¡Hola!
Soy Mike, hace unos años mis tíos abuelos nos invitaron a ir a su rancho que quedaba en una montaña. Bueno nos fuimos. Íbamos mi familia y unos amigos. Yo iba escuchando música. Cuando llegamos todo fue como lo haría cualquier persona: acomodamos las mesas debajo de un techo donde se ordeñaban a las vacas (obviamente estaba limpio y sin las vacas). Bueno, comimos y luego nos fuimos a deslizar en una pequeña colina que había con unos cartones, íbamos yo, 2 primas (Andrea y Natalia), 2 amigas (Loana, Paula) y mi primo segundo (Adrián).
Al rato de estar deslizándonos nos aburrimos y fuimos a buscar otra pendiente más grande, encontramos una pero no era lo suficientemente recta y tenía muchas piedras que sobresalían. Habíamos ido muy lejos pero sabíamos cómo volver. Bueno, continuando con el relato, yo bajé por la pendiente pero caminando, obviamente, del otro lado de la cerca con alambres había un camino que nunca habíamos visto (ya habíamos ido varias veces a ese lugar a caminar por la pendiente), el camino estaba hecho como si fuera de cuento de hadas: las ramas de los árboles formaba un arco, al fondo se veía el bosque con un pequeño rayo de luz que se escabullía de entre las hojas, el camino estaba cubierto con hojas verdes. Bueno, se nos ocurrió pasarnos por debajo de la cerca de alambres; con mucho cuidado uno por uno íbamos pasando con todo y cartón.
Luego de que todos habíamos pasado, fuimos al final del camino, no era como se veía desde el principio. En donde terminaba el camino las hojas se volvían cafés, como si estuvieran resecas. Era un lugar redondo, solo las hojas y los árboles estaban al alrededor totalmente verdes. Habían 2 caminos, como era montaña, el camino de la derecha iba para abajo y el de la izquierda iba hacia arriba, yo me deslice por el camino de la derecha con el cartón. Recuerdo que solo yo bajé, y cuando bajé, al lado había un pequeño río y se veía un camino que parecía infinito. Nadie bajó así que decidí volver con los demás, dejamos todos los cartones en el lugar circular, yo propuse que subiéramos por el camino de la derecha. Mientras íbamos subiendo el camino se hacía diferente, el camino se empezaba a dividir por un arbusto y se hacía más un zigzag en el que no podíamos saltarnos nada porque tenía una cerca con alambre. Bueno, el camino se hizo tan ondulado hasta no poder más; se veía el bosque desde arriba pero había un problema: solo se veía bosque, ni una señal de civilización, pero no nos preocupamos porque sabíamos por dónde volver. Empezamos a bajar, pero el camino cambió, aún seguía dividido en 2, pero era totalmente recto, todos nos dimos cuenta y, claro, dijimos que era muy raro. Cuando regresamos al lugar con forma circular, no estaban los cartones, el lugar había cambiado totalmente: las hojas se pusieron grises, el camino por donde llegamos ya no estaba en su lugar y había un bosque denso que tenía un camino que iba a hacia la derecha, pero justo a la vuelta las ramas de los arboles se habían entrelazado, impidiéndonos pasar. Tuvimos que bajar del camino y pasar por debajo de una cerca de alambres, del otro lado de la cerca era como un valle, pero estaba desolado, ni una sola alma se veía por ahí, después una amiga dijo que ella conocía ese lugar y nos llevó de vuelta hasta el rancho; lo más curioso es que cuando estábamos caminando de vuelta volvimos a encontrar el mismo lugar por donde entramos al bosque (las misma pendiente), y no estaba el bosque.
Cuando regresamos. les contamos a los demás lo que nos había pasado y nos dijeron que desde que nos fuimos habían pasado solo 30 minutos, pero cómo puede ser eso posible si sentimos como si hubiera sido como casi un día entero, eran las 12:00 cuando nos perdimos y las 12:32 cuando regresamos.