Wiki Creepypasta
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Quizá resulte poco atractivo el título, pero la verdad, te puede salvar de una situación algo especial que tuve la oportunidad de pasar.

No daré mi nombre porque al recordar lo que sucedió desearía ser otra persona; en esa época tenía 14 años, mis padres trabajaban mucho y por lo general me quedaba solo en casa, a veces por noches enteras. Era entendible, tenían que viajar a veces de sin planearlo, pero como ya me habían indicado cómo estar a solas en casa sin caer de alguna necesidad, entonces se iban más tranquilos.

Una noche me hallaba jugando en la computadora, no me sorprendió que sonara el teléfono del cuarto y que mi mamá me dijera: "Tenemos que viajar". Era muy fastidioso para mí el escuchar eso, pero aún así debía decir que no importaba y que podían estar tranquilos.

A fin de cuentas, podía bajar a la cocina cuando me diera hambre y podría calentar algo en el microondas. Seguí jugando; sin mis padres, tenía la libertad de poder quedarme hasta la hora que quiera, incluso si no era fin de semana. Recuerdo que era jueves y al día siguiente tenía clases, pero aún así no importó mucho.

Apagué la computadora a las 11 de la noche, más o menos; los ojos ya me pesaban, así que bajé a la cocina y metí una tarrina con pollo con menestra en el micro y lo dejé calentar, serví un poco de agua en la olla y preparé algo de café. Aunque dijeron que me tendría despierto, a mi nunca me afectó la cafeína, así que dormiría tranquilamente.

Comí rápidamente y subí a mi cuarto, me acosté con la ropa puesta, no tenía intenciones de ponerme la pantaloneta con la que acostumbraba a dormir, me daba pereza. Me cubrí con las mantas y empecé a cerrar los ojos esperando a dormirme pronto. Al principio estaba funcionando, pero al cabo de un rato, el sueño se desvaneció completamente.

Me sentía extraño, había un sentimiento que me decía que había alguien en mi casa, pero era imposible: mamá y papá estaban de viaje, y antes de acostarme revisé que las puertas y las ventanas estaban con llave... o al menos tenía la idea de haberlo hecho. Empecé a sentir una ansiedad horrible pensando en que alguien se metió a la casa aprovechando mi descuido.

Después de pensármelo un rato, me levanté de la cama, no podría dormir a menos de que me quitase aquella ansiedad, bajaría y revisaría las puertas y las ventanas. Mientras caminaba hacia la puerta de mi cuarto, recibí un susto de infarto, creí escuchar a alguien llamándome por mi nombre, regresé a ver muy alterado, pero no había nada, encendí la luz de mi habitación. En un principio me aturdió el flash de luz, pero al recuperar la visibilidad, comprobé que no había nadie, revisé en mi armario, bajo la cama y entre mi escritorio. No había nada, la ansiedad se transformó en paranoia.

Revisé la ventana de mi cuarto y vi que estaba cerrada, salí de mi cuarto, cerré la puerta; en caso de cualquier cosa, la puerta me alertaría de que hay alguien, revisé mi baño y el de mis padres, estaban vacíos, el cuarto de mis padres tenía la ventana cerrada. Cerré las puertas del cuarto y de los baños, si se abrían estaría alerta.

Bajé por las escaleras, en cada habitación en la que estaba dejaba la luz encendida, sentía que mientras más luz haya, sería mejor, revisé el baño de la planta baja, el estudio de mis padres estaba vacío e intacto, no tenía puertas ni ventanas al exterior, así que no podría nadie entrar ahí, pero aún así, prendí la luz del cuarto y cerré la puerta, revisé la puerta principal, estaba cerrada con llave, pero no quería arriesgarme, así que moví el sillón de la sala contra la puerta, no quería que nadie entrara.

Cuando revisé la cocina, no había nadie, me tranquilizaba un poco más la idea de estar solo en la casa, así que me iría a mi cuarto, cuando salí de la cocina, escuché nuevamente que me llamaban; esta vez ya no era como un susurro, era como si gritara, para que fuera hacia lo que sea que me llamaba. Me asusté, corrí por las escaleras a mi cuarto, pero arriba volví a llevarme otro impacto. La puerta del cuarto de mis padres estaba entreabierta, la luz estaba apagada, lo mismo que la puerta del baño. Algo estaba jugando conmigo, ya no estaba seguro de estar solo, en alguna de las dos puertas se estaba escondiendo. Me asustaba porque no sentí para nada la abertura de la puerta, y las puertas eran escandalosas a la hora de abrirse, soltaban un chirrido horrible.

No sabía qué hacer, o bajar o entrar a mi cuarto donde podría estar seguro. Justo cuando quería bajar, volví a escuchar que me llamaban, esta vez fue mucho más cerca. Sentí que me gritaban al oído mi nombre, era un grito desgarrador, me asusté mucho y corrí a mi cuarto a toda velocidad, entré y cerré la puerta con llave.

Para mi sorpresa, la luz del cuarto estaba apagada, me alteré mucho. La había dejado encendida cuando fui a revisar, las puertas del cuarto y del baño estaban abiertas por una razón. Quien sea que se metió a la casa se escondía en mi cuarto en ese momento.

Estaba muy asustado, no quería apartarme de la puerta y mucho peor, no quería prender la luz y encontrarme con lo que sea que este jugando conmigo. Otra vez, volvieron a gritar mi nombre, sonaba del otro lado de la puerta, ¿me había equivocado?, ¿no había nadie en mi cuarto?, esperaba a que fuera así. Dejé de tener la esperanza cuando la voz volvió a escucharse desde mi cuarto, al otro lado de mi cama, junto a la pared, no sabía si responder o si quedarme ahi.

Los llamados seguían, cada vez eran más bajos. Yo no respondía, solo miraba al borde de mi cama con la luz apagada, en mi mente estaba la desesperación, pues no sabía cómo iba a reaccionar lo que fuera que estuviera ahí.

Estuve viendo a la oscuridad el resto de la noche, hasta que volvió a ser de día. Cuando revisé, todo estaba vacío, sentía un poco más de calma, pero aún así decidí llamar a mis padres y contarles qué pasó: les dio algo de pánico y volvieron a casa, cambiaron de trabajo para así no tener que alejarse de casa en las noches, pero aún así, yo seguía escuchando en la noche que me llamaban, ya no desde mi cuarto. Ahora solo me llaman desde fuera y nunca sé si responder al llamado o seguir recostado esperando a que los llamados se callen, aunque sé que nunca cesarán...

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