Desgraciado sea el que inventó el dolor, aquella sensación de sufrimiento ya sea constante o leve.
Desgraciado sea el que inventó la felicidad, ese sentimiento poderoso capaz de contagiarselo a otro individuo.
Desgraciado sea el que aún no sabe cómo describir el infierno, además de decir que arde en llamas.
Desgraciado sea el que no sabe que yo esta noche, mancharé mi corazón y mi delantal de esa sustancia carmesí. Va a recorrer por mi cuerpo, esa sed incontrolable que estoy sintiendo, de que esa persona desaparezca.
Mariposa Carmesí 
12:42 30 ene 2020 (UTC)