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Todo comenzó hace casi tres años… Estábamos tan desesperados por volver esta inerte tierra a la vida, que nunca contemplamos los riesgos…

Si, como ya lo habrás imaginado, la civilización se acabó… y este no es una típica historia sobre cataclismos mundiales, guerras atómicas o apocalipsis zombies. El mundo si acabó, aunque no de la forma que todas las películas los presentaron, no fuimos atacados por zombies lentos y sedientos de cerebros o carne humana, lo más parecido  fueron simplemente grupos de seres humanos desesperados, sin comida, sin agua, sin familiares y sin moral; que buscaban hacerse por la fuerza con las provisiones restantes para al final, como todos los demás, dejarse morir de hambre o acabar con su desgracia con una descarga en la sien. Las aceras de lo que fue mi ciudad incluso aún exhiben restos desarmados de esqueletos humanos. Los muy pocos sobrevivientes que quedan, lo han hecho gracias a las provisiones que lograron acumular y a su extraña resistencia natural a las toxinas.

¿Cómo sucedió esto?

La población mundial había alcanzado niveles insostenibles; la comida cultivada no era suficiente para abastecer a la humanidad. Habían probado con grillos, gusanos y muchas otras variedades de insectos, pero no se multiplicaban con la rapidez necesaria y los gobiernos del orbe comenzaron a racionalizar los alimentos. La humanidad estaba al borde del colapso, cuando un grupo de científicos anunciaron mediante un enlace mundial, la disposición de una nueva semilla, una variedad de tubérculo que podía ser consumida a solo 10 días de haberla sembrado, la “Solarum Summum”.

Regiones desérticas de África y Asia fueron invadidas por miles de invernaderos, que utilizaban el agua del mar, pasándola por el proceso de desalinización, para sustentar los miles de cultivos de alimentos transgénicos. El nuevo cultivo necesitaba muy poca agua, y su crecimiento desmesurado prometía ser el maná caído del cielo, pero aproximadamente al cuarto mes de haber sido puesto en circulación, la población comenzó a enfermar y morir súbitamente.

Naturalmente los centros médicos y puestos de emergencia no daban abasto, y las maquinarias trabajaban incansablemente cavando fosas comunes para deshacerse lo más rápido posible de los miles de cadáveres. Antes si quiera que pudieran comenzar a investigar una cura, el 80% de la población mundial había desaparecido del planeta y el 20% restante luchaba por sobrevivir con las múltiples enfermedades producidas por los cuerpos en descomposición y las olas de violencia que azotaban entre los sobrevivientes. La opción más viable entonces, fue abandonar las grandes ciudades y trasladarse a las zonas rurales, donde había mucha menor cantidad de cuerpos y las posibilidades epidemiológicas eran considerablemente menores.

Surgió el problema entonces, que los pobladores de las pocas zonas rurales no estaban a gusto recibiendo tantos visitantes en tan poco tiempo. Ellos estaban mejor preparados que los citadinos para una catástrofe de este tipo. Muchos de ellos aún cultivaban su propia comida y tenían algunas reservas para emergencias; los citadinos por su parte, venían con hambre, desesperados y dispuestos a saquear los poblados para continuar su lucha por la sobrevivencia. Muchas batallas se presentaron, los caminos fueron infestados de objetos punzocortantes que impedían el paso a los vehículos y las montañas y campos circundantes se iban llenando cada vez más de cuerpos impactados por las balas provenientes de los puestos de vigilancia o amputados por las trampas y minas antipersonas dispersadas por los campos; y mientras las personas en todo el mundo se aniquilaban unas a otras por falta de provisiones, las plantas en los invernaderos seguían creciendo…

A los pocos meses del evento, las patatas infernales habían cubierto gran extensión del territorio mundial, alimentándose de los miles de millones de cuerpos y cubriendo todo a su paso con sus enormes enredaderas y repugnantes flores. Crecían demasiado rápido, y comenzó un nuevo evento para el que la humanidad tampoco estaba preparada: La especie mutó. De pronto dejaron de producir las extrañas patatas, y comenzaron a aumentar el tamaño de las flores, y estas, comenzaron a esparcir una suerte de esporas de color morado. Eran nubes muy densas de estas esporas, y viajaban grandes distancias llevadas por el viento. Estas esporas quemaban los tejidos que tocaban, animal o vegetal, eran una especie de arma biológica que destruía todo a su paso y lo único que parecía inmune, era la misma planta que lo producía. Todo ser vivo que quedaba atrapado en una de estas nubes moría irremediablemente, con serias laceraciones en su piel o corterza y órganos internos debido a la aspiración.

Luego de dos años, dejaron de nacer nuevos humanos. Los sobrevivientes que quedaban habían sufrido mutaciones en su mayoría: úlceras en la piel, tumores enormes en sus órganos y extremidades, y cada vez era más difícil encontrar algún sobreviviente completamente sano.

Comenzó a correr el rumor por las líneas de radio, que las personas completamente sanas estaban desapareciendo, algunos aseguraban haber visto cómo eran secuestrados en vehículos blindados por gentes con sofisticados trajes de protección. Una nueva amenaza había surgido entonces: algunos grupos estaban experimentando con humanos en busca de una cura.

Seis meses más pasaron y la gente seguía desapareciendo. Puesto que tanto el internet como la televisión habían desaparecido, todos confiaban en las radios y las esporádicas transmisiones que lograban recibir, y cada vez eran menos las estaciones que transmitían. Algunas solo duraban un par de semanas al aire y eran silenciadas en medio de disparos y gritos de agonía transmitidos en directo.

Poco a poco los rumores de los secuestros de personas fueron desapareciendo. Tal vez porque no encontraron la cura y se rindieron, tal vez porque ya no queda nadie sano en el mundo, tal vez solo porque las transmisiones de radio desaparecieron. Mes y medio ha pasado desde la última vez que se logró escuchar alguna señal. Ahora solo hay estática.

La población mundial restante sumará a lo mucho poco más de mil personas, y se encuentran dispersas y escondidas por algunas regiones de lo que alguna vez fue Asia. Todo el resto del mundo ha sido cubierto por la nueva variedad, reina y señora absoluta del planeta.

Me tomó casi tres años dar con este sitio, pero valió la pena. Por fin conseguí las tres llaves para lograr activar el mecanismo y liberar al mundo la cura. Es la única forma, estoy convencido de eso. Todos los puntos iluminan el tablero con el mapamundi, al parecer todos los sensores funcionan y los hongos naranja están creciendo rápidamente; pronto llenarán todo el planeta y no quedará rastro alguno de esas malditas plantas…

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