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Al quinto día era poco lo que se oía, los disparos eran escasos y no muy frecuentes. En el sótano frío y oscuro, Maria y la niña Isabel, se escondían de los comedores de carne. Muy escasas veces se atrevían a salir del sótano para buscar pan o leche para Isabel. Cuando encontraron el refugio eran seis de ellos.

Los restos desgarrados hasta los huesos de Doña Tula, la que había sido la dueña de la casa, estaban esparcidos por la cocina, habiendo sido devorada por el que había sido su esposo. Otro que había sido parte del grupo era Paco, el cartero, que en el momento que comenzó la infección había estado llevándole a doña Tula la correspondencia y había tomado refugio en el sótano, salio desesperado cuando escucho muchos gritos de vecinos y tratando de evitar la misma suerte la encontró saliendo de la casa. Los otros eran Hugo, un abogado, y su hija Leticia, quienes habían salido hacia el hospital después de que había sido infectada. No sabían lo que había pasado con ellos.

Ahora solo quedaban ellas dos. La niña, Isabel, aunque solo contaba con 5 años no emitía un solo sonido. Sí, tenia un hambre insoportable, pero en su infantil existencia sabia que era mejor morir de hambre que morir a manos de los muertos vivientes. Ya lo había vivido antes por supuesto, solo por suerte escapo de aquellos que devoraron su familia. Gracias a Dios habia encontrado a esta mujer, a Maria, que venia corriendo por un callejón y la encontró sola llorando, la tomo en sus brazos y la escondió en este sótano. 

Isabel jalo a Maria por las mangas de su blusa y con su tierna carita teñida de tierra le dijo: "hambre".

La piel de Maria se erizo, su corazón palpito como tren desbocado, de solo pensar en tener que salir de su escondrijo. Pero ella también tenia 20 horas sin comer, sin siquiera beber un vaso de agua. El cansancio y el hambre la poseía. "Pobre niña" pensaba. Solo se tenían una a la otra y aunque había sido por poco tiempo, Maria sentía que Isabel era parte de ella y que no importaba como o de que, ella la defendería hasta con su propia vida si era necesario, el vinculo que ahora las unía era tan fuerte como de madre a hija o "quizás más" pensaba Maria. A Maria la llenaba de lastima ver a esta pobre criatura pasar de vivir una bella niñez, junto con su familia que debió quererla inmensamente, con juegos, fiestas, amigos, cuentos de princesas antes de dormir, a ser testigo de tantas atrocidades, ver gente mutilándose unas a otras, incendios, accidentes automovilísticos por donde quiera, canibalismo, en fin, caos total. Y ahora, ella estaba decidida a proteger como si fuera a si misma, como si fuera su propia hija.

"Isabel,(dijo Maria) quédate aquí, no te muevas y no hagas ni un sonido. Voy a buscar comida. No importa lo que pase o lo que oigas, no salgas, y no abras la puerta."

Maria subió la escalera y estando en la puerta puso su oído sobre esta para ver si escuchaba algo. Su corazón latía rápido pero su mente estaba aguda, lista. No escucho nada del otro lado de la puerta. Muy despacio entreabrió la puerta miro y en la penumbra no vio nada. Paso a paso se dirigió hacia la cocina, miro por los alrededores cuando de pronto el ruido de una pisada le hizo dar un salto mirando hacia la dirección de donde venia y... nada, solo la brisa.

Ya frente al refrigerador, en la distancia escucho un grito escalofriante y lleno de terror. Inmediatamente se tiro al suelo, se arrastro hasta la ventana y observo la sangrienta escena del otro lado de la calle. Un hombre vestido con un traje de chaqueta ya deteriorado y sucio se enfrentaba con hacha en mano a tres de los muertos vivientes: era Hugo, el abogado. Un zombie con un solo brazo lo agarro por el cuello y Hugo le clavo la gruesa hoja de acero en la cabeza, la otra bestia lo mordía por un lado y la otra por el otro y en menos de un minuto el hombre yacía en el suelo victima inevitable de su suerte. Las bestias ensangrentadas y grotescas se alimentaban con el festín. El coágulo de sangre rodaba por las aceras de las calles y en pocos minutos del cuerpo de Hugo solo quedaban pellejos. Horrorizada, temblando y con las manos en la boca para no gritar a toda voz desenfrenadamente y los ojos llenos de lagrimas, Maria contemplo el sangriento encuentro mordiéndose tan fuertemente los labios que no de daba cuenta que la sangre le corría por su barbilla.

Maria no se dio cuenta cuanto tiempo había pasado. Si un minuto, cinco o una hora. Pero estando en un estado de shock, comenzó a oír en la distancia el sonido como de latidos, el sonido de una brisa, el sonido como de pájaros del cielo. Era un helicóptero que descendía en la cercanía. Reaccionando, Maria vio salvación y esperanza, un milagro que podría significar el que ella podría seguir viviendo. Miro nuevamente por la ventana y allí lo vio descendiendo. Justo frente a la casa, justo donde Hugo habia perdido la vida, 3 hombres con uniforme militar y largas armas se desmontaban disparando a todo los zombies que se le acercaban, levantándose Maria corrió hacia la puerta y grito: "Ayudaaaaaaa!!!!!!"  y corrió hacia ellos. Varias luces fueron apuntadas hacia donde ella estaba, instintivamente ella levanto las manos y grito nuevamente "Ayuda por favor!!!" , dos oficiales fueron a su encuentro.

-"Señora, señora, Ha sido mordida?"

-"NO", dijo ella, con lagrimas de felicidad.

-"Señora escuche con atención no tenemos mucho tiempo, esto muy importante. Hay otros sobrevivientes? Si los hay, usted tiene que ir a buscarlos y traerlos, nosotros la esperaremos aquí... responda...."

A unos cuantos pasos del helicóptero y de su salvación, Maria inclinó levemente su cabeza y miro con solo la esquina de sus ojos a la casa donde estaba Isabel, aquella que ella juro proteger, la niña inocente y llena de vida, miro la casa rodeada de zombies y de terror, rodeada de muerte y sangre. Pero el solo hecho de tener que volver allí era mucho para ella. Maria volteo nuevamente la cabeza y miro a los ojos al oficial y le dijo: "No, no hay nadie mas con vida" .Todos ellos abordaron el helicóptero y partieron.

Quizás pensemos que lo que acaba de acontecer, el abandono sin conciencia de una criatura inocente es culpa de Maria, quizás pensemos que Isabel es la dueña de su propia culpa, pero si meditamos en lo que nosotros mismos pudiéramos haber hecho si alguna vez nos encontramos en la misma encrucijada a la que se enfrento  Maria y si reaccionamos de la misma manera, no se castigue usted mismo pensando que ha hecho algo inhumano y no le remuerda la conciencia, pues de todos modos el sentido de supervivencia es la Naturaleza Humana.