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«La mas tierna inocencia puede generar monstruosas situaciones. El mal no tiene edad»

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Información de los hechos[]

La historia es narrada por un hombre de 30 años de Estados Unidos, que un 24 de Diciembre del año 1995 (víspera de Navidad) experimenta un suceso sobrenatural, que involucra, curiosamente, una de las costumbres más antiguas e inocentes de la cultura estadounidense invernal.

La historia[]

Es un frío invierno. Como de costumbre en estas fechas, los niños salían a jugar en la blanca nieve de esta especial fecha. Pero este año noto que algo es diferente, no puedo notar que sea, pero está mal, una presencia oscura, algo sobrenatural.

Después de un tiempo de observar por mi ventana, lo noto, eran los muñecos de nieve. Pasaron de ser un simpático símbolo, a macabros personajes, algunos incluso aterradores. No puedo creer que  tales personajes de pesadilla salgan de la inocente mente de niños, que años atrás habían creado tan simpáticas figuras. Había una figura en especial, que me atemorizaba: un muñeco de nieve de color blanco, algo oscuro, tenía 2 brazos hechos con palos de madera seca, lo que le daba el aspecto de finas garras. Contaba también  con ojos negros pequeños increíblemente reales (fabricados con un objeto que no puedo descifrar que sea realmente) y una boca grande, completamente abierta, formando una perturbadora expresión de sorpresa.

Inexplicablemente siento una inmensa preocupación por los pequeños, débiles e inocentes niños y su bienestar. No puedo dejar de observar  por mi ventana mientras preparo el hogar para la cena familiar, esperando que lo peor suceda, pero nada sucede.

Llega la helada tarde. Algunos niños siguen jugando en la nieve, yo sigo mirando la blanca nieve y a esa criatura de nieve inmóvil que tanto horror me causa. No sé por qué este mirando tanto estas esculturas, como si fuera un niño asustado, tal vez sea el inicio de una paranoia o fobia.

Pasados unos minutos comienzan a llegar a mi casa los invitados, mi familia. Intento ignorar mi aparente obsesión por esa hórrida figura y dirigirme al evento, cosa que logro, pero con unos notables nervios. Mis padres me preguntaron si me pasaba algo, a lo que les respondí, mintiendo, que simplemente estaba nervioso por la cena.

Si pasaba por fin este día, todo sería normal de nuevo, ya que después de navidad los niños no salen tanto de sus casas y nadie correría mayores riesgos.

Logro al fin enfocarme en la cena, me entretengo conversando con mi familia, me introduzco y me olvido del tema. Llega el momento más importante de la cena, el plato principal, el pavo de navidad. Lo saco del ardiente horno, con cautela y preparo los últimos detalles para servirlo. 

Justo cuando estoy llevando el pavo a la mesa, se escucha un desesperado grito de auxilio, con la voz de un niño de unos 5 años. Me paralicé y solté el pavo, que cayó al suelo.  Mientras mi familia y mis vecinos salen a la calle a ver qué ocurre, y otros llaman a la policía, yo aterrorizado, observo por la ventana a ese terrorífico muñeco que tanto me había obsesionado.

3

Mis terrores aparentemente infundados, extrañamente tenían razón. La imagen que vi ese día aún me persigue. El terrorífico muñeco de nieve con la boca abierta estaba devorando a su "creador", que no se mueve; al parecer ya ha fallecido. Movía su boca lentamente, mientras el niño desaparecía poco a poco. Tenía sangre alrededor de la boca y se veían sobresalir de su boca los pies del pobre niño.

La policía, después de un tiempo (por la fecha festiva), acudió al llamado, y encontraron al muñeco de nieve. Dijeron que fue un asesinato, en el cual destrozaron al pobre niño en 2, dejando el torso dentro del muñeco de nieve, supuestamente como parte de una "broma" pesada y cruel. El niño fue identificado por sus padres, quienes creen que el niño tiene un asesino de carne y hueso, el cual hasta hoy, 20 años después siguen buscando, sin éxito alguno.

Al surgimiento del día siguiente, en el amanecer, fui a revisar el muñeco. No estaba allí, solo quedaba nieve en el suelo, con un residuo pequeño de la sangre del niño, víctima de la criatura de nieve. Solo yo sé la verdad de esto, nunca se lo dije a nadie, ni siquiera a mis padres, puesto que sería tratado como un loco; de hecho, hasta el día de hoy a veces recuerdo lo sucedido esa víspera de navidad y cuestiono mi cordura.

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