Sovereign Dog, Creepypasta. Escrita por: Alonso Durán
ACTO II: Vestíbulo del Infierno:
Capítulo I: NADA NI NADIE
—Ya hace tanto que escapé de ese lugar y no sé si fue lo mejor que hice.
>Es gracioso. Después de pasar toda mi vida encerrado ahí, en un espacio de seis millas cuadradas, me liberan, y ahora tengo que quedarme todos los días solo en este sitio no más grande que una perrera.
>No es que tenga problemas, es mi hogar después de todo. Es solo que se me hace irónico.
>¡No puede ser que conozca tan poco del mundo! Tan poco que cuando Penny cruza esa puerta yo me sienta raro. Es mi persona, fue a quien tuve en ese lugar, y hasta entonces nunca me separé de ella, es cierto, pero…
>…me apena que estemos juntos mucho menos que antes.
>Sabes que tiene que ir a "la escuela", Bolt, es lo que dice su madre. Además, siempre vuelve pronto. Sí, tienes razón.
El can se movía por la casa, tanteando su ruta en la oscuridad.
>Debería buscar otras compañías. Mañana puede que haga por fin nuevos amigos. Amo a Mittens y a Rhino, les debo mucho, pero no estaría mal tener opciones para jugar. Más aún en estas ocasiones, cuando ellas deben salir… dejándote solo.
Sus susurros retumbaban en las paredes de la casa, provocando un eco cuyo sonido no la ambientaba tan bien como el ulular de los vientos; algunos los cuales hacían danzar ligeramente las cortinas en la sala.
>Debería practicar cómo hablar con alguien más… pero mejor me voy a dormir, es plena madrugada —dijo, mientras sentía su garganta seca—. Aunque lo primero es mantenerse hidratado—. Se dirigió despacio a la cocina. El suelo rechinaba por cada pisada suya.
Creyó sentir un par de gotas de agua caer en las tablas, que hicieron a sus orejas moverse para atrás. Pensó: “¡Imposible!, no hay goteras.”
>Debo haber oído mal. De verdad necesito dormir, ya me estoy imaginando cosas —Sonrió por su propia burla a la situación.
Los ojos marrones detrás de él le regalaron una mirada prolongada; misma cara que se pasó la lengua por los labios. Solo observándolo.
Tomando Bolt la poca agua que quedaba en su plato, pensó aleatoriamente—: “¿Qué hora es de todas formas? Ya deberían haber regresado hace rato” —se dijo, viniéndole a la mente el recuerdo de la primera cosa que vio cuando se despertó esa noche: el reloj en la mesita de noche del cuarto de Penny.
6:30-PM era la hora que marcaba el reloj.
“Se descompuso” fueron sus palabras tras que, levantándose de las sábanas, viera por la ventana, percatándose que la negrura del cielo hacía imposible tal afirmación. Además, el reloj permaneció detenido, aun cuando dejó el dormitorio.
Lo segundo que cayó en cuenta fue que era el único en casa: Ni su dueña Penny, ni sus amigos Mittens y Rhino, ni Janet, la madre de su dueña, estaban en sus camas.
Tras haberlos buscado por todo el lugar, se encontró hablando solo por una razón que no acabó de entender.
Quizás no había razones.
Trató de ver la hora en el reloj de la cocina, pero la propia oscuridad fue la pared que lo separó de él.
>En fin —suspiró—. Ya no deben tardar en volver.
El Otro escuchó esas palabras ser pronunciadas en una mezcla entre él dándose alientos, y disimulando inseguridad.
Percibió en el perro una respiración para nada calmada.
Aquel pasándolo justo por el lado, regresaba sus pasos hacia el segundo piso. En eso, El Otro interrumpió su caminar:
—¿Qué te hace estar tan seguro de que van a volver, Bolt?
Se sorprendió al escuchar una voz extraña provenir del exacto lugar en que acababa de pasar. Giró nervioso hacia atrás, la cola entre las patas, las pupilas empequeñecidas, y su hocico, junto a todo su cráneo, moviéndose en todas las direcciones.
—¿Quién…?
—Lo que he preguntado. ¿Dónde están ellas ahora, Bolt? ¿Dónde está Janet, tus amigos y tu persona?
Bolt se rascó la oreja y la nuca, parpadeó reiteradas veces, sacudió la cabeza, y se tocó la frente. Hubo silencio, que poco tardó en romper:
—¡Definitivamente tengo que ir a dormir! —Espetó retirándose, picándole la espalda—: ¡Ay!, espero estar entre sus brazos cuando despier…
—No cuentes con ello, cachorro.
Desde el manto de la noche, Algo le hablaba. Sin notarlo comenzó a temblar. En un principio quiso reír de tales desvaríos de su cuerpo, fruto del cansancio, pero eso último… ¡se oyó tan natural! Como otro perro, o incluso como un humano; que estaba ahí, frente a él. Oculto, pero ahí.
>Estás solo— prosiguió aquel Ser invisible—, te dejaron solo. Te han… —Fue interrumpido: Su oyente huyó a toda velocidad por el salón.
Subiendo las escaleras, Bolt se consumió en una inyección de adrenalina que no había vivido desde hacía meses: Su corazón a mil por hora y no pudiendo respirar, corría sin mirar atrás.
>¿Por qué estás solo en casa, perrito?
No, ¡no debía mirar atrás! ¡Solo correr, escapar…!
Lo que consiguió: Entrando atropelladamente en el cuarto de su dueña sintiéndose al borde del desmayo y cerrando la puerta en el acto; se desplomó en el suelo, confiando que su propio cuerpo la mantuviera así. Divisó entre palpitaciones, respiraciones agitadas y ahogadas, el brillante color rojo del reloj, que seguía deslumbrándolo con aquel número inamovible: 6:30-PM.
—¡¿Qué… qué rayos fue eso?! —Apenas articuló. Sudor frío recorría su nariz, mil dudas su cerebro.
>“Tranquilo, Bolt, tranquilo. Fue tu imaginación” —Quiso convencerse—. “Estás cansado… No te preocupes y vuelve a dormir, mañana será otro día”—. Imitó la reconfortante voz de su persona en su propia inventiva, buscando calmarse. Ella lo hacía sentir seguro, a salvo.
—¿Qué te hace creer que estás a salvo?
¡Tan clara la oyó, tan real esa voz!
—No, ¡no, no!, ¿cómo? ¿Quién eres? ¿¡Qué eres!? ¿Cómo eres capaz de…?
—Respóndeme…
Nuevamente miró a todos lados. Aturdido, confundido, incapaz de creer algo tan inverosímil. No vio nada, ni a nadie, por ningún lugar. Mas sabía que él, vulnerable, solo, estaba a merced de "Eso" tan desconocido, tan salido de la nada…
¡Tenía que calmarse! No pasaba nada… Respiró hondo…
…y creyó saber de qué se trataba todo; lo que era "Eso". Había vivido esto antes… o eso quiso pensar.
Tragó un gran cúmulo de saliva y, aferrándose a tales esperanzas, se armó de valor para responderle:
—¡No… no te tengo miedo!
—¿Ah sí? ¡Qué sorpresa! ¿Por qué no?
—Eres falso… sé lo que es esto.
—¿De verdad?
—Sí. ¡Así que lárgate, y déjame en paz! ¡No te tengo nada de miedo!
—No, es cierto.
>Tienes miedo de ellas, Bolt.
—Lárgate.
—Miedo de que te abandonen, de que te dejen solo.
—¡Lárgate de aquí! —Sus labios superiores se levantaron, mostrando una hilera de dientes.
—Muy bien, pero rogarás por volverme a encontrar… —Para sorpresa del pastor, esa fue la respuesta que "Eso" le dio. Pareció ofendido, pero su tono final indicó sutilmente lo contrario.
"Eso" se retiró, dejando todo en silencio. Dejándolo, quería creer.
—“Qué anticlimático…” —Suspiró, esbozando una sonrisa triunfante. La humedad fría que cubría su nariz y frente se sintió tibia, cálida.
Se quedó apoyado en la puerta durante unos minutos, pensando en lo que acababa de pasar.
No se atrevió a dejarla…
No pudo hacerlo, tampoco.
Tan de la nada cómo la voz, oyó ahí un golpe sordo, seguido de un crujido,
y luego otro,
y otro
a los que acompañaron otros, y la visión de la puerta siendo agrietada…
…destrozada; astillas cayendo a su lado, lo que juró ser una mano asomándose y
Abrió sus ojos.
Saltó de la cama inquieto, dando un grito ahogado. Mirando a su alrededor, vio el cuerpo infante deformando las cubiertas, la cabellera de su niña sobresaliendo de ellas.
Se asomó hacia abajo, y vio a su amiga durmiendo justo allí. Igual de apacible, en calma.
Miró a la mesita de noche…:
01:35-AM, era la hora que marcaba el reloj.
Transpiración goteando, con labios temblorosos, apretando la frazada con sus dedos, cerró sus ojos, y los mantuvo cerrados mientras una lágrima de pura dicha se le escapó, así exhalaciones lentas, extensas. Sentir el aire abandonando sus pulmones y saliendo de su boca lo regocijó.
De aquel fenómeno había sacado algo positivo: Habiéndolo vivido tanto antes, ya se había prácticamente acostumbrado, ¡podía hacerle frente!, sabía cómo. Sabía el nombre que los humanos le habían dado:
—Todo fue una pesadilla—. Afirmó, sonrió, y suspiró aliviado.
No pudo evitar dar un beso a la mano que su dueña asomaba, antes de dejarse caer para ser abrazado por ella, y por el suave tacto de la cama. Volvió a dormir.
Despertó cuando debió haber sido de mañana, pero no oyó los pájaros cantar, ni los rayos del sol lo cegaron como ya era costumbre.
Abrió sus ojos. Se percató de que el cielo era de nuevo una pintura del negro más oscuro.
Giró la mirada hacia su lado: Su dueña no estaba en la cama.
No tuvo tiempo de preguntar nada, pues cuando volteó a ver el reloj en la mesita de noche, vio lo que no pudo creer:
6:30-PM, era la hora que marcaba.
Mas hubo algo mucho peor que presenció, pasados solo unos segundos:
6:29-PM.
Capítulo II: BIENVENIDO
—“Si hubiera sabido que todo acabaría así, me habría quedado en los estudios” —dijo el joven, sintiendo el frío metal de los fusiles contra su cabeza, y el de las cuchillas contra su cuello.
Recordaba sus aventuras en su Show… No daba con un momento en que se hallara tan sometido como ahora. Era cautivo de un pelotón de soldados de Calicó, cuyo sargento lo sujetaba con una correa.
>Pase lo que pase, recuerda, ¡solo es un sueño! —Se reconfortaba. Era una pesadilla, como todas las que tuvo cada noche de sus cuatro años en los estudios, y de los seis meses desde que abandonó el programa.
¡Vaya sí era una pesadilla loca! Iban en uno de los vehículos del villano que él más enfrentó en sus misiones, como superhéroe, en su Show: Un Súper-Tanque AT-GSTV.V3-10, "Tarántula" ¡Cuánto honor hacía a su apodo! Tal mastodonte ahí mostraba su capacidad; Con sus largas patas aplastaba todo auto y edificación. Pasaba, literalmente, por encima de un escenario de guerra:
Oscuridad. Rojo cielo. Calles destrozadas, llenas de la lucha interminable de humanos entre sí. Edificios reducidos a cenizas ante tormentas de fuego. Violencia, caótico trazo de una obra de arte retorcido. Una patética escena de odio.
Aquel Opilión vagaba sobre todo, portándolo en su vientre…
…Hasta arribado a destino.
Detuvo su andar, plegó patas, abrió mandíbulas, y escupió al prisionero y a su escolta.
Bolt vio al frente…
Un tirón del oficial lo forzó a avanzar.
Avanzó, entre incontables soldados de mismo villano. Inertes, guerreros de terracota, sentía sus miradas pesarle a través de sus cascos.
Seguía caminando, rodeado de todos ellos. Se veía y sentía como un ratón entre elefantes.
Él, por algún motivo que no entendía, no podía hacer nada al respecto; solo caminar entre ellos, sin resistirse, sin pelear: su cuerpo no respondía a lo que le ordenaba. Mientras tanto, los otros lo dirigían, ¡a quién sabía dónde!
Luchó, en vano. Se resignó.
>“Bueno… Las pesadillas no duran para siempre. Pronto despertaré…”
Esperaba…
Aquellos enmascarados lo condujeron sin pausa por un valle infinito. A la hora maldijo no poder parar sus piernas, ¡enfrentarse a todos aquellos!
Cuando el dolor las aserraba, llegó a acentuar su cansancio una torre, alta como la de Shanghái, interponiéndose al grupo.
De este, salieron dos oficiales enmascarados, cuyas figuras las delataron como mujeres. Ambas tiraron sogas que allí, desde el cielo, colgaban y, cual telón, cayeron cuantiosos escalones.
Lo forzaron a subir tal pirámide Azteca rumbo al altar de sacrificio.
Llegado a la cima apenas podía tolerar el ahogo. Su pecho parecía abrirse, alistándose para la extracción.
Entonces, desde la oscuridad frente a él, oyó una voz…
—Así que era Verdad…
…conocida…
Sorprendido, Bolt dijo en su mente “¡Lo que faltaba en este sueño…!”
Oyó pasos frente a sí, acercándose…
Y, en eso, vio a quién había hablado: Su ojo verde brillaba en la oscuridad. A su lado, un ojo azul brillaba igual.
Aquel, ahí, entonces, se apareció ante él.
>Hola, Bolt. —Dijo tal.
—Doctor Calicó… —Dijo Bolt.
—Has llegado. Felicidades—. Aplaudió, aproximándosele más. Los soldados y los tres oficiales se retiraron.
Si hubo algo en aquel villano que confundió al can fue la ausencia de melodramatismo y teatralidad en su voz. Sonaba… humana, con un exótico acento. No pensó que lo oiría así alguna vez.
>¡Vaya aventura!, ¿eh? ¿Disfrutaste tu recorrido? —preguntó el hombre del ojo verde.
—Sí, ¡mucho!, ¡muchísimo! —Se burló el can.
—¿Quién lo hubiera dicho? Vernos de nuevo. Tú… sabiendo la verdad.
—Jeje. Bueno, ¿qué puedo decir? Si todavía creyera que soy un superhéroe, ya te habría atacado.
—No lo dudo.
>No lo dudo…
Suspiró.
>Sabes por qué estás aquí, ¿no?
—Porque… ¡Esto es una pesadi…!
—No lo sabes… —Lo interrumpió el hombre.
>Ok…
>No es… fácil, decir esto… —titubeaba.
>Así que te lo diré sin rodeos…:
>Estás muriendo, Bolt.
>En coma.
El can rio ante lo que, supuso, era el delirio de su propia mente, soñando. —Ah, ¡bien!
>¡Que Ma-ra-vi-lla!
>Jeje, ¡última vez que como antes de dormir, ¡jaja…!!
—Te mofas…
—Sí. Cierta gata me enseñó a ser "sarcástico".
—¿Por qué crees que esto es un simple sueño?
Bolt rodó sus ojos. —¿Hace falta explicarlo? —Rio.
Calicó suspiró.
—Es la primera reacción de todos: Negar.
—Lo que tú digas. ¡Vaya historia tendré que contar a mis amigos cuando despierte!
—Despertar.
>Eso es…
>…justamente lo que debes hacer.
—¡Fantástico! ¿Cómo lo hago?
—Ven, siéntate conmigo, hablemos.
Dos sillas aparecieron ante ambos. Bolt agradeció descansar en ella. Calicó lo miró, serio.
>Crees estar soñando… Cándido.
>Los sueños son una creación de la mente. La mente tiene poder, ¿lo sabes, Bolt?
Antes de que pudiera contestar, Calicó prosiguió.
>¡Vaya sí lo tiene! Pero no es lo mismo que tu mente tenga poder, a tú tener poder de tu mente… ¿comprendes lo que digo?
>No contestes; es claro que no.
>Tú no tienes poder sobre tu mente. Ni siquiera tuviste cuando creías tener poder. Mírate ahora: te crees soñando, ¡pero no eres capaz ni de mover un músculo! Estás fuera de control de tu propio cuerpo, de tu propia mente, de tu propio ser. Yo ahora te muevo. Nosotros te guiamos.
Bolt trató de moverse, ¡no pudo! Quieto, lo oía.
El corazón del joven empezó a palpitar aceleradamente.
>¿Acaso escogiste venir aquí, ahora, conmigo? No, otros te arrastraron. ¿Pudiste resistirte a ser atacado esa otra noche? ¿Puedes resistir ahora…?
Bolt hacía esfuerzos por moverse, por resistirse: por escapar, por no oírlo, por no mirarlo.
Todos fueron inútiles.
>Eres ajeno a tu yo, Bolt. Siempre lo fuiste.
>Esa falta de control, de poder sobre ti, es lo que te mató: Lo que te trajo a mí.
Bolt seguía forcejeando… pero ninguno de sus músculos se movía más que su corazón, que bombeaba a máxima potencia.
Calicó no se inmutó. Continuó hablando.
>Dicen que las almas de quienes no terminaron una obra pendiente en vida no ascienden, se quedan vagando eternamente en el mundo material.
>Los animales también tienen alma, Bolt. Ahora lo sé… Tú, ¿sabes lo que es el alma…?
Bolt luchaba en vano por moverse. Entre sus forcejeos, sus ojos se toparon con los del villano.
>…Es tu esencia, Bolt. Tu identidad, pérdida, robada, que debes encontrar; tomando las riendas de tu vida. ¿Sabes cómo hacerlo? ¿Sabes cómo salvar tu alma?
Bolt guardó silencio. No podía ni hablar. Casi lloraba dentro de sí. “¡Despierta!” “¡Despierta!” suplicaba a sí mismo.
>¡¡¡¿¿SABES LO QUE ES EL ALMA??!!!
—…no…
El hombre exhaló.
—¡Eres tú! Aquel quién morirá esta noche, si no da con La Verdad.
Calicó chasqueó sus dedos.
A espaldas de Bolt, se oyeron dos estruendos. El perro cayó, inmóvil, inundado de dolor.
En el suelo, vio al oficial aproximarse a él, pararse encima suyo, desenfundar una pistola, quitar el seguro, ponerla contra su cabeza…
>Proceda, Mark.
—“Bueno… al menos esta pesadilla terminará” —Se dijo el can, aliviado.
…Mark le disparó.
Capítulo III: OLAS DE OSCURIDAD
Se levantó y se estiró bostezando, sintiéndose extrañamente… helado.
—Mm, buenos días, chicos. Guau, ¡qué sueño loco tuve! ¿Cómo durmieron ust…?
Abrió sus ojos.
Un frío en su vientre acompañó la gran confusión que sintió, en dualidad con un agobio desolador, al percatarse en dónde se encontraba:
Toque áspero del pavimento contra su piel, fue ganado en protagonismo por las imágenes que inundaron su visión: Casas, edificios, a oscuras, calle solitaria, automóviles abandonados…
Apenas un segundo pasó, para que los viera arrasados por llamas, seguidas de explosiones, soldados abriendo fuego.
Gritos
Detonaciones
Acreciendo…
Alarmado, desorientado, tomó refugio en ruinas cercanas.
>No desesperes, ¡no desesperes! —Habló abrumado. Solo. Maldijo.
>Relájate, Bolt, es claro que aún estás soñando, pero, ¡¿por qué?! ¿¡Por qué no desper…!?
Estruendos a su lado cortaron su habla. Aturdido, se alejó corriendo, cayendo entre dos caídos, arrastrándose frenéticamente al interior de una casa.
Gritos, detonaciones, no dejaba de oír. Sus oídos, taladrados.
Gritos
Detonaciones
Su corazón, retumbe de mil tambores…
Gritos
Detonaciones
…Aplastándolo
Gritos
Detonaciones
Grito
Detonación
Desaparición…
…Silencio…
Abrió sus ojos: Oscuridad, plena. Escuchó… ningún sonido.
Se asomó al exterior: Oscuridad, ¡nada!
Con suma cautela, salió.
Donde hubiera hogares, sendas humanas: ante él un prado desnudo.
Donde hubiera amarillas, naranjas luces: ante él pura negrura, de la noche desmaquillada, desnuda; sin vestido, sin estrellas, ni Luna. Damisela apacible, dormida. Calma…
>¡¿Qué fue todo eso…?! —Preguntó, a nadie; empapado en sudor, terremoto en su interior, otra batalla en su pecho.
Quería poder suspirar aliviado, ¡realmente lo deseaba!, pero no había nada que le diera un motivo. Solo tenía preguntas.
Mas sabía que debía tranquilizarse. Pensar, se decía; solo así hallaría solución, explicación.
Se dispuso a calmarse.
Inhaló una bocanada de aire…
Tembló.
Olor a carbón, a chimenea, percibió.
Alzó cabeza al cielo. Giró, y dio con pocos edificios aún en pie; tras cuyos dorsos distinguió lumbres, pinceladas con estocadas de estallidos más luminosos.
Gritos
Detonaciones
Se retiró. Corriendo, exclamó:
>¡¿Qué es todo esto, ah?! ¡Calicó!, ¡o quién sea!! ¡Díganme, ¿por qué no he despertado?! —Corría, escapando. Sin respuesta. ¿En serio la esperaba?
>Por favor…
¿En serio la esperaba?
Refunfuñó, sin detenerse.
>¿¡Por qué, de entre todas las pesadillas, me toca a mí una tan extraña!? ¡¡Tan violenta!! ¿¡Por qué…!?
En lo que consideró una distancia adecuada, se detuvo.
>Que si "en coma", "alma", lo que sea, ¡no tengo idea…! ¿¡Qué significa!? ¡¿Por qué no he despertado…?!
>¿…Acaso…?
>¿¿…"Da con La Verdad"?? ¿Qué otra verdad hay? ¡Yo ya di con la verdad! Creí que mi vida era real… resultó ser un show de televisión… Creí ser un superhéroe, era mentira. ¡Esa es la verdad!
Lo interrumpió un estallido, destello. Vio a su delante: Batalla, Pelea, Omnipresente… Uno de los AT-GSTV's luchaba, era golpeado, caía, explotaba.
Tuvo recuerdos de su show, sus enfrentamientos contra estos, que creyó reales…
—La soledad puede volverte loco.
Oyó una voz, a sus espaldas, decírselo. Sorprendido giró…: Nadie.
—Tan solo no estaré…
—¡Bolt!
—Si buscan asustarme, ¡muéstrense!
Nada.
Estimulante a sus preguntas, fue también su deseo de responderlas.
>¿"La soledad puede volverte loco"? ¿Qué significa eso…?
Nadie iba a responderle, sabía.
¿Nadie? ¿Él, Realmente Solo?
Oía los disparos… Entre las penumbras, distinguía los esqueletos de las construcciones. Brasas, escombros… Tuvo recuerdos, varios, de lugares, de sus misiones en ellos… Lugares dónde, camuflajeadas entre ruinas, amenazas lo aguardaban, impacientes, para acabarlo.
Mil ojos, observándolo.
Sintió escalofríos.
>¿¡¿¡Qué rayos está pasando!?!? —exclamó, temblando.
El olor a pólvora, a quemado, era más fuerte. Áspero tacto a su nariz. Le mareó.
Verse él, tan pequeño en medio de todo, le hizo sentirse dolorido, sometido, insignificante.
Huyendo, caminó despacio, silencioso…
Giró en una cuadra cercana…
No quiso creer lo que presenció…
—No…
>No, ¡no!
>¡Es impo…!
El grito de su nombre le fue como un escopetazo en la frente.
Aquello: Memorias del incendio de los estudios, ¡su hogar! Avivado, llameante.
Su persona, en medio, consumida como un condenado a la hoguera, lloraba, gritaba…
Negó.
Mas pronto recordó.
De sus ojos manaron arroyos de cera derretida.
Su quijada cayó desencajada. Su garganta hervía.
Todo sentido, hilo de cordura, le fue arrancado, exprimido de sus venas.
Su corazón latió como nunca, bajo filosa presión cediendo. Arañado, estrujado, cortado.
El abismo de Infierno se alzó sobre él. Sobre él, el fuego del trueno.
Tormentas devastaron todo.
La roca se rompió.
El roble se trizó.
La tierra tembló…
Nada quedó.
Nada. Vacío. Ráfagas de fuego lo abrazaron, embistiéndolo. Su quejido doliente se volatilizó, así como su cuerpo. Tiempo y realidad ausentes. Flamas lo consumieron, como al papel en una fogata.
Como a aquella, hirieron.
Capítulo IV: OFERTA AL PRISIONERO
Abrió sus ojos.
Estaba en el suelo. Era, nuevamente, incapaz de moverse.
Estaba, otra vez, con Ellos, inmóvil, sometido.
Vio al oficial guardar su arma. Este lo vio a él, a Calicó también, y se desvaneció, cuales cenizas, en ventisca.
Nevisca se llevó también a las dos oficiales, y a los soldados. Su presencia se evaporó del llano, como escarcha bajo el sol.
Quedaron solos.
Calicó se le acercó.
Él, contempló al villano…
—Sabes por qué estás aquí ¿no?
No respondió.
>Hace dos milenios, un sabio griego pensó lo que sería estar en tu situación, y creó una famosa alegoría…
>"Salir de la caverna"… Es superar las limitaciones de nuestro mundo impuesto, errado.
>Sabias palabras, pero difíciles de practicar. Esperar que lo hagas es… pretencioso, pero necesario. Particular, después de todo, es tu caso… —Lo que aquel mostró al perro hizo a su corazón estremecerse: una foto de él junto a su dueña, cuyos textos enmarcados decían: "Perro perdido BOLT Es blanco con un relámpago en su costado RECOMPENSA!! Por favor ayúdame a recuperar a mi amigo".
>…Un caso conmovedor…
Bolt retuvo sus lágrimas.
>Igual que tú, sé lo que es que todo tu mundo se caiga a pedazos.
>Sé cómo es perder lo más valioso. Que tu vida quede de cabeza. La impotencia que se siente…
>La Mentira cambia a las criaturas, las convierten en algo que no creerían convertirse.
>Como tú, padecí desengaño en vida.
—¿En vida?
—Vidas pasadas, que nos mentimos al creer haber dejado atrás.
—Así que eso es, ¡¿eh…?! ¡Aún no doy con "La Verdad"…!
—Lo antes dicho…: No eres tú mismo… y el Show continua.
—¿El show? El show terminó para mí. ¡Todo esto es una pesadilla! ¡Eres un invento de mi mente!
—Oh, Bolt, si me conocieras…
>Como millones, ves en mí un villano. Mi rol en una historia ajena.
>Pero, ¿soy un villano? ¿Tú, un superhéroe? ¿Acaso no somos marionetas, cuyos hilos y titiriteros aún no ves…?
>Oh no, Bolt… El show no ha terminado para ti, lo sé…
>Tú no me conoces, pero yo te conozco. Siempre te vi. Sé quién es tu única familia, sé cuánto la quieres. Sé qué harías cualquier cosa por ella. Conozco tu rutina: Del amanecer al atardecer, luchas contra molinos que te parecen gigantes, mas triunfas, te quedas despierto hasta tarde, recuerdas cada misión exitosa para lograr dormir, llega la oscuridad, e inicias todo de nuevo al otro día…
>Aún hoy es igual.
>La amas, tanto como siempre.
>Solo ella es tu fuerza, tu razón para vivir.
>Solo ella te hace ver La Verdad en mis palabras.
>Lo que siempre creíste que era verdad, tu realidad, resultó ser una mentira. La Verdad es Vida, pero la realidad propia No es La Verdad. Cuando resides en una mentira, no estás viviendo…
>Mucho lamento que estés muerto… Aún en la caverna.
Bolt suspiró, una lágrima rodó desde su ojo.
—¿No… —se atragantó con el nudo en su garganta— …hay nada que pueda hacer?
—Descubrir qué fue lo que nos trajo a esto…
—¿"Nos Trajo"?
—…es una ínfima parte de La Verdad, que deberás desvelar si quieres Despertar.
>La Verdad te hará libre.
>Anhelas salvarla, como en los viejos tiempos… ¿No es esto una misión?
>Objetivo: ver esos hilos, esos titiriteros. Enfrentar La Verdad, tal cual es, sin romanticismos, atenuaciones, ni héroes. Solo así conocerás La Vida. Despertarás.
>¿Estás dispuesto?
Mordiéndose los labios, dio un amplio suspiro, a cuyo final pronunció, de forma endeble pero segura:
—Sí.
—Bien.
>Siendo así…
"Calicó" Chasqueó sus dedos. Para Bolt todo se tornó en penumbras.
¡Despierta, Bolt!
6:28-PM
6:27-PM
Capítulo V: LLAMADA A LA ACCIÓN
6:20-PM
6:20-PM
6:19-PM
Bolt, quien fuera "súper-perro", caminaba.
Quien antes fuera valiente, caminaba: por aquel sendero de Nada, oyendo a su alrededor gritos, llantos, lacerantes, de un hombre. No veía a quién los produjera, mas los oía tan bien como para saber que eran genuinos, como para creerlo a su mero lado.
Aquel quien lloraba, repetía incomprensiblemente el nombre de una niña… mucho temía que fuera el de su dueña.
El perro continuaba, abrazado por escalofríos, reconfortándose:
—Estás soñando, Bolty, pero sabes cómo despertar: "Descubriendo la verdad"…
>…volverás con Penny…
Parpadeó, y tuvo un vistazo de ella: herida, en una camilla convaleciente. Vendajes cubrían su cuerpo, costras secas estaban presentes en toda zona visible de su piel oscurecida. Cual bozal, portaba una máscara de oxígeno. Un monitor de frecuencia cardiaca a su lado apenas mostraba pulso.
Llenos sus ojos de lágrimas, susurró su nombre… En Bolt se incrustó tal visión: Su dueña dando brutal combate entre la vida y la muerte.
Aquel perro, se sentía muerto.
Bolt, aquel joven pastor blanco suizo, recordaba a su persona, su única familia.
Recordaba su huida accidentada, el cómo cruzó el país de Este a Oeste para reencontrarla…
El incendio, el cómo creyó salvarla…
Sus momentos con ella, con sus amigos por igual.
Sus buenos tiempos en su show: sus aventuras, de Este a Oeste, de Norte a Sur, del mundo.
Recordaba cada misión exitosa para reconfortarse. Luchando contra Gigantes, triunfando.
Recordaba cada misión que ejecutó, mismo objetivo: defenderla, protegerla. Tal misión se repetía ahora, con la adición de nueva meta: Descubrir La Verdad.
Aún hoy, su amor se mantenía intacto…
Ella: Su fuerza. Su razón para vivir.
Ella: Su motivo para ver La Verdad, Afrontarla.
Por ella…
Cada día, de batallas. Cada noche, en vela… por ella.
Todo por ella.
Él, por ella, lloraba.
—Penny… Te fallé… Lo siento tanto…
>No temas… No me detendré hasta reunirnos, o-otra vez…
>Hasta descubrir La Verdad… que nos trajo… —Sus lágrimas desbordaron de sus ojos. Su voz se trizó, como cerámica cayendo…
Se detuvo.
Aquel perro lloraba, llantos lacerantes…
Silencio.
…Sonido, lo interrumpió. Escuchó algo frente a sí: un ruido inconfundible de un arma siendo cargada.
Detuvo su lloro. No dijo nada. Permaneció en silencio.
>"Es solo una pesadilla, recuérdalo" —Pensó, repitió para sí, quería convencerse; mientras retrocedía al ver cómo, frente a él: seis hombres allí se hallaban.
Los reconoció al instante. Portadores de tan inconfundibles trajes, tan inconfundibles símbolos, tan inconfundibles armas: Soldados de Calicó.
Obstáculos eran en su camino, supo pronto; ¡por Penny!, debía enfrentarlos.
¡Y lo haría!
>"Muy bien… quizás no tenga superpoderes, ¡pero pude enfrentarme a dos humanos en esa perrera!" —Recordó aquel evento, cuando rescató a su amiga Mittens de unos individuos de control animal.
Él ahí había triunfado, había salvado.
Había sido un héroe en verdad.
Bolt sonrió >Esto no debe ser tan distinto, ¡y no olvides que estás soñando tu propio sueño, debes poder vencerlos!
>Por Penny…
>¡Por Penny! —Repitió, cual grito de guerra, corriendo y abalanzándose, embistiendo a aquellos soldados…
…O eso creyó haber hecho.
Sintió forzar su cuerpo, sintió sus músculos trabajando, sintió el salto y el impacto, pero cuando abrió sus ojos…
…se hallaba en el mismo sitio.
No se había movido ni un milímetro.
Asustado, creyó moverse, correr, saltar…
…pero permaneció quieto, cual estatua.
No podía moverse, estaba congelado, estaba…
…sometido. Sentía cadenas pesándole en todo músculo.
Entonces oyó: Las pisadas de los soldados acercándose.
Oyó: Voces.
—Señorita Parker, ¿es realmente necesario que electrocutemos al perro?
—Yo no soy quien pone las reglas, Director. Soy una simple mensajera de la voluntad del público, y es el público a quien debemos obedecer y contentar. Si el público está harto de tramas monótonas y finales felices, es hora de hacer de esta serie aburrida una más seria, más emocionante. ¿Qué mejor forma hay que poner a su "imbatible" protagonista en aprietos?
Bolt sintió su corazón operando cual turbina a máxima potencia, un motor que poco a poco no daba más por las exigencias. Él temblaba, no conocía esas voces…
…ni tampoco esas sombras, que vio frente a sí: Humanoides oscuros, una fémina parada y un varón sentado en una silla, quienes operaban artilugios extraños…
…Dirigían.
Oyó a aquel joven suspirar.
>Le recuerdo que todo esto es un negocio. Usted busca llevar felicidad a otros con su show, ¿no? Créame, vuestros trabajadores y mi empresa estaremos muy felices si, con estas nuevas tramas, hace llegar dinero a nuestros salarios —le decía aquella.
Aquel parecía resignarse, lamentarse.
—Muy bien… así son las cosas… —Aquel ordenó por un megáfono:
>¡Chris, Brayan, todos!, ya la oyeron.
>Dennos una gran escena.
Sudando, temblando, como atado a una silla, Bolt trató de liberarse…
…pero fue inútil, su cuerpo no le obedeció.
Mas bien, obedeció a aquella sombra que, con solo un gesto de mano, lo atrajo…
—¡¿Qué pasa?! ¡¿Por qué no puedo…?! —No terminó de hablar ni de pensar para cuando, en realidad, su cuerpo se movió, corrió, y saltó contra aquellos soldados…
…Siendo atrapado en el aire por uno, y…
…un zumbido extremo tronó en sus oídos y un cosquilleo punzante traspasó su piel, resbaló en su columna vertebral, y estalló en el interior de sus costillas, cuando el soldado líder lo tiró al suelo, y aplastó su pecho con su bota. A la vez, sus compañeros desenfundaron sus fúsiles, apuntándole.
Entonces, desplegaron su arma distintiva, su emblema, lo que los hacía tan gatescos, tan atemorizantes, tan villánicos…:
…Sus garras eléctricas.
El sonido chisporroteante de tales armas asemejaba al de agua hirviendo.
Llenada fue su visión por aquellos instrumentos operantes. Los destellos azules y amarillos de los relámpagos brillantes, vaporosos, chispeantes, le dieron cruel espectáculo a él, y a las sombras… que parecieron disfrutarlo.
Luchó, forcejeó, emprendiendo todas sus energías y fuerzas en liberarse de su propio cuerpo, mas aquel le pisaba el corazón, apuntándole al cerebro con su pistola.
—No, ¡no puede terminar así! —Espetó, protestando.
Pero él no dirigía la escena.
Pecho aplastado, todo oxígeno le fue arrancado, su visión se volvió borrosa…
Sintió un desliz frío en su espina dorsal, como la lamida de un depredador… Jadeó…
Vio un azulado resplandor alzarse sobre él…
…Tal destello devino toda su visión. Sintió mil agujas clavarse al mismo tiempo en su cara.
Bolt no pudo gritar, solo un chillido escapó de sus labios agrietados.
Los ruidos que el arma produjo fueron como disparos al lado de sus tímpanos, estallándolos. Sentía chirriantes pitidos en sus oídos. Calor se propagó por su piel como sangre por sus venas, rasguñándolas, mordiéndolas. Ardía, picaba. Sus ojos lloraron lava, candelas amarillentas como metal fundido. Vio destellos, disparos, cegándolo; crecía en él una visión de túnel.
De pronto, tuvo extrañas visiones: Una luz cegadora, hombres de rostros ocultos y blancos trajes alrededor de sí portaban cuchillos, herramientas extrañas, alzándolas sobre él.
Uno de ellos se le acercó con unos… ¿unos…?
Otra ola de calor quemó su pecho, nuevas visiones de amarillo y azul saturaron su vista, la cubrieron.
Él se contrajo, crujió. Sus arterias y venas, rechinando, le produjeron temblores, espasmos. Debilitadas, vibrantes, a presión, todas se sacudieron, traqueteando, chirriando. Serpientes que hacían sonar sus cascabeles, escurriéndose en su pelaje y carne; rasposas, gélidas, cuales boas, lo abrazaron.
Sus propios órganos crujieron, rasparon, se tambalearon. Sentía sus partes soltarse, caer.
Él, veía destellos…
Su corazón, latía.
Sintió su pecho liberado.
Luz lo engulló.
Cerró abruptamente sus ojos…
Los entreabrió con dificultad, como moviendo enormes compuertas reforzadas…
Vio lo inesperado:
En un primer parpadeo, se halló rodeado de oscuras paredes.
En un segundo parpadeo, fue una especie de estudio, lugar de trabajo, la habitación en la que se vió.
Era enormemente similar al cuarto de su dueña. Mas contando diferencias notables:
Era de un tamaño más grande. Multitud de papeles llenos de escritos y garabatos eran la alfombra del suelo. Una ampolleta que colgaba del techo era la sola fuente de luz. Había una cama, grande, desordenada; con muchos otros papeles, cuadernos, desparramados encima. Al lado de un escritorio que tenía una pila de casi medio metro de altura de hojas, y una máquina mecanográfica, había un armario.
Sin saber por qué, se acercó lentamente, curioso, prudente…
Con un movimiento rápido, abrió las puertas del mismo.
Dentro, pudo ver centenares de papeles, sobres, y cuadernos; un antiguo rollo de cinta cinematográfica y un cuadernillo de cuero. Este último se había caído cuando abrió el mueble, a la par que una trentena de manuscritos, abriéndose en el proceso.
Bolt procedió a hojearlo, interesado.
Vio entonces algo que llamó profundamente su atención: Todas sus páginas, sin excepción, fueron llenadas por dos simples, comunes, pero para él extraños, desconocidos nombres:
''Charles'' y ''Alex''.
Capítulo VI: FUGA
Se quedó observando la sola puerta que, notó, había ahí, por un tiempo.
Nadie vino.
Nada ni nadie vio, ni escuchó.
Volvió a contemplar el cuarto. Había ojeado casi todos los papeles; eran guiones de películas y series.
—Seguramente estén relacionados con esa cinta y con esas dos sombras… Por lo que las oí decirse, todo apunta a que dirigen mi programa. Por supuesto, La Verdad tiene que ver con mi show —Dedujo.
>¿"Charles" y "Alex" son esas dos sombras? Puede ser… Alex es un nombre neutro, después de todo… —Dijo, mientras envolvía varias veces sus patas con una cinta adhesiva que halló entre los documentos, creándose "zapatos" improvisados…
Ya sabía que, aún en un sueño, podía ser dañado.
Suspiró.
¿Realmente seguía insistiendo en pensar que todo se trataba de un simple sueño?
Su cabeza aún le picaba, su pecho aún le dolía.
Mas, sobre la puerta, un reloj se hallaba:
6:11:03: AM, marcaba.
¡No había tiempo que perder! Sabía.
Contemplando su medallón dorado resplandecer aún entre todo, se dispuso a salir; no sin antes, prudente, entreabrir la puerta y arrojar una bola de papel al exterior… Esperó a que pasara algo…
Nada.
A paso precavido, silencioso, cruzó la puerta.
Un nuevo escenario lo recibió:
No lo creía.
Se halló en un pasillo que conocía. Aunque hubiera sido por solo escasos segundos que corrió por él, hacía tantas lunas, le fue inconfundible:
¡El pasillo de los estudios!
Extrañado, retrocedió, a solo ver si no había nada en aquel cuarto que pudiera usar para ilumi…
Cuando volteó, no había ya puerta, solo pared.
Bolt suspiró.
Comenzó a adentrarse en aquella oscuridad, lento… pero seguro…
¿Seguro?
Solo, caminaba. Solo el sonido de sus pasos y su respiración. Solo las paredes blancas, sin adornos. Solo. Solo…
Quiso creer, fuera mero delirio suyo oír pasos detrás.
Quería creer que el humo que sin sentido ante él apareció era otra obra de su imaginación. >"Es un sueño, es un sueño" —se decía.
Así, los gritos, como los de aquella batalla, que creía escuchar otra vez, a lo lejos…
A una distancia… Cercana…
Cerca…
Bolt pensó en detenerse.
Sabía que no debía.
Volvía a sentir… "cosas" a sus espaldas… Calor.
Otra vez, aquellas pisadas, tras de él.
No quería, ¡no debía voltearse!
Bolt continuó, cruzando aquel pasillo, donde los archivadores, sillas y cajas que ahí había, comenzaron a desvanecerse. Donde sentía ruidos a sus espaldas, algunos suaves, otros fuertes. Donde algunas luces eléctricas parpadeaban, y el resto no funcionaban. Donde el humo y el calor aumentaban, recordándole, asemejándole más a aquel fatídico día.
No se detuvo, continuó avanzando por aquel lugar que parecía cada vez más un túnel de esos de las minas más profundas. Oscuro, húmedo, cerrado.
Cubierto de oscuridad, y silencio.
Donde dejó de escuchar aquellos pasos.
Donde dejó de ver el humo.
Donde dejó de sentir aire, incluso dentro de sí.
Donde dejó de escuchar sus propios pasos, sus propios latidos.
Donde estaba solo, en plena oscuridad…
Donde sabía, Algo acechaba.
Sintió gritos a lo lejos, a su delante y a su detrás. A Quienes los producían, cubría la negrura.
>¿Qué es lo que quieren? ¡¿Aterrarme?! ¡¡Muéstrense de una vez!! —Gritó, desafiante, buscando aparentar valor, del que en el fondo carecía.
No esperaba respuesta…
La obtuvo: Gritos cercanos, estruendosos y poderosos, como aullidos que no creyó humanos; como de una manada de fierras atacando, cazando.
Cubrió sus orejas y cerró sus ojos por la fuerza en que lo alborotaron.
Tras dejar de oír, los abrió.
Perplejo, se percató: no estaba más en los pasillos, sino en plena calle, otra vez. Silenciosa calle. Caída la noche.
Solo…
…no mucho tiempo más…
Creyó ver algo a la distancia, delante de él…: Un destello de luz, luego otro, otros, varios otros…
Entrecerró sus ojos, frunció su ceño…
Vio a lo lejos, en la oscuridad: fuego.
Fuego. Rojas flamas emanaban de las antorchas de una multitud aproximándosele: Cientos de hombres, mujeres, portadores también de fierros, mazos, martillos, cuchillos, botellas rotas, pistolas…
…y de cruces, que muy en alto alzaban.
Marchaban: Ejército Villano.
Bolt retrocedió…
…y lo vio:
Calicó, al frente, cargando la ortodoxa cruz, liderándolos. A sus lados: aquel oficial, aquellas dos mujeres.
El perro, pasmado… oyó estruendos a sus espaldas…
…y la tormenta se desató.
Truenos rugieron frente a él, estampidos.
Estampida.
Su sangre fría en ebullición, todo autocontrol desvanecido, toda tranquilidad esfumada, en impulso de mera supervivencia, huyó.
Los oyó correr contra sí, veloces leones, poderosos elefantes…
…lo alcanzaban. Huyó…
Un parpadeo…
Volvía a estar en los pasillos de los estudios.
A sus espaldas ahí estaban, alcanzándolo, agitando armas en el aire y arrasando con todo a su paso. Iban contra él.
Turba impiadosa.
Corrió, en la oscuridad.
Los sintió…
A su delante: solo oscuridad.
…más cerca…
A su detrás… >"¡¡No gires…!!" —se imploró a sí mismo.
Detrás de él: estaban Ellos. Detrás de ellos: fuego. Fuego azul. Sus flamas combinaban con la electricidad de aquellas garras que, parpadeando, volvía a ver.
Aquel fuego se dirigía también hacia él: amarillo, naranja, rojo.
Corrió.
Corrió, sin mirar atrás.
Corrió, en la oscuridad. Sin advertirlo a tiempo acabándosele el pasillo y, sin lograr frenar, estrellándose. Lo atravesó una ola de dolor, imaginó hormigas caminándole dentro y fuera de su nariz y boca.
Reincorporándose, entonces lo atraparon.
Quiso luchar, lanzando mordidas, patadas.
>¡¡No me someterán!! —Exclamó.
Para su propia sorpresa, dio a varios, su cuerpo no solo le obedecía, sino que también ganó…
…por muy corto instante.
Aquellos, con las herramientas, le aporrearon. Bolt gritó, chilló. Vio estrellas, blancos destellos.
Sintió un nuevo electroshock abrazando su cuerpo. Su visión de improviso cambió: Por solo unos segundos, pudo ver como un humano sostenía dos desfibriladores en sus manos, mientras otro examinaba sus ojos con una luz.
Una voz en su interior dijo: >"¡No!"
Sus músculos: tensos, su mente: aún presente.
¡No se dejaría vencer!
Lanzó mordiscos, dio a varios, esquivó los embates de las armas con éxito. Detuvo con su hocico una puñalada de botella, mordiendo tal brazo; aquella mujer lo retiró.
Vio una apertura en la muralla: Su salida.
Saltó, tomó la botella, y huyó; volviendo a la negra oscuridad, hasta que nuevas flamas lo rodearon.
Esquivó algunas, otras no, su piel: rasgada.
Continuó corriendo.
Aquellos le lanzaron piedras, botellas, palos encendidos en llamas.
Llamaradas esquivó.
Se estaban acercando…
Los fuegos avivaban.
Quiso reír…
…vio una puerta a lo lejos, de esas de emergencia.
Sin pensarlo continuó corriendo, tropezando, reincorporándose, saltando, embistiendo…
…como logró aquella noche en la perrera…
…consiguió escapar.
El fuego consumió al pasillo, y a toda la edificación.
Bolt parpadeó:
Vio a Calicó alzar la cruz mientras entraba al edificio en medio de las llamas, seguido de las dos mujeres, quienes portaban mazos.
Se adentraron en el caos, viendo a los hombres y mujeres destruir todo: Rompían cuadernos y libretos, rasgaban posters de películas y series, quemaban cintas y rollos de películas, dvd's, discos duros, destrozaban muebles, y más… todo mientras incendiaban el lugar.
Los tres sonreían de oreja a oreja ante tal espectáculo.
Bolt cerró sus ojos.