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Leyendas del Ermitaño[]

Los hombres, según se dijo una vez, crean a sus propios monstruos, así como a sus propios héroes. Aunque no es estrictamente cierto en un momento como durante la Era de los Conflictos, el impulso humano a mitologizar lo misterioso y lo increíble es igualmente fuerte en este período. Historias se intercambian entre viajeros estelares, o familias apiñadas, escondiéndose en la oscuridad y el frío, o a través de millones de campos de refugiados a través de la galaxia, susurrados por labios secos, hacia los oídos de personas igualmente miserables o aterradas. Las cortes rodeando los afluentes Imperios Secundarios no eran diferentes; rumores inquietantes y cuentos pasaban como un bajo-tono sutil, a lo largo de los procedimientos cortesanos.

Una de las más prevalecientes de estas leyendas y mitos, era la de ‘El Ermitaño’, o ‘los Seis Ermitaños’, o ‘El Errante’, dependiendo del sector donde se haya oído. Variaciones de este rumoreado ser se cultivaron desde el Segmentum Obscurus, todo el camino hasta los Mundos Comerciales de la lejana franja, donde la vida humana era una mera comodidad para varios gobernadores xenos. Aunque estos cuentos a menudo diferían mucho, el famoso (o infame) personaje del Ermitaño parece compartir varias similaridades. Una gran cubierta o capucha, ocultando sus rasgos, ropa en general mal estado, ojos penetrantes, y a menudo poseedor de poderes milagrosos, posiblemente disformes.

En el Segmentum Solar, el Ermitaño es casi una suerte de héroe popular. Sobre el planeta de Cinaire, el Ermitaño llegó al rescate de los Cinairianos, en donde su gobernador, un Inquisidor que se hacía llamar Mauvais, comenzó a oprimirlos y aterrorizarlos de forma horrible. El Ermitaño llegó, y al cabo de unas pocas semanas, se decía que todo el planeta estaba en revueltas, mientras su oratoria y elocuencia incitaba a la gente contra este falso tirano. El Inquisidor envió un batallón entero de soldados para asesinar al Ermitaño, en su caverna en el bosque que llamaba su hogar. El Ermitaño, usando su habilidad y su inmensa fuerza y velocidad, destruyó a todo el ejército. Los sobrevivientes arrancaron, gritando “¡Bestia Negra! ¡Bestia Negra!”, asustados ante la forma del Ermitaño. En el punto álgido de las manifestaciones, mientras las personas se unían contra Mauvais, y asediaban la capital, el desesperado Inquisidor desató a sus guerreros más duros: una banda de veinte Marines Malevolentes. Los crueles y malvados marines masacraron a cientos en su furia, conduciendo entre la multitud como fanáticos enloquecidos.

Entonces, llegó el Ermitaño. Oculto por la abultada multitud, había logrado colarse en la capital, desapercibido. Mientras los marines preparaban su último asalto, se lanzó hacia adelante, arrebatando el Martillo de Trueno del líder de los Astartes, y precipitando su cabeza desde sus hombros, antes de caer sobre los otros marines. Mientras ellos luchaban de vuelta, las multitudes se envalentonaban, y cargaban contra las puertas como uno solo, golpeándoles de sus bisagras, e inundando la capital. Mauvais fue derrotado, y las personas vitorearon. Sin embargo, el Ermitaño se había ido.

Otro mundo en el Segmentum Solar fue atacado por los regimientos de Despojados desde el Imperio Occidental del Caos, quienes pulverizaron su capital, y exigieron su rendición. Sin embargo, un Ermitaño comenzó a predicar un sermón de salvación; de unificación. Así, la gente rechazó a los diabólicos soldados, quienes decidieron castigar  los Imperiales no-caóticos directamente. El alado Apóstol Grasis, el Bajo Señor del Sector Campeón Kailus del Imperio del Caos, descendido sobre sus terribles alas de murciélago, liderando a los malvados Cadianos en el mismo frente. Sin embargo, durante la confrontación, la gente del mundo estaba armada con armamento y equipamiento mítico, creado por el mismo Ermitaño, y replegaron a las rampantes hordas. No obstante, no pudieron destruir a Grasis, quien apenas se rió, mientras sus lanzallamas e hiper-cañones apenas irrumpían a través de su invencible carne demoníaca. Mató a miles personalmente; su guadaña cobrándose un montón de vidas entre la gente.

Entonces, cuando el hogar comenzaba a caer, emergió el Ermitaño. El demonio y el héroe se enfrascaron en combate, mientras el Ermitaño luchaba contra el horror quiróptero desde torre en torre. Al final, el Ermitaño soltó una poderosa descarga de su lanzallamas. Grasis se rió de nuevo, mientras las llamas lo tocaban inofensivamente. Pero ese nunca fue el objetivo. En su lugar, el Ermitaño derritió la estructura de adamantio sobre la cabeza del demonio. Mientras la bestia se reía, el Ermitaño lo mantuvo de pie, y forzó a que la super-aleación derretida bajara por su garganta. Con un aullido, la bestia fue desvanecida, y los Despojados, sin líder, escogieron luchar hasta la muerte. El Ermitaño no les decepcionó, mientras él y sus defensores los sobrepasaban y mataban.

De esta forma, las historias iban, a través de todos los Segmentum Solar y Pacificus. Se pueden inferir varios puntos interesantes sobre este ‘Ermitaño’, desde estos cuentos. En general, es extraordinariamente fuerte, capaz de batirse frente a frente con un Príncipe Demonio, e incluso acometer contra un Ambull adulto en una de las leyendas de Innut. También se afirma que es un gigante, desde dos metros de altura, hasta treinta metros. Sin embargo, parece tener un tamaño similar al estándar Astartes en la mayoría de estas historias, aunque me siento confiado a especular que es, posiblemente, alguna forma de Marine Espacial renegado, cuyas hazañas han sido exageradas, como con todos los héroes. En particular, este parece ser el modus operandi del Capítulo de los Salamandras. Desde que se destrozaron en unidades casi individuales luego de la caída del Emperador, es como si, quizás, estos Ermitaños sean escuadras de Salamandras, clamando ser una sola gran figura. Las descripciones frecuentes del Ermitaño como una ‘bestia negra’, parecen apoyar esta teoría.

La misteriosa figura del Ermitaño parece alterarse radicalmente en las leyendas del Segmentum Obscurus. En estas leyendas, él es un ser siniestro, el cual se desplaza invisible para la sociedad, matando y mutilando brujos y psíquicos, de manera aparentemente aleatoria. Esto hace a su descripción particularmente ambigua. A veces, los psíquicos en cuestión eran titiriteros tiranos, dominando a sus secuaces mortales, y el Ermitaño allí era un Libertador. En otros casos, era mostrado como un carnicero enloquecido, asesinando aleatoriamente a psíquicos y brujos inocentes, a menudo condenando al planeta en cuestión. Este Ermitaño no es descrito como un gigante; de hecho se le describe como un ser frágil por muchas cuentas, aunque aún parece ser capaz de realizar hazañas más allá de los mortales, como quitar el aire en una habitación para evadir a los Arbites, partir un Titán clase-Reaver a la mitad (incluso aunque el Reaver en cuestión esté dañado, como la historia sugiere, la fuerza necesaria para destruir algo tan grande debe ser inmensa), o matar con solo un gesto. Yo tendería a sugerir que tal vez un grupo de Inquisidores intensamente puritanos, ayudados con recursos significativos, podrían ser la fuente de la leyenda. Un ser no podría ser tan poderoso con seguridad.

El Ultima Segmentum posee numerosos mitos de Ermitaños. En algunos está armado, en otros no. Su capucha va desde azul profundo a gris, hasta un blanco marfil, o un tono ennegrecido. Su altura fluctúa como muchos de sus objetivos. En el sur, cerca de Gran Sicarium y el Conglomerado de Ulfian Pain, el Ermitaño parece ser un cazador maestro, acechando maleantes con su arco de caza. Éstas parecen mezclarse inquietantemente bien con leyendas similares de Telion y su compañía de Capas Grises, y podrían ser historias combinadas en una amalgama.

El Ermitaño armado es a menudo prestado a confusión por parte de los observadores de los eventos. ¿Cómo puede un mortal diferenciar a un Alma Segadora, un Vigilante en la Oscuridad, un Caído, o a guerreros fanáticos encapuchados? ¿Especialmente durante un intenso combate de fuego vivo? El Ermitaño del norte parece ser completamente no-violento, curando a los enfermos y moribundos, y predicando sobre la ‘Tercera Senda’, la Senda de la Moderación. Él/ella nunca ha sido asociado/a con actividades belicistas. Las leyendas del Ermitaño del noreste cuentan una historia distinta, una mujer ágil, ataviada en una brillante capucha de seda negra, como una viuda. Ella trae la muerte a todo aquel que no rece por el renacimiento del Emperador. Los niños son asustados con cuentos para dormir sobre la Viuda Errante, la bruja encapuchada del norte.

Así, como podemos ver, quizás, no existe solo ‘un’ Ermitaño, aunque quizás son varias historias, solapándose e influenciando unas a otras, mientras son contadas una y otra vez.

Sin embargo, una cosa altera esta teoría. Casi unánimemente, los cuentos tienen un elemento de destino en ellos. No importa el dialecto local o los mitos previos, cada leyenda hace mención al ‘mundo-con-nombre-de-guerra’, y sobre cómo este Ermitaño, lentamente, está viajando hacia este mítico lugar. El que tantas culturas diversas, muchas de las cuales no podían ponerse en contacto entre sí, debido a las tormentas disformes y a la falta del Astronomicón, hayan mencionado, palabra por palabra, exactamente la misma frase una y otra vez, sugiere algo inquietante. Especialmente a vista de los eventos conocidos que ocurrieron sobre el planeta de Armageddón.

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