Wiki Creepypasta
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Las luciérnagas transforman un atardecer normal en una obra de arte. Las radiaciones emitidas por aquellas increíbles criaturas luminiscentes absorbían toda mi atención, colmando mi capacidad de asombro. Mis hermanas y yo disfrutábamos esos atardeceres, era muy divertido y lo más importante, que siempre estábamos juntos sin importar nada. Hasta qué eso se acabó una noche helada.

Era invierno del día 12 del año 2000, recuerdo que estaba nevando, la nieve caía a montones. Una peligrosa mezcla de nieve y lluvia convirtió en una trampa la carretera cuyo final es el que te imaginas. Fui el único que sobrevivió, más temprano que tarde descubrí que me había quedado completamente solo.

Acostumbraba sentarme en el mismo sofá todas las noches, me gustaba quedarme hasta altas horas frente a la pantalla del televisor. Esa noche no fue distinta. Estaba solo, con la mesa llena de botes de cerveza y sobras de comida de las anteriores noches. Cogí el último cigarro del paquete de tabaco.

-Mi último cigarro.- Dije, mientras lo encendía.

Apagué la tele, la misma mierda de siempre. Me entró sed, cogí un bote de cerveza de la mesa y bebí lo poco que quedaba. Después me entró hambre, pero en la mesa solo había sobras, nada decente que llevarse a la boca. Me levante del sofá y fui a la cocina.

Abrí la nevera, solo había una pizza caducada de hace unos días. Saqué el aperitivo, no olía mal. Pensé en ponerla en el horno, pero desde la última vez no funcionaba, saltaba el automático, la puse en el microondas.

-Con diez minutos bastarán- Dije. Al finalizar la cuenta atrás del microondas se fue la luz de casa. Con algo de suerte pude encontrar una linterna del cajón de la mesa de la cocina.

Con la linterna en la mano fui al cuadro general para volver a activar la luz, pero no funcionaba. Volví a la cocina para cenar a oscuras iluminado por mi vieja linterna. Cogí un cuchillo y corté la pizza que devoré rápidamente hasta que escuché unos extraños ruidos que venían desde el piso de arriba. No sabía qué era, quizá fuese el viento, pero las ventanas estaban cerradas (o al menos eso recordaba). Me asusté, cogí la linterna y subí las escaleras.

Alumbrando con la linterna pude ver algo moverse.

-¡Sé que estás ahí! ¿Quién eres? ¡Da la cara!- Grité asustado con la voz temblorosa, mientras lo alumbraba con la linterna. Todo pasó demasiado rápido, me pregunto si llegaron a encontrar algo de valor en mi mísera casa.

Sentí súbitamente un intenso dolor punzante en el abdomen. Miré hacia abajo y horrorizado descubrí cómo un cuchillo había atravesado y desgarrado mi vientre. El trauma recorrió mi nervio espinal como un latigazo eléctrico. El tipo se acercó a mi oído y me susurró:

-Nada personal.-

Bruscamente, retiré el arma de mis entrañas, mientras mis intestinos se descolgaban hacia el exterior. Los fluidos corporales encharcaron el suelo.

Tumbado sobre el frío cemento la sangre inundaba mis papilas. Entre lágrimas, mi vista empezó a llenarse de pequeñas luces blancas, luces brillantes que al consumirse me hicieron contemplar de nuevo aquellas luciérnagas al atardecer.

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