Wiki Creepypasta
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Cuando era pequeña, vivía feliz con mis padres. Hasta que ocurrió aquel accidente, y... ellos fueron... asesinados. Fui la única sobreviviente en aquella masacre; pero no quiero decir qué pasó exactamente.

Luego de aquello, quedé bajo la custodia de mis tíos y me mudé con ellos a otra ciudad, cercana a un bosque. Al principio, todo estaba bien. Ellos me trataban con cariño, me mantenían, pagaron mis estudios en otra ciudad sin queja alguna, pero conforme pasaba el tiempo, todo se volvía más oscuro. Poco a poco, se iban convirtiendo en en mi pesadilla. Maltratos, gritos, insultos... Supongo que simplemente no me querían. Pasaron los años, y todo era igual, o peor. Ya me había acostumbrado a sus abusos.

En un día como cualquier otro, decidí que era hora de escapar, de huir de aquel infierno de una vez por todas. Empaqué lo necesario y salí por la ventana de mi habitación, en dirección a la otra ciudad. Sin embargo, para llegar allí tenía que pasar el bosque; pensé en rodearlo, pero en mi apuro decidí atravesarlo mejor. Gran error: la noche llegó primero que yo a la ciudad. No era del todo bueno estar en aquel bosque en esas horas. Me apresuré en buscar alguna construcción o campamento, abandonado o no, para poder pasar la noche; por fortuna, encontré una cabaña.

Parecía estar vacía, así que me dispuse a entrar sin ningún cuidado. Caminé unos cuantos pasos mirando el lugar, y la puerta se cerró de golpe detrás de mí. Volteé en esa dirección, y un ruido pesado detrás mío llamó mi atención. Volví a mirar al frente justo cuando una estantería caía con fuerza encima de mí... Recuerdo las llamas, el sonido de la explosión...


Desperté en una camilla de hospital. No podía moverme, pero fuera de la habitación oía a los doctores hablando entre ellos. Decían que no sobreviviría... Alguien mencionó algún tipo de explosión extraña... "Genética" o algo así. Poco a poco pude moverme hasta sentarme, y si pudiese hablar, hubiese gritado al notar aquel extraño miembro extra en mi espalda. Lo único que pensaba era en que sería mi fin, pero que al menos, moriría lejos de mis tíos.

Y justo oí sus malditas voces. Ellos habían venido al hospital "preocupados" por mí. Los doctores les explicaron lo sucedido, y luego de un rato se fueron. Pude oír a mis tíos quejarse de los gastos, diciendo que ojalá el asesino de mis padres hubiese hecho un "trabajo completo", y me hubiese matado también. Dijeron que yo era una peste, que destruyó su familia.

Con oír aquellas palabras, sentí como si algo dentro de mí se desmoronara poco a poco. Era diferente, los recuerdos del daño que tuve que soportar afloraron en mi mente; surgió un gran deseo por destruir todo aquello que me destruyó a mí. Con ello en mi cabeza, junté fuerzas y me levanté dela camilla, arrancando todos los aparatos conectados a mi cuerpo. Era hora de hacer lo que desde el principio, debí haber hecho. Pero antes de salir, me miré en el espejo de la habitación. Muchos dirían que ahora era u monstruo, pero... Para mí no era así.

Adorable y hermosa. Así me sentía, con mis orejas felinas, mis garras, y la nueva extremidad que identifiqué como algo similar a la cola de un escorpión en mi espalda. Parecía haber despertado mi instinto animal. Le dediqué una pequeña sonrisa a mi nuevo yo, y escapé de la habitación por los ductos con cautela. Me aseguré de que no hubiese entrada o salida para nadie, y me escabullí por cada habitación matando al paciente que se me cruzase. No era yo en esos instantes, sólo un animal.

A mis tíos los reservé para el final... Como muchos, estaban alarmados por los asesinatos y porque las puertas no se abrían. Cuando llegué a ellos, no les dejé hablar. Usé la anestesia que había encontrado anteriormente y los dormí. Para cuando abrieron los ojos, estaban sujetos a las camillas y a mi merced.

Me desquité de todo lo que hicieron con cada segundo de la tortura. Usé los instrumentos de los médicos ya muertos, y acabé con ellos sólo cuando ya sus gritos y súplicas me tenían harta. Intenté atravesar a uno con mi aguijón, pero me llevé la sorpresa de que no se movía más. ¿Era eso algún tipo de paralizante? Parecía ser que sí. Eso solo me hacía gustar más mi nuevo yo. Antes de irme, arranqué sus corazones; cucarachas como ellos no necesitaban uno.

Luego de acabar con todo ser vivo en las instalaciones, me dirigí al cuarto de almacenamiento, en donde encontré algún tipo de combustible y fósforos. Desde el último piso hasta planta baja incendié todo el lugar, cada cuerpo, con la idea de no dejar huellas. Pero no fue demasiado necesario, si lo pienso; si encuentran pistas no me encontrarán, después de todo, porque nadie sabe lo que soy ahora.

Tenía pensado "pasear" un rato por la ciudad luego de terminar mi trabajo, pero mientras admiraba las llamas, sentí algo llamarme desde el bosque... Un sonido sordo, como estática.

Quise ver de qué se trataba, qué lo causaba; parezco poder oírlo desde el otro extremo de la ciudad, incluso... Pero, no tardaré en volver al ambiente citadino, no es un viaje demasiado largo. Acabaré con cada una de las personas que me llegaron a hacer daño... y con los que no, también.

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