Los demonios existen y debes tener cuidado si no quieres ser uno.
Hace 15 años, año 1999, una niña llamada Amanda regresaba felizmente del colegio ya que no podía tener mejor promedio.
─Quizá me compren un computador ─se dijo a sí misma.
Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que una figura encapuchada le cerraba el paso. Al chocar contra ella se cayó de espaldas y dio un leve grito.
─¿Quién eres y qué quieres? ─dijo con una voz tan temblorosa que casi no se le entendía.
─He venido desde muy lejos para ofrecerte lo que quieras ─respondió.
"¿Qué querría?", pensó Amanda.
─Quisiera un gato ─respondió con la misma voz ─uno que supere a todos.
─Eso es fácil. Pero tendrás que darme algo a cambio.
─¿Qué es lo que quieres?
─Yo quiero... Tus ojos.
La chica trató de correr pero la figura le cerraba el paso adonde fuera.
─Está bien. Pero primero el gato.
─Te lo daré en 15 días, tus ojos los quiero 1 día después de que lo tengas.
─Está bien.
Luego se fue a llorar a casa tratando de no correr. Dado que estaban de viaje, sus padres no llegarían hasta mañana.
Llegó el día establecido y el gato no llegaba. La chica pensó que tal vez podría conservar sus ojos.
Pero se equivocó, ya que a las 12:00 un hermoso gato blanco como la nieve con ojos azules como el mar entró a su habitación.
La niña quedó extasiada al ver al gato acurrucarse frente a ella y lamerle la cara en señal de caricia. Sin saber porque, supo que a la misma hora debía ir al cementerio con el animal.
Al siguiente día, la pasó jugando con el felino esquivando las miradas que le lanzaban sus padres.
No les hizo ninguna gracia lo del gato, pero no podían dejar ir semejante tesoro. Tenía tan buenos modales que uno creería que era un ser humano atrapado en la piel del animal.
Sin embargo, no tenía ganas de ir al cementerio, ya que quería estar con el gato hasta el fin de sus días.
Y de pronto pasó.
La hermosa criatura cambio de color hasta ser de un negro cual boca de lobo, y el color de sus ojos pasó a ser un rojo sangre.
Atacó el pecho de la chica formando un pentagrama y le arrancó los ojos ignorando sus gritos de dolor.
Luego la llevó al cementerio de la ciudad donde el encapuchado la esperaba.
-No has cumplido la promesa. Has de ser castigada.
El pentagrama en el pecho de la niña comenzó a arderle como si le aplicaran hierro al rojo vivo.
Curiosamente podía ver.
Se miró en el reflejo de un estanque cercano y se dio cuenta de que sus ojos eran exactamente iguales a los del gato.
─Ahora harás mi trabajo y si alguien no cumple lo que le ordenes le enviarás un gato para hacerle lo mismo que a ti.
─¿Algo más?
─También puedes transformarte a voluntad en el gato que te atacó, para eso deberás tocar el pentagrama que reside en tu pecho.
Y dicho eso el hombre misterioso desapareció y la niña castigó a los que no cumplían las promesas haciéndoles lo mismo que a ella.