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Una llamada de emergencia llegó a la jefatura de policía el 20 de agosto del año pasado.

Nos solicitaban revisar una casa con el No. 310 de la calle Luces en un vecindario tranquilo llamado Lomas de la Soledad, que tenía una semana en completo silencio, y según los vecinos, llevaba días saliendo un aroma desagradable. Mientras mi compañero tocaba la puerta de dicha casa, yo me dediqué a reunir información de los vecinos.

Según los testimonios, viven allí desde hace tiempo una familia conformada por una pareja joven con un niño de 7 años actualmente. Parecían gente normal, no fue entonces cuando el niño cumplió 5 años cuando todo se tornó raro. Según la vecina de la casa con el No. 311, mencionó que los padres consentían mucho al niño, y que con frecuencia le compraban mascotas que ¨extrañamente se volvían locas¨ (o eso pensaban), ya que durante una o dos noches seguidas, los animales aullaban, gritaban, maullaban, ladraban y lloraban de una forma horrible. No era raro ver a los padres y al niño enterrando a las mascotas en el patio trasero. Lo que me contó el vecino del 309, no me pareció nada fuera de lo normal… al principio.

El padre del niño gustaba de coleccionar herramientas de todo tipo; mecánico, electricista, carpintero, plomero, etc., y que tenía un garaje lleno. El vecino sabía esto por que por un tiempo se llevó bien con ese hombre, y a veces le pedía una que otra herramienta. Empezó a desistir de pedirlas prestadas, cuando notó en las herramientas, que eran constante mente limpiadas, aunque no muy bien, pues se les notaba una mancha café en ranuras, tornillos, orillas y esquinas. Al parecer la madre es chef, y por un tiempo enseñó recetas a las vecinas, comidas deliciosas comentan, pero dejaron de frecuentarla cuando comenzó a mostrarles recetas ¨extranjeras¨ demasiado raras que a veces llegaban a ser repugnantes. Por lo general eran constituidas por un acompañamiento más una pieza de carne cocinada de diferentes formas, hasta aquí no hay nada fuera de lo normal, lo raro era que la carne no era común; mencionaba tucanes, caballos, perros, gatos, incluso algunos reptiles, monos y simios.

Al terminar de recaudar información, mi compañero me informó que no le abrían la puerta, pero que vio extraños bultos adentro de la casa. Por el mal olor, decidimos tirar la puerta abajo y al entrar, no vimos más que mucho desorden, decidí ir al garaje mientras mi compañero revisaba el segundo piso. Cuando entré, el aroma era sanguinolento, el piso estaba sucio, grasoso y había pelo tirado, mientras un enjambre de moscas se apresuraba a salir. Las herramientas estaban regadas en la mesa manchadas de algo que al parecer era sangre seca. Una caja de madera llamó mi atención, y en el momento justo que lo abriría, mi compañero me llamó por radio diciendo que había algo que tenía que ver. Subí al segundo piso, y en lo que parecía la recámara de los padres, vimos la cama, y allí estaban los padres arañados, picoteados, pisados, mordidos y desmembrados, sin ojos y parecía que se les arrancó la lengua. Al parecer, al niño le fue peor, tenía mordisqueado y abierto el tórax, desde el cuello al estómago, sugiriendo el derrame de sangre creemos que el niño fue destripado y posiblemente comido vivo ya que no había rastros de sus órganos. Cabe destacar que la cabeza fue aparentemente arrancada y en ese momento recordé la caja de madera en el garaje, parecía que le salia de las orillas, no pelo, si no cabello humano, y cuando fui a abrirlo, allí estaba, la cabeza del niño con un ojo sacado y carcomido, la lengua arrancada y la quijada completamente desencajada, como si todavía sintiese y siguiera sufriendo dolor.

Por último revisamos el patio trasero, la tierra estaba removida, y varias cajas de diferentes tamaños saliendo de la tierra. algunas abiertas, otras simplemente rotas, pero no había rastro de ninguna mascota.

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