Aquí no tenemos vergüenza; solo huesos.
Quítate la ropa, no te hace falta ¡Deshazte de ella! ¡Ya no te pertenece! Mientras tu cuerpo vista, estarás robando. Mientras tu cuerpo vista, tendrás esperanza. Mientras tengas esperanza, te quedarás fuera.
Da tres golpes en la puerta verde y entra en nuestro cálido interior; dentro del músculo que bombea, que suda, que sube y que baja.
En esta fiesta sólo entran los muertos. Nuestra música te atraviesa hasta el alma; es la más excitante, la que más perdura. No hay pecho más grande que el de nuestra madre, ni cuerpo más receptivo que el nuestro. Los labios no dicen ni sí ni no, los ojos cerrados no juzgan la decrepitud del alma, las piernas sin tendones ya no pueden cerrarse.
No hay límite para la depravación; nuestros cadáveres no conocieron ninguna ¿A quién creías que amabas mientras sudabas, arriba y abajo? Un muerto viviente, un gemido fingido, la mano hipócrita que acaricia el ego, mientras tú crees que disfrutas...
Nuestras mujeres mueven las caderas mientras sonríen, sólo enseñan los dientes, pues los labios se cayeron hace tiempo.
Quítate la piel ¡No hace falta! ¡Nunca te perteneció! Mientras tu cuerpo viva, estarás robando. Mientras tu cuerpo viva, tendrás muerte. Y cuando mueras, te quedarás fuera.
Entra ahora en nuestra fiesta, con tu corazón palpitante de emoción y tu sexo lleno de sangre nueva. Ven a nosotros con tu mente llena de perversión y tus pantalones llenos de moral, resecos de resentimiento y frustración; el sexo es muerte y la muerte llega después del placer supremo.
Rómpete entre nosotros y conviértete en un muerto viviente, mientras besas y eres besado, mientras abandonas toda la razón y procreas con la Parca, llenando de muerte el reino de los vivos; pues sin vida no hay muerte, sin sexo no hay muerte, sin muerte no hay diversión.
Ésta noche soñarás con la puerta verde. Ésta noche iremos a buscarte bailando, vestidos de hueso y podredumbre.
¿Te atreverás a tocar tres veces?