Una mesa cuadrada sin mantel con tres tazones de sopa encima. Las paredes llenas de grasa y las dos ventanas amarillentas a causa de la mugre. La puerta de madera daba a un patio con juegos oxidados y viejos, y, al otro lado del jardín, una segunda puerta cerrada que daba a la calle.
El grito resonó en toda la casa.
-¡¡A comer!!- Exclamaba Laura con una fuerza en la voz que resultaba impresionante
Los pasos de los niños bajando desesperados por las escaleras calmó los alaridos de la mujer. Ellos sabían que su mamá se iba a enojar muchísimo si no bajaban. El niño, el primero en llegar, vio los tazones sobre la mesa.
-Otra vez sopa, ya empieza a dejar de gustarme- Protestó como lo había hecho los últimos cinco días en todas las comidas.
-Tuviste la idea, no es culpa mía-
En ese momento llegó a paso lento la niña, quien miraba los tazones con disgusto. Se sentaron todos en torno a la mesa y comenzaron a almorzar. Al cabo de un rato, el niño arruga la frente y observa hacía el sucio cristal de la cocina.
-Mamá ¿Quién es el hombre parado afuera?
-No sé.
La niña continua comiendo asqueada la sopa. Los faltantes hacen lo propio.
-Mamá, no me gusta la sopa- Dice la pequeña
-No es mi culpa, tu hermano lo pidió.
El hombre de la ventana observaba fijamente los tazones de sopa, miraba muy atentamente con la cara pegada al vidrio como todos comían. Su figura se marca oscura.
-Mamá ¿Dónde está papá?- Pregunta la niña
La mujer señala los tarros de sopa, el hombre en la ventana golpetea los cristales.
Historia hecha por ELR4V1OL, publiqué la historia y creé una cuenta después, pero mi cuenta es ELR4V1OL.