extraña, mientras Simón corría pudo escuchar lentamente como el canto se oía cada vez más y más cerca del él hasta, que a lo lejos de la calle por donde corría pudo divisar lo que parecía un hombre alto y delgado inclusive llego a pensar que se trataba de un vagabundo pero rápidamente este se convirtió en lo que parecía un monstruo, con una forma extraña y ondulada el cual empezaría a deformarse de nuevo para así convertirse esta vez en un hombre horroroso el cual sostenía una Farola antigua de un tenue color azul, mientras observaba el cielo negro con su extraño cuerpo delgado y deformado como si cada extremidad de su cuerpo estuviera fracturada de alguna forma espantosa y lo peor es que el hombre apenas percatarse de que Simón lo estaba viendo volteo a mirarlo rápidamente moviendo su cuerpo de una manera errática, para después solo desaparecer de la vista del aterrorizado muchacho el cual al ver esto empezó a correr de nuevo, pero esta vez hacia el otro lado intentando escapar de lo que fuera era ese hombre, Simón jamás había peleado con nadie y menos sabia como defenderse, solo le quedaba correr y esperar a que ese hombre no lo encuentre, pero más temprano que tarde lo volvió a ver esta vez posando sobre uno de los postes de luz del vecindario enfrente del muchacho el cual emanaba otra vez esa tenue luz azul oscura, igual a la de su linterna antigua de su farol, Simón le grito enojado y asustado “DEJAME EN PAZ" pero el hombre no respondió, solo volteo su cabeza erráticamente hacia Simón para después GRITAR con mucha fuerza para así volver a desaparecer del lugar otra vez, El pobre Simón ya no sabía que hacer, a este punto solo pedía que todo esto terminara lo mas pronto posible y aunque no de la forma en la que el quería sus pensamientos serian escuchados, pues a partir de ese momento todo terminaría rápido, mientras Simón lloraba e intentaba correr otra vez por la dirección contraria de nuevo volvió a ver a ese hombre pero esta vez sería la última pues al verlo ya no pudo moverse, no pudo ni siquiera dar un simple paso, ni siquiera sentía a su cuerpo temblar del miedo lo único que seguro para el en ese momento, es que sabía que estaba muy asustado y más cuando de la nada el hombre extraño apareció enfrente sus ojos junto a su farol de tenue luz azul, el cual solo se acercó lentamente a Simón, solo para después empezar a pronunciar lo que parecía una canción en un idioma que el muchacho no podía entender un idioma macabro y oscuro y con el cual mientras este movía su extraña boca también movía a su vez los huesos del pobre Simón, los cuales de forma antinatural cada uno de estos empezó a desprenderse de su cuerpo y a salirse lenta y dolorosamente de este, incluso su mismo cráneo, para después de terminar de caer todos los huesos, solo se podría ver una bolsa de carne deformada, que alguna vez fue el pobre muchacho y el hombre del farol después de todo esto solo desaparecería en la noche mientras se volvía escuchar su incesante y macabro canto en ese extraño idioma a lo lejos del vecindario.
