Al pequeño Timmy Parker le encantaba Halloween.
Comía dulces hasta que se ponía morado.
Le encantaba llamar a las puertas de todo su edificio.
Le encantaban las historias sobre monstruos y matanzas.
Papá trabajaba la noche entera.
Como papá, Tim vestía como un bombero.
Apretado y hermético en el traje de contención de papá.
Hasta metió sus pantalones en las botas de trabajo.
Escuchó sirenas y vio las luces intermitentes.
Abrió la puerta para ver la fiesta.
Una bruma verde se retorcía como una nube enferma.
Apenas podía pensar dado que los gritos eran demasiado fuertes.
"Esto es genial", pensó, "es tan realista."
Policías y bomberos iban todos como balas.
La sangre fluyó por el vestíbulo como un río rojo.
A través del cuerpo de Timmy corrió un escalofrío.
"¿Por qué tantos tipos vestidos como zombies?"
Timmy corrió a buscar a su mamá.
Oyó gemidos guturales y gritos monstruosos.
Tendones quebrados y huesos rotos.
El aguerrido Tim agarró su bate; sabía qué hacer.
Pero Tim se quedó inmóvil cuando oyó: “Mamá te quiere”.
Se lanzó hacia adelante para darle un beso en la mejilla.
A Tim le hicieron un “truco” y acabó convirtiéndose en un “trato”.